
El Ejecutivo prevé tener listo en dos semanas el anteproyecto que definirá a la CNE y a la CMT. El borrador contempla crear la Comisión Nacional del Sector Postal y dar más poder al Parlamento
Al fin ha llegado. Dentro de dos semanas, el Gobierno prevé tener lista la promesa que realizó hace más de un año, el 14 de agosto de 2008. Ese día, el Consejo de Ministros se comprometió a presentar un proyecto de ley dirigido a reforzar la independencia de los organismos reguladores sectoriales.
Bajo este engorroso término se encuentran la Comisión Nacional de la Energía (CNE) y la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), además de la futura Comisión Nacional del Sector Postal (CNSP), ente que todavía no existe, pero que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero también se comprometió a crear. Y aspira a hacerlo dentro de esta nueva normativa.
El borrador del anteproyecto, al que ha tenido acceso elEconomista, contempla desligar a estos organismos de la supervisión del Gobierno, poder que pasará a ostentar el Parlamento, pero, a cambio, los someterá a la tutela de la Comisión Nacional de Competencia (CNC).
En concreto, la CNE, la CMT y la CNSP deberán coordinar todas sus actuaciones con el organismo presidido por Luis Berenguer, hasta el punto de tener que solicitarle un informe antes de dictar cualquier resolución, "sobre las circulares, instrucciones o decisiones de carácter general, en aplicación de la normativa sectorial correspondiente, que puedan incidir significativamente en las condiciones de competencia en los mercados".
A cambio, la CNC deberá tener la misma deferencia con los organismos sectoriales cuando analice o abra expedientes de control de concentraciones de compañías que operen dentro de sus correspondientes mercados. No obstante, el informe que realicen tanto la CNE, como la CMT o la futura CNSP no será vinculante.
Este nuevo esquema puede equipararse al que tiene actualmente el Consejo de Seguridad Nuclear por el hecho de que reporta directamente al Congreso. Sin embargo, este organismo no debe coordinarse con Competencia, lo que le confiere todavía mayor independencia.
Aunque el borrador marca ya las líneas maestras del anteproyecto, todavía están pendientes los últimos retoques sobre el grado de coordinación entre los reguladores sectoriales y Competencia. Entre otros motivos, porque el Gobierno quiere garantizar que la mayor independencia de la CNE, la CMT o la futura CNSP en ningún momento entre en conflicto con el organismo presidido por Luis Berenguer.
De ahí, que el anteproyecto contemple ya varios puntos dirigidos a fomentar la coordinación entre todos ellos. Por una parte, los presidentes de los cuatro organismos deberán reunirse, al menos, una vez al año para marcar las directrices generales que seguirán a la hora de tomar decisiones y establecerán mecanismos para coordinar sus actuaciones.
El presidente con mayor antigüedad será el responsable de convocar estos encuentros, elaborar el orden del día, facilitar la documentación necesaria y redactar un informe con las conclusiones del encuentro que hará público cada organismo regulador y la Comisión Nacional de Competencia.
Esta última carecerá de sillón en los encuentros que realicen, en privado, los supervisores sectoriales para cooperar más entre ellos. En estos encuentros, que también tendrán periodicidad anual, participarán los presidente de la CNE, la CMT y la CNSP, junto con los consejeros de cada organismo que se consideren necesarios.
Detrás de estas reuniones está el deseo de establecer un frente común de los tres entes, que tendrán en estos encuentros la oportunidad de establecer estrategias conjuntas y respuestas comunes a las iniciativas y directrices que marque el Parlamento o el Gobierno.
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