Empresas y finanzas

Las bases del nuevo capitalismo: los malos tiempos son los mejores para empezar un negocio

Mike Moritz y Steve Bicknell son dos hombres en dos extremos muy distintos de la escalera capitalista. Moritz, oriundo de Cardiff, es uno de los amos de Silicon Valley, calificado por la revista Forbes como el inversor más astuto del mundo por haber escogido caballos ganadores como Google o YouTube, amasando una fortuna calculada en 500 millones de libras.

Bicknell trabaja en un pequeño despacho de West Sussex y acaba de enterrar 200.000 libras de su propio dinero en el lanzamiento de una nueva editorial infantil. Que llegue a recuperarlo dependerá de hasta dónde puedan llegar las ventas de La cobaya más fuerte del mundo y otros títulos parecidos.

Pero a ambos les une un único pensamiento: pese a los avisos apocalípticos de la depresión global, el colapso hacia el estancamiento permanente y la réplica de lo peor de los años treinta, es un momento idóneo para urdir el futuro del capitalismo.

Detectar los negocios

"En los malos tiempos, aunque probablemente ninguno de nosotros hayamos vivido nada tan difícil como lo que se supone que vamos a atravesar ahora, el tipo de persona que monta un negocio por las razones correctas sigue ahí", dice Moritz. "Con este panorama, se puede mirar a través del camuflaje del boom y detectar los negocios que realmente pueden triunfar".

Seguramente, Bicknell es justo el tipo de persona en que está pensando Moritz. Un hombre motivado y testarudo que dirigía un pequeño negocio de venta de calendarios infantiles hasta que, este año, ha dado el salto hasta transformarlo en una aventura editorial a gran escala.

"Evidentemente, las perspectivas económicas son preocupantes", reconoce. "Pero en Reino Unido se venden 36 millones de libros infantiles todos los años y nuestros productos estarán por debajo de las diez libras, por lo que sólo necesitamos una porción minúscula de ese mercado".

Lo más probable es que vuelva a pasar lo mismo y el capitalismo de los próximos 25 años será muy diferente al del cuarto de siglo pasado.

Estará creado desde abajo por emprendedores que descifrarán nuevas formas de usar los recursos, trabajadores que alterarán sus prioridades y consumidores que cambiarán lo que compran y lo que están dispuestos a pagar por ello. Pero el capitalismo, básicamente, se trata de personas que producen y venden cosas, y todos los datos sugieren que las industrias globales dominantes serán muy diferentes cuando esta crisis haya pasado.

Las reacciones a la crisis

Tom Nicholas ha dedicado buena parte de la última década a estudiar cómo los negocios se ven obligados a cambiar de rumbo para responder a las crisis. Primero en Oxford y más recientemente como profesor en la escuela de negocios de Harvard, ha analizado la forma en que la tecnología, el mercado bursátil y la economía interactúan para determinar la clase de empresas que prosperan y las que no.

Después de tanto tiempo, si hay algo que tiene claro es que los grandes negocios pueden emerger hasta en los peores momentos. "No es necesariamente más fácil lanzar nuevos negocios durante una recesión, pero es importante señalar que la innovación y la iniciativa no se detienen durante las crisis en el ciclo comercial, aunque con frecuencia se suponga que es así", asegura.

"Hay toneladas de ejemplos", comenta Nicholas. "En 1937, el 40 por ciento de las ventas de DuPont procedían de productos que no existían antes de 1929 como el rayón, los esmaltes y la película de celulosa. Fue necesario un plan agresivo de I+D en todo su porfolio de productos durante una época de inseguridad en cuanto a la amortización de la inversión. También está el caso de RCA, que invirtió copiosamente en I+D de televisión durante los años treinta, mientras IBM abría un nuevo laboratorio de investigación en el punto más bajo de la depresión".

Paradójicamente, las grandes empresas tienen, quizá, más probabilidades de surgir en los malos tiempos que en los buenos. Si nos fijamos en el boom británico de los últimos diez años -la expansión ininterrumpida más larga de hace varios siglos, como Gordon Brown recuerda-, sorprende la poca cantidad de auténticos emprendedores que aparecieron. Sir Philip Green fue el mayor éxito de la década pero, aunque astuto empresario, en realidad es un comerciante de activos existentes y no un creador de nuevos. Al contrario, fueron los dirigentes de grandes bancos y comercios quienes acapararon los titulares. Ninguno de ellos era una nueva empresa.

Tres factores que ayudan

Ésas surgen cuando se borra la pizarra. En una depresión profunda, ocurren tres cosas que empujan a los nuevos negocios e industrias. En primer lugar, todas las materias primas que hacen falta para empezar, de repente, se vuelven mucho más baratas. Las tiendas, fábricas y mano de obra dan un bajón en los precios. Después, las grandes empresas se abren más a la innovación. Con los márgenes sometidos a mucha presión, comienzan a recortar costes, pero enseguida se dan cuenta de que sólo pueden permanecer en el mercado si producen cosas nuevas de una manera más inteligente. Por último, las alternativas se evaporan. No tiene mucho sentido abrir un negocio propio cuando se puede ser millonario antes de los treinta negociando derivados de Merrill Lynch. En tiempos de desolación, sin embargo, hay que inventarse el propio futuro.

Desde su despacho en Boston Consulting Group en Montreal, George Stalk ha observado algo muy interesante. El autor de Five future strategies you need right now y asesor de una serie de multinacionales ve que las grandes empresas se están volviendo locas por la complejidad de trasladar tantos productos alrededor del planeta.

Puertos, aeropuertos, rutas marítimas y carreteras se congestionan -y encarecen- a medida que aumenta la cantidad de productos y materias primas transportadas de un continente a otro. "Si no fuera por la recesión, veríamos enormes cuellos de botella en la oferta", asegura. "Y, cuando la demanda se recupere, volverán".

"Muchos de nuestros clientes nos dicen que ya no quieren abastecerse tanto de China", explica. "Prefieren obtener sus productos de México si están en EEUU o de Europa del Este si están en el oeste".

Predice que la globalización, una de las tendencias dominantes de la última década, está a punto de emprender la marcha atrás. En lugar de fabricarlo todo en China y Turquía, estamos a punto de hacer trizas el reglamento y traer la producción de vuelta a casa.

En Londres, David Suratgar, financiero profesional del Banco Mundial y el Deutsche Bank, acaba de lanzar una nueva aventura, Medicapital, con el apoyo de varios peces gordos de la City como Stanislas Yassukovich, ex director para Europa de Merrill Lynch, y Bernard Asher, antiguo presidente de la banca de inversiones de HSBC. Su objetivo: canalizar el dinero de los mercados globales del capital hacia África.

La próxima gran oportunidad

Suratgar recuerda que "a principios de año me invitaron a Estados Unidos para dar una charla en una conferencia de JP Morgan con todos sus clientes importantes, lo que en ese sector quiere decir cualquiera con 500 millones de dólares o más para invertir", aclara. "Había una sala con una presentación sobre China y la mía. La de China estaba prácticamente vacía y la nuestra a rebosar, lo cual me sorprendió. Todas aquellas personas estaban buscando la próxima gran oportunidad".

¿Cuál cree Moritz que será? "Quien le diga lo que traerá el futuro probablemente haya pronosticado ya quince de las tres próximas grandes oportunidades", bromea, y probablemente él tiene más autoridad para hacerlo que cualquier otro.

"Pero si nos fijamos en los movimientos diarios de la economía, ya se ve la clase de industria que dará forma a la próxima ola de expansión global y, finalmente, nos sacará de la recesión".

Lo realmente interesante es el cambio en la conducta del consumidor. En Alemania, donde se pirran por los grandes Mercedes y BMW, son los coches modestos, como el Opel Corsa y el Fiat Punto los que están experimentando grandes subidas de ventas -el Corsa un 300 por cien este año-. Un siglo después de que Henry Ford lanzara su Modelo T, esta crisis traerá el fin de la economía del petróleo.

En Estados Unidos, Barack Obama está soltando dinero en los nuevos trenes de alta velocidad, la investigación sanitaria y la energía renovable, ofreciendo montones de oportunidades a los emprendedores.

¿Dónde estarán las súper oportunidades de los próximos 25 años? En la información de al lado se pueden encontrar algunas pautas interesantes al respecto. De lo que podemos tener certeza es que las industrias del futuro las moldearán a base de martillazos, los empresarios incansables que se aferren a cualquier oportunidad .

"Sólo necesitamos poner nuestros productos en las tiendas", explica Steve Bicknell. "El negocio editorial infantil no es agradable y nunca lo ha sido. A veces hacen falta cuarenta emails y llamadas sólo para conseguir una reunión con un comprador. Es cuestión de constancia, constancia y más constancia. Eso es lo que tenemos a nuestro favor". Y es también lo que tiene a su favor el capitalismo.

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