Empresas y finanzas

Hay que cambiar la fiscalidad y punto

Pocas cosas despiertan tanta unanimidad entre los expertos. El cambio fiscal para fomentar los planes de pensiones es una de ellas: diferenciar entre aportaciones y ganancias en el IRPF, aumentar deducciones y fomentar los planes de empresa son las claves.

Que hay que buscar alternativas para aumentar el capital disponible cuando uno se jubile está claro. Que el plan de pensiones, ya sea individual o de empleo, es el mejor vehículo a priori para conseguirlo, también. Pero no basta con predicar lo importante que es y, sobre todo, será contratar planes de pensiones privados que compensen la parte que no se recibirá del Estado. Hace falta fomentar su contratación y, para ello, la mejor vía sigue siendo la fiscalidad. Los expertos consultados por el Economista tienen muchas ideas sobre cómo podría llevarse la reforma fiscal de los planes de pensiones ya que, como asegura Adrián Ayala, responsable del área fiscal de Mercer, "es imprescindible avanzar en materia de seguridad jurídica". Agentes sociales, económicos, Gobierno...¡Tomen nota!

Menos tributación, más deducción

Es la gran lucha de la Asociación de Fondos de Inversión y Planes de pensiones (Inverco). "Hay que separar el ahorro que viene de las aportaciones del que procede de la rentabilidad de éstas", defiende Ángel Martínez Aldama, director de la institución. Hasta ahora no es así, ya que en el momento del rescate todo el capital tributa como rendimiento del trabajo a un tipo de entre el 24 y el 43 por ciento. Hay una excepción: si usted contrató su plan de pensiones antes del 31 de diciembre de 2006 y éste tiene más de dos años de antigüedad, el 40 por ciento de su patrimonio está exento de pasar por Hacienda siempre que el rescate sea en forma de rentas.

¿Qué se propone? Que se distinga entre el dinero que corresponde a las aportaciones y el que se obtiene por rendimientos. Para el primero, se pide que se mantenga la tributación como renta del trabajo; para el segundo, que tribute como renta de capital. Es decir, a un tipo del 19 por ciento, para ganancias de hasta 6.000 euros, y del 21 por ciento, a partir del primer euro que se reciba por encima de 6.000 euros. "Hay que premiar el ahorro finalista y no puedes tratar todo el capital como salario", afirma Tusquets.

Si bien es cierto que la aportación media de los españoles en planes de pensiones es de tan sólo 700 euros anuales, la deducción máxima que un inversor se puede desgravar por este concepto es de 10.000 euros para los menores de 50 años y de 12.500 euros para los mayores de 50 años, siempre que no se supere el 30 por ciento de su salario en el primer caso y el 50 por ciento en el segundo. "Se debería aumentar el límite de los 10.000 euros porque a ciertos niveles no es interesante", afirma Carlos Orduña, presidente del Colegio de Economistas y Asesores Financieros. Se refiere a aquellos que, por cobrar rentas más altas, sí pueden aportar más al plan de pensiones (alguien independiente que cobre 30.000 euros netos al año dificilmente podrá aportar 10.000). Por el contrario, si una persona cobra 45.000 euros netos podría aportar hasta 13.500 euros al año pero de éstos sólo disfrutarían de ventajas fiscales los primeros 10.000. Y, aún así, no podría reducirse el tipo de su base imponible, ya que éste seguiría siendo superior a los 33.720 euros y, por tanto, su tipo marginal seguiría siendo un 37 por ciento.

Fomentar los planes de empresa

Es, sin duda, el caballo de batalla de todos y no es para menos si se tiene en cuenta que sólo cinco de cada 100 empleados tiene un plan de empleo (aquel que constituye la empresa para sus trabajadores). Algo de lo que simplemente disfrutan los españoles que o bien trabajen para una multinacional o bien estén empleados por una gran compañía española. "No es normal que un 95 por ciento de la población activa no tenga un plan de empleo. Hay que dar algún incentivo a las empresas para que los lleven a cabo como por ejemplo cubrir el 80 por ciento del coste que soporta la compañía para constituirlo. Los sindicatos han de darse cuenta de su importancia", afirma Aldama. Similares medidas propone Tusquets, que defiende la opción de que el trabajador aporte menos a la Seguridad Social obligando a la empresa a que destine la parte del sueldo que el empleado ya no destine al sistema público a invertirlo en un plan promovido por la empresa.

Mayor flexibilidad

La crisis fue el casus belli. No podía ser que existiera un producto como el plan de pensiones que contara con un candado a prueba, incluso, del paro. En julio de 2009 se aprobó que todos los que se quedaran sin trabajo y hubieran agotado ya las prestaciones sociales podrían rescatar su plan de pensiones. Pero, para algunos, no es suficiente. "Se debería dejar rescatarlo, por ejemplo, en caso de querer crear una propia empresa", afirma Orduña. Mayor flexibilidad se pide también en cuanto a los productos que se contraten. Es decir, no sólo se reclama una mejor fiscalidad para los planes de pensiones, también para productos que también contribuyen al ahorro finalista como PIAS, PPAs o seguros de ahorro. "Hay que permitir los traspasos entre productos análogos y entre países europeos", sentencia Ayala.

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