
En un tiempo récord de 40 días, el fabricante de coches General Motors ha conseguido pasar por la vicaría y emprender una nueva aventura de la mano del Gobierno estadounidense. Un matrimonio que da pie a una nueva era dentro del sector automovilístico norteamericano y pone fin a la forma convencional de hacer negocios en Detroit.
Al menos esas son las intenciones de Fritz Henderson, el consejero delegado de la nueva General Motors, quien ayer aseguró en una rueda de prensa que la compañía centrará toda su atención en sus consumidores y, sobre todo, en sus productos. Después de agradecer a todo el mundo implicado en las negociaciones "el apoyo y el duro esfuerzo" de los últimos meses, Henderson dejó claro que los últimos cien días han demostrado que "una compañía caracterizada por su falta de reacción ha conseguido evolucionar muy rápido".
Pese a las dudas de propios y extraños, la transformación de larva a crisálida de GM se ha producido en un tiempo récord, aventajando en tres días el proceso de bancarrota de su competido Chrysler. El nuevo cisne de la automoción estadounidense quiere brillar gracias a la fabricación de "coches y camiones de consumo eficiente, calidad, desarrollo de energías limpias y un diseño impactante", alardeó su capitán. De hecho, subastará coches online de la mano de un nuevo acuerdo con el portal de subastas en la Red eBay.
De momento, la compañía sigue conservando señales características de su pasado, como su logotipo, que podría cambiar su color del azul al verde, como señal de su nuevo compromiso con el medioambiente. Eso sí, su deuda ha quedado reducida a 48.400 millones de dólares y sus activos menos rentables han quedado bajo supervisión del tribunal de bancarrotas.
El consejero delegado de GM anunció que la compañía devolverá los cerca de 50.000 millones de dólares que debe a los contribuyentes antes de 2015.
Preguntas sin resolver
Aún así todavía quedan muchas preguntas por resolver. Durante el primer día de vida de la nueva GM, después de que ayer se completara la venta de activos saneados a una nueva entidad en la que el Gobierno de EEUU posee una participación del 60,8 por ciento, no dio respuestas concretas sobre si, por ejemplo, los ejecutivos de la nueva compañía mantendrán sus puestos de trabajo. Henderson adelantó que se han producido nueva restructuraciones que podrían haber eliminado algunos puestos dentro de la cúpula directiva.
La Administración Obama quiso quitar hierro al asunto sobre su participación mayoritaria y dijo que pasará a ocupar un segundo plano en lugar de una supervisión diaria como ha venido haciendo desde que la compañía se cobijó bajo la suspensión de pagos el pasado 1 de junio.
Por su parte, el presidente del consejo de la nueva GM, Edward Whitacre, dejó claro que posee los "fundamentos" para tener éxito, "después reducir su deuda".