Empresas y finanzas

La lucha incansable para asegurar el suministro de medicamentos

  • Miguel Pagán, director de operaciones de Stada, recuerda lo peor de la epidemia

Hace algo más de un año que comenzó una de las peores pesadillas que se han vivido en Europa. A medida que un virus desconocido se colaba entre las fronteras de los países para sembrar de terror a las poblaciones, el reloj del mundo se detenía, las calles se vaciaban y la vida se paralizaba. Incertidumbre, miedo, ansiedad... Esos eran los sentimientos que se adueñaban de la ciudadanía mientras los infectados se contaban por miles y los muertos por centenares.

En aquellos primeros instantes, parecía que Europa estaba desamparada ante el virus. Los países se mataban en un mercado persa para intentar conseguir equipamiento de primera necesidad para librar una batalla que no se conocía en Occidente. No había mascarillas, ni equipos de protección, ni test, ni respiradores... Una de las regiones más ricas del planeta no tenía capacidad de autoabastecimiento, consecuencia de las políticas de deslocalización de décadas anteriores.

Sin embargo, una de las proezas que se produjeron en aquellos momentos fue la de evitar que los hospitales y las farmacias se quedaran sin medicamentos. Esta historia de éxito tiene muchos protagonistas, diferentes eslabones de una cadena de suministro que consiguió sortear los ingentes desafíos de aquellos momentos. Entre ellos está la industria farmacéutica, quien a pesar de la fuerte dependencia que tiene de las fábricas de ingredientes activos, situadas en su mayoría en China e India, consiguió que apenas faltaran fármacos para la población.

Uno de aquellos héroes es un español, Miguel Pagán, vive en Francfurt y trabaja para la multinacional farmacéutica Stada como responsable de la Organización Técnica Global, que engloba la fabricación y el suministro de la compañía. "Fue algo para lo que nadie estaba preparado. Hay que viajar al mes de febrero de 2020, a la última semana. Entendimos el potencial riesgo que podía tener el virus y decidimos tomar dos acciones muy rápidas. Primero, nos planteamos proteger a nuestra gente y a sus familias. Era básico para proteger también nuestra misión de suministrar medicamentos. Hubo miedo a lo que podía pasar, a no saber si podríamos seguir fabricando, abriendo las fábricas y si íbamos a poder tener todas las materias primas, que muchas vienen de China e India", explica.

Miguel Pagán, director de operaciones de Stada

La antelación de Pagán, algo que apenas hubo en la mayoría de países del mundo, permitió que la compañía pudiera seguir surtiendo medicamentos. Sus órdenes estuvieron dirigidas a segmentar las fábricas para que los trabajadores de cada área no tuvieran contacto con otras, una especie de burbujas como las que hoy se ven para los colegios. "Pusimos también unos sistemas de seguridad, creo que muy innovadores en aquel momento, y permitió que las fábricas pudieran trabajar con seguridad", explica. También se surtieron de mascarillas e implementaron los protocolos de test, tanto PCR como de antígenos cuando llegaron.

La previsión fue, seguramente, la que libró a Europa de la escasez de medicamentos. "Aceleramos producción en los primeros meses, sobre todo de productos importantes, como oncológicos o cardiovasculares. Tanto lo que hacíamos internamente, en nuestras veinte fábricas, como lo que recibíamos de proveedores externos estuvo enfocado en aumentar inventario, la compañía invirtió mucho en ese inventario para proteger el suministro", explica.

Pagán también alaba a su equipo porque, dice, entendió el rol que jugaba en la sociedad. "No era un tema de negocio solamente, obviamente queríamos proteger la compañía y asegurar su futuro, pero la gente se comprometió mucho porque éramos un servicio para las personas", ahonda. Muchos fármacos de los que fabrica Stada se utilizaron para combatir al Covid. "No fabricamos vacunas, pero sí tenemos antibióticos, antivirales, medicamentos para el dolor, la fiebre, cortisona...", dice.

"Tuvimos muchas tensiones. Nuestra fábrica de China fue cerrada por el Gobierno"

Pero más allá de la seguridad en cada eslabón de la cadena de suministro, la sombra del desabastecimiento desde China e India seguía planeando. "Tuvimos muchas tensiones y preocupaciones. Nosotros tenemos una fábrica en China que fue cerrada totalmente por el Gobierno. Pero nosotros tenemos una estrategia de doble fuente donde para muchas moléculas teníamos alternativa, pero no de todo. La otra tensión grande que hubo fue cuando India cerró las fronteras por unos días y mucho medicamento viene de ahí. La Asociación Medicines for Europe jugó un papel importante de trabajo con los gobiernos por el cierre de fronteras que hubo", explica.

Pero no fue el único pánico que afectó a la industria farmacéutica. "También tuvimos mucho miedo con la logística, porque sí hubo barreras en algunas fronteras fuera de la Unión Europea. Se ha trabajado durísimo para que no faltasen productos", recuerda.

Sobre la necesidad de atraer fabricación a Europa, Pagán dice que es imposible traer toda la fabricación que hoy hay en Asia. "Aunque se fabrique en Europa, muchos intermedios de síntesis química siguen viniendo de Asia. Hay que buscar el equilibrio porque hay una presión de costes y de precios. Tienes que establecer unos costes que puedan hacer frente a la presión de precios que hay sobre algunos medicamentos y genéricos", concluye Pagán.

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