La presidenta de Punto Blanco y Corporación Empresarial Valls lleva la discreción al extremo
Su nombre ha saltado a la palestra por un presunto romance con un conocido banquero. Incluso se ha hablado en los mentideros financieros de Madrid que podría haber boda en breve. De ser así, Marta Valls se vería, muy a pesar suyo, obligada a prescindir de su timidez y a soportar unos medios de comunicación a los que detesta.
Ser empresario y ser extremadamente discreto forma parte del ADN de la clase industrial catalana. Si además se trata de una mujer y heredera de un importante grupo textil, el mutismo se multiplica por dos.
Marta Valls es la presidenta ejecutiva de Corporación Empresarial Valls, una sociedad que actúa de cabecera de un grupo con sede en Igualada (Barcelona) y que mantiene actividades en dos sectores: artes gráficas y textil. En el primero, el grupo cuenta con la empresa Grafopack y en el segundo se encuentra Industrias Valls, una compañía conocida sobre todo por comercializar la marca de ropa interior Punto Blanco. Otras marcas de esta sociedad son Cóndor y Donna.
Una saga familiar
El origen del grupo es textil. En 1948, Pere Valls creó Industrias Valls, especializada en género de punto, que comercializaba bajo la marca Punto Blanco. Tras la muerte del patriarca, sus cinco hijos heredaron un grupo industrial cuya facturación agregada se sitúa hoy cerca de los 100 millones de euros y que da empleo a un millar de personas. La compañía vende sus productos en más de 30 países y las ventas fuera de España suponen más del 15% del total.
Marta Valls forma parte de esos cinco herederos. Además de ella, Manuel, María, Clara y David forman parte del consejo de Corporación Industrial Valls. Sin embargo, Marta y Manuel son los dos hermanos que asumen mayor responsabilidad en la gestión del grupo, ya que las otras dos hermanas han optado por el negocio de la farmacia o el diseño.
"Siempre tuve la vocación de presidenta ejecutiva de una empresa familiar, pero mi deseo no se hubiera cumplido sin la amplitud de miras de mis padres y la generosidad de mis hermanos. Ellos han aceptado de forma natural que yo fuera la sucesora de mi padre. Si nos basamos en la tradición monárquica, los hombres tienen que de asumir el liderato por obligación y mis hermanos han aceptado romper estos esquemas", explicó Marta Valls en una de sus pocas intervenciones públicas.
Lo cierto es que Marta Valls ya fue consejera delegada y vicepresidenta de la compañía cuando su padre la presidía. En aquella época le tocó demostrar que era la mejor. Se casó y tuvo que sacar adelante a dos hijos pequeños. Toda esa dedicación también le costó un divorcio y el temor a que sus hijos algún día le reprochasen que ha dedicado más tiempo a la empresa familiar que a ellos.
Las circunstancias la han convertido en un adalid de la mujer trabajadora, con un cierto mensaje feminista. "No puede ser que las chicas deban sacrificar su maternidad para triunfar en el mundo de la empresa", asegura.
Otro de los estigmas que la han perseguido a lo largo de su carrera ha sido el de que la vean como una mujer guapa. Incluso en el Insituto de la Empresa Familiar le han llegado a decir "oh, por fin una cara bonita" y eso, con razón, le ofende. Aunque tambien hay algunas veces que ayuda.