Empresas y finanzas

Los responsables de la hecatombe financiera, rescatados por los contribuyentes de EEUU

Stan O´Neal, ex presidente de Merrill Lynch. Foto: archivo

Mientras el gobierno federal tendía de nuevo la mano a la aseguradora AIG, con un salvavidas de 30.000 millones de dólares, y el Dow Jones cerraba por primera vez desde 1997 por debajo de los 7000 puntos, muchos de los ex consejeros delegados de Wall Street siguen disfrutando de enormes beneficios gracias al dinero de los contribuyentes.

Cuando parecía que la administración Obama había frenado los pies a los altos ejecutivos a la hora del uso de aviones privados, costosas estancias o lujosas oficinas, además de los indiscretos salarios, resulta que las cláusulas firmadas entre algunas de las compañías financieras más importantes del país y sus antiguos capitanes han provocado que los ciudadanos tengan que lidiar con los caprichos de figuras que ya ni siquiera forman parte de las compañías rescatadas.

Al menos así lo demuestran los informes presentados por distintas compañías ante la Comisión de Mercados y Valores de EEUU (SEC, por sus siglas en inglés).

Fondos para costear los caprichos

Así, por ejemplo, E. Stanley O'Neal, ex consejero de Merrill Lynch, sigue recibiendo fondos de Bank of America (BAC.NY) para costear el alquiler de la oficina que el ejecutivo posee en la Gran Manzana. Además el banco, que compró Merrill por 50.000 millones de dólares, también está obligado a pagar el salario del asistente de O'Neal hasta 2010.

Otro caso sorprendente es el de Charles Prince, ex consejero delegado y presidente del consejo de Citigroup (C.NY). Mientras el banco consigue sobrevivir a duras penas y gracias a las ayudas federales, Prince sigue recibiendo dinero para financiar una oficina en Nueva York, secretaria, así como un coche y su respectivo conductor. Citigroup está obligado por contrato a lidiar con estos costes hasta 2012.

El banco también cuenta con la responsabilidad de cubrir las mismas necesidades de su ex consejero delegado, John S. Reed hasta que éste cumpla los 75 años de edad.

JP Morgan (JPM.NY) también se ha visto forzado a hacer algo similar con William B Harrison, ex consejero delegado y presidente del consejo, a quien le debe oficina y personal administrativo hasta que el ejecutivo cumpla los 70.

Como ven, buena parte del dinero de los contribuyentes estadounidenses no va destinado a solventar el desaguisado financiero en el que buena parte de los bancos se encuentran inmersos si no que está dedicado a atender las caprichosas exigencias de un sector que ahora paga los platos rotos.

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