Empresas y finanzas

El principio del fin en la Familia Salazar

Los escándalos han obligado a esta familia, descendientes de un emigrante vasco que se marchó a México en 1934, a abandonar sus puestos en SOS y en la constructora Cleop

Si Jesús Salazar del Río, fundador del grupo SOS fallecido hace tres años, pudiera ver a cuatro de sus catorce hijos -Jesús, Jaime, Alfonso y Encarnación- enfrentados ahora a una querella ante la Audiencia Nacional por apropiación indebida y gestión fraudulenta al frente de la compañía, seguro que se echaba a temblar.

Este empresario, que nació en 1914 en el vizcaíno Valle de Carranza, y que con apenas 20 años tuvo que emigrar a México, es el patriarca de una saga que consiguió llegar a lo más alto, pero que en los últimos años ha protagonizado un escándalo tras de otro y puede acabar de la noche a la mañana perdiéndolo todo. En la última década, en plena expansión de la economía española, crecieron a base de talonario, endeudándose hasta el límite para hacer adquisiciones con las que crear un imperio empresarial, y duplicar cada tres años su tamaño. Ampliaciones de capital, créditos... Nada les importaba. La banca -especialmente las cajas de ahorros- les respaldaban. Y su ambición no tenía límites. Empresas como Cuétara, Koipe, la italiana Bertolli, líder mundial del aceite, o incluso una participación en Martinsa Fadesa, iban reforzando ejercicio tras ejercicio su reino. Todo hasta hace un año, cuando las deudas empezaron a apretar y, presuntamente, empezaron a desviar dinero para algo que no han podido evitar: el embargo de los acreedores.

La señal de alarma de que algo no funcionaba saltó hace poco más de un año. En mayo de 2008, Roberto Salazar, entonces director financiero de SOS y segundo accionista de la Compañía Levantina de Obras Públicas (Cleop), se vio obligado presentar su dimisión como consejero de la firma tras provocar un desplome en la acción de la compañía en plena junta de accionistas.

La venta de títulos por parte de entidades financieras con las que tenía suscritos créditos avalados por las propias acciones de la constructora arrastraron a ésta a una situación muy delicada. Roberto Salazar, que tuvo que abandonar SOS, reconocía días después que estaba ahogado por las deudas y comunicaba a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que su sociedad Assistant Works había presentado el concurso de acreedores "como única vía de proteger los derechos de los trabajadores, acreedores y socios".

Casualmente, en ese mismo momento, dos de sus hermanos, Jesús y Jaime, máximos accionistas de SOS, en la que figuraban como presidente y consejero delegado respectivamente, empezaban a negociar también la entrada de un fondo libio en el capital para intentar sanear sus finanzas. Como Roberto, estaban agobiados por los créditos, y según ha denunciado ahora la empresa, empezaron a desviar hasta 230 millones de euros a sociedades particulares con el único objetivo de arreglar sus cuentas.

Tanto ellos como su hermana Encarnación, vicepresidenta del Gran Hotel Velázquez, otra de las propiedades familiares, han tenido que abandonar sus puestos en el consejo del gigante alimentario, dejando en entredicho toda su gestión durante los últimos años.

Dueños también de una participación del 3,1 por ciento de Martinsa Fadesa y del 7 por ciento de Inversiones Ibersuizas, Jesús y Jaime Salazar se han visto obligados, como su hermano Roberto, a presentar el concurso de acreedores en todas sus sociedades patrimoniales para evitar el embargo.

Consulte la información completa en la edición de fin de semana de diario elEconomista.

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