El colapso de los puertos y el embotellamiento logístico derivado del covid trastoca el aseguramiento del transporte y de la carga atascada en tránsito. La situación se está traduciendo en subidas de las primas, una reducción en la capacidad de aseguramiento porque hay menos apetito por parte de las aseguradoras para determinados riesgos y las empresas tropiezan además con la imposibilidad de cubrir ciertas eventualidades que deben atender más que nunca vía reaseguro, con provisiones de fondos o, incluso, replanteándose algunas decisiones.
El ejemplo más claro se deriva de los retrasos. Las pólizas de transportes cubren daños provocados por eventualidades como que se moje la carga, se golpee el contenedor, se hunda el buque o se incendie el camión, pero no se hacen cargo de la pérdida de calidad, por ejemplo, en productos perecederos por los retrasos en las entregas.
"¿Se podía cubrir con una extensión expresa? Sí, se podía cubrir. Pero el seguro parte de la probabilidad y si un riesgo hace dos años era poco probable, pues era fácil que alguien te lo asegure. ¿Qué nos pasa ahora? Que ese riesgo de daños derivado de retrasos de productos perecederos es casi cierto. Si envías ahora un caqui a Sudamérica posiblemente llegue mal porque va a haber retrasos en el puerto de carga. No son riesgos nuevos, pero ahora están con mucha más probabilidad y es mucho más complicado que un asegurador los asuma", explica el Manager de Marsh España en Marine & Energy, Javier Casells.
"El asesoramiento, al final, se ha tornado aquí diferencial, tanto para intentar cubrir lo máximo como para tener muy claro que no está cubierto. Esta es la otra parte de nuestra labor como bróker: explicar lo que no está cubierto para que el cliente lo tenga claro y haga su provisión de fondos o su composición de lugar para estar más tranquilos", aconseja.
Entre las coberturas sometidas a ajustes por los atascos logísticos figuran también las cláusulas de tránsito que aseguran las mercancías durante un trayecto de hasta 60 días. Pasado ese plazo ya no hay garantía y eso mueve a prescribir también extensiones en las coberturas.
Un tercer supuesto son los límites asegurados para la carga de los barcos, ya que ahora se aprovecha la capacidad de los megabuques para transportar muchos más contenedores multiplicando el riesgo y las necesidades de aseguramiento.
El fuerte embotellamiento endurece las condiciones de aseguramiento y va para largo
La situación se ha complicado en lo que Casells llama "la tormenta perfecta" porque se ha pasado de una ralentización en los transportes derivada de la crisis provocada por el covid y los ERTE, con puertos trabajando a menos de su potencial, a que "de pronto se ha echado todo el carbón a la máquina y todo el mundo se pone a funcionar", con "un aumento brutal de la demanda" y puertos aún cerrados en China por los protocolos anticovid.
El fuerte embotellamiento ocasiona, en síntesis, un endurecimiento en las condiciones de aseguramiento y podría ir para largo. "Imagino que 2022 seguirá siendo un año complicado", augura Casells ya que las propias navieras creen que habrá que esperar a la segunda parte del 2022 para ver mejoras en los cuellos de botella y los siniestros llevan además cierto decalaje.