
Muchas enfermedades infecciosas han llegado a través de animales, como ha podido ser el caso del coronavirus. En España, Zoetis ha apostado por el país para aumentar la fabricación en su planta de Olot (Gerona).
¿Cuál es la presencia de la compañía en España?
Somos una compañía biomédica especializada en salud animal. Surgimos como una escisión de Pfizer y se constituyó como Zoetis en el año 2013. España juega un papel estratégico para la compañía por dos motivos. El primero es que tenemos una representación muy completa en el país. En la parte comercial somos 150 colaboradores. La parte de producción está ubicada en Olot, Gerona, con 250 trabajadores. Después tenemos un centro de investigación situado en la misma localidad con un grupo de 40 personas. El segundo factor es porque la compañía está organizada en clusters y España es la sede del sur de Europa, que engloba a nueve países, de Portugal a Moldavia.
¿Qué planes tienen para la planta de Olot?
Tenemos la intención de potenciar en el futuro con 100 nuevas contrataciones en los próximos tres años. Esto está motivado por una inversión importante para ampliar la capacidad productiva.
¿De qué inversión estamos hablando?
La inversión, que comenzó hace dos años, culminará en 2023 y es de 50 millones de euros. Lo que se pretende es incrementar la producción de manera significativa, en un 60%. A finales de 2022 debemos alcanzar las 35 millones de unidades producidas. Esto implica que la fábrica de Olot será de las más potentes de la compañía a nivel mundial.
¿Qué se produce en la fábrica de Olot?
Fundamentalmente medicamentos farmacéuticos y vacunas. El peso de los primeros es mayor que el de las segundas, por una especialización que estamos llevando a cabo. Por lo tanto, engloba desde antiparasitarios, antiinfecciosos, dolor e inflamación, oncología... Toda la gama que tiene Zoetis con la excepción de las vacunas, donde tenemos una producción más residual porque existen otras plantas de Zoetis más especializadas en ese aspecto.
¿Cuál es la balanza comercial de la compañía en España?
Nosotros exportamos entre el 80 y el 85% de la producción. El resto es consumo interno. La especialización de las plantas productivas es una constante. Por eso hay plantas especializadas en productos biológicos y otras en farmacológicos. Lo que ha ocurrido en Olot es que en los últimos 20 años su importancia ha ido creciendo. Al principio fabricábamos de todo en pequeñas cantidades para abastecer a España. Otra cosa importante que tenemos es el centro de investigación y desarrollo que también tenemos en Olot. Ahí sí que se hace muchas investigación de producto biológico porque por la situación que tenemos geográfica; España es la puerta de entrada a Europa de posibles enfermedades que pueden entrar vía África.
En el último año y medio, en España ha habido muchas plantas de salud animal que hacían vacunas y se han especializado también en uso humano. ¿Por qué no habéis apostado por esa estrategia?
Nosotros nos pusimos al servicio del Gobierno de España al principio de la pandemia para colaborar. Una de las cosas que hicimos en la planta de Olot fue dar soporte técnico, haciendo análisis del Covid a toda la población de Olot, incluyendo el hospital. Tuvimos apoyo directo en la parte asistencial pero como compañía no tenemos la vocación de entrar en salud humana. Precisamente fuimos una escisión de Pfizer y ese proceso es irreversible.
En cualquier caso, hay muchas vinculaciones entre salud animal y salud humana. Uno de los problemas graves es la resistencia a los antibióticos. ¿Se ha hecho mucho abuso en las granjas con antibióticos?
Hay dos temas interesantes en esta pregunta. Uno de ellos es la relación en el mundo de la salud. Nosotros estamos muy sensibilizados por el concepto de One Health. Es decir, entender que se hablamos de salud no es patrimonio ni de médicos, ni de veterinarios ni de farmacéuticos; es un concepto global que atañe a salud humana, animal y medioambiental. La degradación del medio ambiente produce nuevas enfermedades. Con respecto a las resistencia a los antibióticos, es cierto que existe y tenemos que atajar el problema. Es muy importante porque las bacterias resistentes provocan que muchos pacientes no puedan ser tratados adecuadamente o no respondan al tratamiento. Es un tema delicado. Los antimicrobianos en el uso animal se ha reducido mucho en los últimos años. Entre los años 2014 y 2019 ha caído un 60%.
¿Las resistencias afectan también a los animales?
No es tan fuerte como en humanos porque el uso en animales es menos intensivo. Sí que es verdad que trabajamos en investigar y desarrollar medicamentos que sean totalmente diferentes para ser usados solo en animales. Hasta ahora, en el 95% de los casos, los antibióticos humanos servían para animales porque los patógenos son los mismos.
¿Qué papel puede jugar una empresa veterinaria como aviso de pandemias que vengan de animales?
Una de las cosas que hemos aprendido con esta pandemia es que no se pueden poner barreras entre animales y personas. El 70% de las enfermedades contagiosas en el humano son de origen animal. Cuanto antes las podamos detener en los animales habrá menos posibilidades de que se transmitan a humanos. Pero hay epidemias como la fiebre porcina donde el problema es económico, porque se acaba la producción.