
Según avanza el tiempo, las grandes farmacéuticas que no muevan ficha con rapidez se quedarán fuera de juego. La presión, según los analistas, empieza a ser enorme entre las compañías que no quieran alejarse de los primeros puestos del "nuevo orden". Un renovado dibujo empresarial que viene fraguándose a golpe de descomunales operaciones de fusión y compra por todo el mundo.
Pfizer (PFE.NY) ha sido la primera en tomar la iniciativa e invirtió 68.000 millones de dólares en comprar Wyeth, una de las compañías más atractivas del mercado.
Roche tomó el relevo y, aunque aún no ha llegado a un acuerdo con los accionistas de Genentech, lanzó una oferta pública de acciones por el 44% de las participaciones que no tenía de la biotecnológica. Una operación que de momento alcanzaría la cifra de 46.700 millones de dólares.
Por último, hace dos días Merck (MRK.NY) asumió el testigo. Como ya anunciara a principios de año su consejero delegado, Richard Clarck, el laboratorio cumplió con su objetivo para 2009 y comunicó la adquisición de Schering Plough por 41.100 millones de dólares, dando lugar, si todo sucede como se espera, a un nuevo gigante dentro del sector. Eso sí, tal y como se dió a conocer ayer, esta compra le costará el empleo a cerca de 16.000 trabajadores de ambas compañías.
Más operaciones a la vista
Y es que la situación neta de caja de la mayoría de los grandes laboratorios seguirá alentado posibles fusiones a lo largo de este año. No se puede descartar nada. De hecho, hay varias compañías que según los analistas estarían "a punto de caramelo" para entrar dentro de este juego de adquisiciones y fusiones.
De entre todas ellas, Bristol-Myers Squibb, tal y como señalan varios expertos del sector, sería la próxima en verse envuelta en una operación. Lo que todavía nadie tiene claro es qué papel asumirá en la misma. El laboratorio empieza a perder protagonismo en el escenario global y para recuperar parte del terreno perdido la mejor solución pasaría por participar junto a otra compañía en una gran operación.
El motivo que empuja a muchas empresas a tomar parte en estos movimientos empresariales son varios, pero el que se esconde detrás de todos ellos es principalmente el de hacer frente en las mejores condiciones a la crisis particular que se cierne sobre el futuro inmediato de los laboratorios: la caducidad de las patentes. En los próximos años, muchas de las compañías más grandes tendrán que afrontar una reducción drástica de sus ingresos por este motivo, lo que incentiva fusiones, compras o colaboraciones con otras compañías que favorezcan el crecimiento de la cartera de productos de cada laboratorio.
Movimientos estratégicos
Además, como ha sucedido en el caso de Merck & Co, la operación responde del mismo modo a un interés geoestratégico. Con la compra de Schering Plough, la compañía ganaría cuota de mercado en países donde ésta presente. De hecho, el 70% de los ingresos de Plough provienen de sus ventas fuera de Estados Unidos, donde el respaldo del Gobierno a las compañías de genéricos y la presión a la hora de negociar los precios de sus medicamentos está impulsando a las grandes farmacéuticas a ganarse otros mercados, en especial en los países emergentes.
Aquí, aunque los precios son menores que en las zonas más desarrolladas se compensa la diferencia gracias a un crecimiento demográfico constante. Varias compañías están comenzando a levantar fábricas y laboratorios de investigación dentro de estos territorios para poder tener una mejor aceptación de sus productos en sociedades como la india o la china, donde además se empiezan a instaurar problemas de salud típicamente occidentales, como el colesterol.
Esto último significaría que muchos de los fármacos que apenas encontraban salida en países orientales podrían ahora disparar sus ventas al asemejarse cada vez más los males comunes de los países desarrollados a los que están en vías de desarrollo.
A todo esto se suma el hecho de que Estados Unidos quiere ahora incentivar el estudio con células madre. Otra batalla donde las farmacéuticas tendrían mucho que ganar.