"Utilícelo como martillo, déjelo caer, golpéelo, hágalo pasar del hielo al agua hirviendo"... este era el eslogan de una marca, que tras 75 años, dice adiós. Adiós a Duralex, la empresa que fabricó las vajillas prácticamente irrompibles de la mayoría de hogares españoles en torno a los años 60.
La empresa con sede en La Chapelle-Saint-Mesmin (Loiret, Francia) y con 248 empleados -lejos quedan los 1.400 trabajadores en la década de los 70 y 80-, se rinde y deja en un estante los míticos vasos y platos transparentes. Incluso, los que llegaron después en color ámbar y verde.
Su nombre lo decía todo: dura lex, sed lex, es decir, la ley es dura, pero es la ley. A pesar de su resistencia, la marca, que empezó haciendo lunas de coches en 1939, se rompe después de que un tribunal de Orleans la declarase en suspensión de pagos. Ahora cuenta con seis meses para evitar la quiebra definitiva.
Hace años parecía impensable la rendición de esta empresa, pero ¿qué ha pasado?. En la década de los 30, su fundador, llamado Saint-Gobain, fue capaz de desarrollar una técnica para hacer vidrio con una resistencia dos veces superior al normal. Ahora puede parecer algo menor, pero por aquel entonces las vajillas eran de loza y los platos se rompían continuamente. Así, Saint-Globain pone a funcionar los hornos a 600 grados centígrados y después enfría el vidrio rápidamente para lograr la resistencia inusual con la que contaba ese menaje. Esto sumado a unos precios bastante populares, llega el éxito.
Reuters.
Tras años de rentabilidad, su fundador decide vender la empresa en 1997 a la firma italiana Bormioli Rocco & Figlio. Sin embargo, la falta de inversión y de apuesta por la marca, empiezan los primeros números rojos. En 2005, la compañía vuelve a cambiar de manos. Esta vez al mayorista turco Sinan, pero tras su floja gestión, llega en 2007 la fase de liquidación judicial.

A mediados de 2008, los hermanos Ioannidès deciden comprarla para reflotar la marca. Lograron en plena crisis económica relanzarla gracias a la vuelta de la moda retro, pero fue un éxito a corto plazo. La crisis generada por la pandemia del coronavirus ha puesto el último clavo en el ataúd de Duralex, que ya no estaba en muy buen estado después de que en 2017 uno de sus hornos se dañase durante la reparación y provocase que la producción pasara a 20 toneladas de vidrio por día, en lugar de las 160 toneladas por jornada habituales.
Los hermanos Ioannidès han asegurado al diario Le Monde que han perdido cerca del 60% de la facturación por el cese de las exportaciones, que representan el 80% del negocio. Sin embargo, han asegurado que ya tienen varios compradores y que estudiarán todas las ofertas con detenimiento con el fin de encontrar la mejor solución.