Empresas y finanzas

Los números rojos hunden a Delphi en Puerto Real: perdió 80 millones en un año

Cuando Delphi anunció su intención de cerrar su fábrica de Puerto Real, la más importante de las cinco que tiene en España, puso en marcha una bomba de relojería. La reacción fue inmediata: gritos, protestas en las calles, manifestaciones y reivindicaciones se sucedieron por parte de los afectados.

Todo por que la Administración intervenga y evite un cierre que podría dejar en la calle, para empezar, a los cerca de 1.600 empleados que trabajan directamente en la planta y a otros 2.300 que tienen empleos indirectos.

Las posiciones están muy enfrentadas, casi son opuestas. La compañía tiene un gran problema entre manos: una fábrica que, según dice, en sólo cinco años perdió 150 millones de euros. Aunque los sindicatos no se lo acaban de creer -"habría que ver cómo se hacen esas cuentas", dicen fuentes de Comisiones Obreras-, lo cierto es que la actividad de esta filial española, Delphi Automotive Systems, pierde dinero a raudales.

Un agujero de 80 millones

Las cuentas correspondientes al año 2005, las últimas disponibles, dejan en muy mala posición financiera a la empresa: ha perdido 80 millones de euros en 12 meses, lo que supone haber multiplicado sus pérdidas por más de ocho, ya que sólo un año antes perdía nueve millones de euros. Con los tres años anteriores, se supone que en total suman los 150 millones de euros antes mencionados.

Ahora hay dos temas sobre la mesa: por un lado están las subvenciones que Delphi recibió en los últimos años, más de 60 millones de euros que ahora se le reclaman en caso de que cierre la planta. La empresa no pudo aún confirmar qué tipo de subvenciones son y si ha cumplido todos los requisitos para recibirlas. De no ser así, tendría que devolverlas, bien en su totalidad, bien una parte proporcional.

Además, hay un compromiso industrial que se negoció en el último Expediente de Regulación de Empleo, a finales del año pasado, cuando Delphi Automotive Systems España alcanzó un acuerdo que afectaba a 300 empleados. A cambio, se comprometía a mantener la actividad de la planta al menos hasta el año 2010, según explican fuentes sindicales.

La Administración ya movió ficha y duda que este cierre sea legal. De hecho, la Junta de Andalucía envió un requerimiento notarial a las instalaciones de Puerto Real. Delphi reacciona: un portavoz oficial de la empresa asegura que "estamos intentando iniciar contactos con la Junta de Andalucía y con todas las partes involucradas". Lo que la multinacional tiene claro es que tiene que vender o deshacerse de las partes de su negocio que dan pérdidas.

¿De dónde viene la crisis?

Lo que le está pasando a Delphi en España es un pequeño reflejo de su verdadero problema, que además está en su propia casa, Estados Unidos.

Desde que Delphi Corporation -la matriz- se acogiera a la suspensión de pagos voluntaria en octubre de 2005, una verdadera tormenta ha descargado sobre la compañía que a día de hoy sigue sumida en la caótica situación de lidiar con los sindicatos, con General Motors; su principal cliente, y con los potenciales inversores que podrían dar el empujón necesario para que el suministrador de piezas pudiera seguir adelante con su plan de reestructuración.

De momento, no existe ningún atisbo que confirme que la situación podría mejorar a corto plazo. De hecho, la oferta realizada por las firmas de inversión Appaloosa Management LP, Cerberus Capital Management LP y Harbinger Capital Partners Master Fund I, que tientan con un total de 3.400 millones de dólares a Delphi para que solvente su crisis, ya dejó pasar una primera fecha límite el pasado 31 de enero y parece que la siguiente, prevista para mañana, tampoco contará con un acuerdo.

Efecto 'dominó'

El caso de Delphi tiene todos los elementos de la enfermedad crónica que ha mermado a los principales fabricantes automovilísticos que habitan Detroit, con el peculiar agravio de que el suministrador de piezas cuenta con un histórico cordón umbilical con GM, algo que finalmente le ha pasado factura.

En 1999, el fabricante automovilístico más grande del mundo se deshizo de Delphi, que hasta esa fecha formó parte de la compañía, en un esfuerzo por esconder un problema que no tardaría en pasar factura.

Con este panorama y con GM, su pulmón más importante lidiando con su propia herida y presentando en 2005 una pérdida de 10.600 millones de dólares, la catástrofe estaba asegurada. Cuando Delphi se acogió a las leyes de bancarrota en un tribunal de Nueva York y presentó su plan de reestructuración, que pretendía acabar con más de 30.000 trabajadores sindicalizados y sólo retener ocho fábricas de las 29 con las que cuenta en EE.UU, muchos se echaron a temblar.

La empresa no dudó en presentar una petición que cancelaría alrededor de 5.000 millones de dólares en contratos de suministro con GM alegando que podía continuar vendiendo productos sin obtener ingresos.

Los objetivos de la empresa

Además, el fabricante de piezas quiso evitar cumplir con las obligaciones contractuales con sus más de 34.000 empleados asalariados y sus 12.000 jubilados, algo que pronto hizo entrar en cólera a los sindicatos, en especial, a la Unión de Trabajadores del Automóvil, el más grande de la industria.

Por supuesto la amenaza de ir a la huelga puso contra la espada y la pared tanto a Delphi como a GM, que según los últimos datos supone el 43 por ciento de las ventas totales del suministrador de piezas. Delphi perdía el año pasado 4.000 millones de dólares.

La situación desencadenada en España por Delphi concuerda con los nuevos objetivos de la compañía. Su estrategia pasa por deshacerse de sus operaciones de direcciones, suspensiones y rodamientos, que han dejado de ser parte de su negocio principal. Y puesto que de momento no consigue vender su negocio a nadie (que es lo que busca la Administración), de momento sólo le queda cerrarlo.

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