Sergio Imbert
Moscú, 23 mar (EFECOM).- El director ejecutivo de British Petroleum, John Brown, se reunió hoy con el presidente ruso, Vladímir Putin, durante una visita de cortesía que tenía como objetivo aclarar el futuro de los negocios de la petrolera británica en Rusia.
Formalmente, Lord Brown presentó a Putin al ejecutivo que lo relevará en agosto próximo, Tony Haiward, y le aseguró de que BP planea "ampliar su actividad en Rusia y su cooperación con las principales compañías rusas del sector de los hidrocarburos".
Haiward confirmó esas aspiraciones de cooperación, mientras que Putin destacó que la compañía privada británica "desarrolla sus negocios en Rusia, donde incrementa sus reservas, volúmenes de producción y beneficios", según la agencia Interfax.
Como trasfondo de esa reunión, la presa rusa destacó la "espada de Damocles" que pende sobre el negocio de BP en Rusia, donde tiene que escoger entre ceder al gigante estatal Gazprom el control de la petrolera mixta TNK-BP o perder la licencia de un importantísimo yacimiento de gas.
BP posee el 50 por ciento de TNK-BP y, según fuentes del Kremlin, no tiene objeciones a que los propietarios rusos del otro 50 por ciento -el Grupo Alfa, Access Industries y Renova- cedan su lote a Gazprom, aunque éste aspira a más y quiere "el control".
Pero los socios rusos se niegan a ceder su lote a Gazprom y "no aceptarán el trato salvo que reciban una orden directa de Putin o vean que les espera la suerte de Yukos", dijo un representante suyo al diario de negocios "Védomosti".
La fuente aludió así a la mayor petrolera privada rusa, hoy arruinada y en proceso de nacionalización, cuyo fundador y antaño el hombre más rico de Rusia, Mijaíl Jodorkovski, cumple una condena de ocho años en Siberia por delitos económicos que no reconoce.
Analistas de mercado estiman la capitalización de TNK-BP en unos 40.000-45.000 millones de dólares, y fuentes de Gazprom revelaron que han propuesto 20.000-25.000 millones de dólares, pero "sólo por el paquete de control" de la empresa mixta.
El problema radica en que la compañía británica, al obtener alguien el control (50% más una acción) de TNT-BP, ya no podría consolidar sus reservas, que disminuirían en un 10 por ciento.
Por otra parte, la Fiscalía rusa exige revocar la licencia de extracción a TNK-BP por supuestas violaciones sistemáticas de las normas ecológicas y de prospección, en un ataque que, según los expertos, busca obligarla a ceder a Gazprom el importante yacimiento siberiano de gas Kovykta.
Las reservas de Kovykta se estiman en 1,9 billones de metros cúbicos de gas, y su licencia de extracción pertenece la empresa Rusia Petroleum, en la que un 62,42 por ciento pertenece a TNK-BP, que se proponía exportar ese carburante a China y Corea del Sur.
TNK-BP no tiene más remedio que aceptar como socio a Gazprom, cuya entrada en el proyecto como accionista mayoritario "hará desaparecer las reclamaciones y servirá de garantía para el desarrollo del negocio gasístico de la compañía", dijo a "Vedomosti" Vladislav Metnev, analista de la inversora Troika Dialog.
Alexéi Kormschikov, de Uralsib, agregó que "para BP resulta mejor perder parte de sus reservas, que las licencias de las filiales gasísticas".
Los "deseos de cooperación" expresados por Brown a Putin parecen confirmar que BP ha optado por aceptar esas reglas de juego en Rusia y ocupar la misma postura pragmática que Shell, Mitsui y Mitsubishi.
Esas compañías anglo-holandesa y niponas, amenazadas asimismo con perder la licencia, terminaron cediendo a Gazprom el control del importante proyecto gasístico Sajalín-2 a cambio de 7.450 millones de dólares.
Otra confirmación de ello parece ser el hecho de que una filial de TNK-BP, Samotlorneftegaz, se apuntó hoy mismo a la próxima subasta de activos de la quebrada Yukos, junto a la petrolera estatal rusa Rosneft, hasta ahora único pretendiente y claro favorito.
Desde el punto de vista financiero, este paso contribuye a la venta de los activos a un precio más alto, mientras en lo político da visos de legalidad al polémico remate de Yukos y, en general, al creciente control estatal sobre el sector energético en Rusia.EFECOM
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