
El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana que capitanea Raquel Sánchez presentó al calor de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y los fondos europeos Next Generation UE, un programa, denominado Mercancías 30, que pretende alcanzar el 10% de cuota de mercado para el transporte de mercancías por ferrocarril. El cumplimiento de este objetivo para el año 2030 supondría duplicar la cuota actual de tonelada por kilómetro neta, que se sitúa en apenas un 4%. Además, si este porcentaje se calcula sobre las toneladas netas, sería de apenas el 1,22%, según los datos de la CNMC.
Este plan, presentado por el Ministerio de Transportes hace apenas unos días a las empresas del sector, persigue un cambio modal a la hora de mover las mercancías apoyándose en su elevado potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la eficiencia del transporte terrestre. En concreto, desde la cartera que encabeza Sánchez justifican que el transporte sobre las vías es casi cinco veces más eficiente que la carretera y sus emisiones directas son doce veces menores en pauta no urbana.
Para conseguir este cambio, se invertirán más de 8.000 millones de euros en los próximos años, la mayor parte de ellos canalizados a través del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR). Las principales líneas de actuación serán el fomento de la intermodalidad y la modernización y mejora de los nodos de distribución. Las mejoras harán especial hincapié en la transformación de las terminales, las conexiones ferroportuarias y la digitalización, si bien también tendrá una parte crucial de ayuda a las empresas que operan en el sector y que contarán con una dotación cercana a los 900 millones de euros.
Pero estos objetivos de modernización y trasvase de mercancías de la carretera al ferrocarril que persigue el recién presentado plan no son nuevos. La liberalización ferroviaria que se comenzó a ejecutar con la entrada de empresas privadas en el año 2007 también tenía como fin conseguir este trasvase.
En cambio, y como se puede ver en el gráfico, más allá de acercarse a este objetivo, los números muestran que en estos quince años ha ocurrido justo lo contrario. En 2007 se pusieron sobre las vías trenes de ACS, que bajo el nombre de Construrail, llevó a cabo la primera incursión privada en el mercado español. Entonces la demanda fue de 31,2 millones de toneladas brutas y la oferta de 76,4 millones. Además, la cuota de mercado de ferrocarril en toneladas netas apenas era del 1,07%.
Tanto la demanda como la oferta de mercancías por ferrocarril han sufrido varios vaivenes desde entonces. pero las cifras nunca llegaron a superar las de aquel 2007 en el que se esperaba una revolución en el sector que se ha demostrado fracasada y las empresas han denunciado en numerosas ocasiones.
La cuota de mercado tampoco ha corrido mejor suerte. Tras las leves subidas que experimentó en los primeros años de la liberalización y que apenas llegaron a unas décimas, en 2014 llegó a su pico y desde entonces no ha hecho más que perder trozos de la tarta que han vuelto, de acuerdo con los datos del regulador de la Competencia, a la carretera.
Los camiones, en cambio, también perdieron cuota en los primeros años de la apertura del mercado ferroviario, pero esta parte de la cuota se movió hacia el mar, que se ha incrementado en casi diez puntos en quince años.
En cuanto a la entrada de nuevos operadores, los objetivos se cumplieron. La competencia llegó a las vías. En cambio, Renfe sigue dominando claramente el mercado quince años después y ahora debe compartirlo con otros como Acciona Rail Services, Captrain, Continental Rail, Ferrovial Railway, Logitren Ferroviaria, Low Cost Rail, Tracción Rail, Transfesa, Transitia y Medway.
Comparativa con Europa
Las cifras que persigue conseguir España con el recién presentado plan Mercancías 30 en los próximos ocho años todavía se quedan muy lejos de las que actualmente tienen en el resto de Europa. Tanto es así que, de acuerdo con la Comisión Europea, el tren ya alcanza el 17,4% de media en los países miembros. La UE fijó como objetivo conjunto, que en el año 2030 se sustituiría el 30% del transporte por carretera a distancias superiores a los 300 km por el ferrocarril.