
"En apenas tres años, FCC ha tenido tres presidentes diferentes". Dicha así, fuera de contexto, esta frase puede dar a entender que esta compañía tiene problemas para retener a sus primeros espadas. Nada más lejos de la realidad, como se pudo constatar la semana pasada en Barcelona, durante la celebración de la Junta General de Accionistas del grupo.
Allí estaban Marcelino Oreja y Rafael Montes, antecesores de Baldomero Falcones en el primer sillón del grupo de infraestructuras. También estaba José Ignacio Martínez-Ynzenga al lado de Dieter Kiefer, el ayer y el hoy en la presidencia ejecutiva de Portland Valderrivas.
La renovación directiva
Y arropada por todos ellos, Esther Koplowitz, principal accionista de FCC (FCC.MC) y cerebro de la renovación directiva que está viviendo la compañía. El último capítulo, por el momento, de los cambios diseñados por Koplowitz, se escribió el pasado jueves 12 de junio, con el nombramiento de Juan Béjar como presidente de GlobalVía, la filial de concesiones del grupo, en alianza con Caja Madrid.
Director del fondo de infraestructuras de Citi (C.NY) y ex vicepresidente de Cintra <:CIN.MC:>, Béjar encarna a la perfección la renovación directiva que está llevando a cabo Koplowitz en FCC, dirigida hacia perfiles más internacionales y financieros; y también forzada por la elevada edad media de la ejecutiva anterior. Pero se trata de una transformación tranquila, sin pisar callos y sin salidas traumáticas. Porque aquí nadie sobra. Al menos para Koplowitz.
Novedad y experiencia
La empresaria siempre ha valorado la fidelidad de sus directivos, consciente de que juntos han lidiado muchas batallas, con el ingrediente de que en varios casos éstas superaban el terreno meramente empresarial y alcanzaban el personal.
Juntos tomaron las riendas de FCC cuando Esther y su hermana Alicia se divorciaron de los Albertos; juntos afrontaron la marcha de la menor de las Koplowitz y de la multimillonaria compra de su participación; juntos buscaron el apoyo de Vivendi para seguir controlando la mayoría del capital; y juntos supieron romper con los franceses cuando vieron que tenían la oportunidad de dejar de ser un gigante español para convertirse en un gigante internacional. Demasiadas experiencias para dejarlas olvidadas en el cajón.
Pero tampoco se puede vivir eternamente del pasado, sobre todo, cuando todas estas vivencias han transformado por completo la realidad de FCC. Si la compañía ha cambiado, su cúpula también debe renovarse. Y ésta, para qué negarlo, también está deseando desligarse un poco del día a día, tras haber más que superado la edad de jubilación.
Un simple dato ayuda a comprender la metamorfosis vivida en poco tiempo por esta compañía. Hace tres años, el negocio internacional apenas representaba el 10% del negocio del grupo; el año pasado ya superó el 40%; y en 2010 aportará más de la mitad de los ingresos.
Perfil internacional
El cambio de dimensión experimentado por la empresa de Koplowitz en los últimos tiempos exige un perfil directivo más internacional. Y no sólo en los sillones presidenciales, sino también en la siguiente línea directiva, como está ocurriendo.
El cambio comenzó en octubre de 2007, con el nombramiento de Víctor Pastor como director general de Finanzas. Procedente de Londres, donde ocupaba la Dirección de Financiación Corporativa del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, su llegada a FCC estuvo acompañada por la de Gérard Ries, quien estrenó el cargo de Controller Internacional.
Apenas dos meses después se oficializó el nombramiento de Baldomero Falcones como consejero delegado del grupo, con la vista puesta en asumir la presidencia ejecutiva seis meses después, en el verano de 2008.
Había empezado la revolución, que siguió con un movimiento similar en Portland, con el fichaje de Dieter Kiefer; continuó en abril de este año, con el nombramiento de Francisco Martín Monteagudo como director deneral de Recursos Humanos, y de Antonio Gómez Ciria como director general de Administración y Tecnologías de la Información; y puso la guinda con el fichaje de Béjar para GlobalVía.
Todos estos ejecutivos se caracterizan por tener un perfil más financiero que sus antecesores. Frente al ejecutivo forjado bajo el sol de la obra y con un profundo conocimiento del negocio constructor, los nuevos tiempos exigen directivos más horizontales, expertos en estrategia y gestión, por encima del sector de actividad concreto de la compañía.
Un progresivo giro
El progresivo giro hacia las concesiones y las compras apalancadas ayuda a entender la necesidad de contar con financieros; mientras que el inmenso abanico de oportunidades que abre un mundo cada vez más global explica la importancia de tener estrategas, capaces de ver un negocio en cualquier parte del mundo.
Sin embargo, también es cierto que un mercado tan conservador como es la construcción, donde la forma de negociar con el principal cliente, la Administración Pública, exige mucho más que un MBA y tres idiomas para salir airoso, recomienda seguir contando con la vieja guardia, esa que cumple a la perfección el dicho "sabe más el diablo por viejo que por diablo".
Ahora está por ver si esta renovación directiva llega también a las mujeres.