La rebelión contra Facebook y su fundador Mark Zuckerberg ha resultado en un sonado boicot en el que compañías de todos los tamaños han congelado su publicidad en la red social más grande del mundo.
La espantada que suma ya más de 300 empresas entre las que se incluyen multinacionales de la talla de Unilever, Coca-Cola o Pfizer, por mencionar algunas, ha provocado un efecto bola de nieve en los fueros de la de Menlo Park, California. El punto de fricción reside principalmente en la vista gorda que ha hecho la plataforma a la hora de albergar mensajes extremistas y de odio.
La compañía de Silicon Valley nunca se ha enfrentado a una reacción pública de esta magnitud por parte de sus anunciantes, cuyo gasto representa más del 98% de sus ingresos anuales que en 2019 alcanzaron los 70.700 millones de dólares. Mientras los anunciantes corporativos ya se han posicionado, las miras también se dirige ahora a los dos candidatos a la presidencia de EEUU el próximo 3 de noviembre: el actual mandatario republicano, Donald Trump, y su contrincante demócrata, Joe Biden.
Precisamente, la campaña de quien fuera vicepresidente de EEUU durante la administración de Barack Obama ha exigido a Facebook y Zuckerberg que fortalezcan las reglas de la compañía sobre el discurso político. Esta misma semana también envió una carta presionando a la red social para que explique su respuesta a las publicaciones recientes de Trump que parecen violar sus políticas sobre la desinformación.
Por su parte, el inquilino de la Casa Blanca ha mantenido tradicionalmente una relación de amor y odio con redes sociales como Twitter y Facebook. La compañía de Jack Dorsey ha sido la más activa a la hora de sacar los colores al republicano. En mayo añadió la pegatina de desinformación a uno de los mensajes de Trump, donde alegaba que la votación por correo conduce a un fraude electoral y ocultó un tuit del presidente por romper las reglas y glorificar la violencia.
Todo ello culminó en la firma de un decreto destinado a evitar la censura online y que busca eliminar la protección con la que cuentan las redes sociales de no responsabilizarse legalmente los contenidos que publican sus usuarios. En EEUU, la ley protege a las compañías de Internet de ser demandadas por el contenido que aparece en sus plataformas y permite la moderación del mismo.
No obstante, las críticas procedentes tanto del bando de Trump como el de Biden parecen ignorar que Facebook se ha convertido en una pieza crucial de sus campañas electorales del próximo 3 de noviembre. De hecho, en lo que llevamos de año, el candidato demócrata ha destinado 23,3 millones de dólares en publicidad en Facebook y desde que se sumó oficialmente a la carrera por la nominación demócrata en abril del año pasado dicha suma asciende hasta los 26,6 millones de dólares. Trump ha hecho lo propio con otros 21,9 millones de dólares en lo que llevamos de 2020.
Es importante tener en cuenta que Facebook sigue siendo un pilar fundamental para la campaña de Trump, especialmente en que la pandemia del coronavirus ha diezmado sus planes para convocar rallies y eventos. En estos momentos, el republicano cuenta con unos 30 millones de seguidores, en comparación con los 2 millones de Biden.
La inversión publicitaria en Facebook de la campaña del republicano repuntó durante los últimos coletazos del pasado mes en más de 2,2 millones de dólares entre el 21 y el 27 de junio. Un incremento considerable respecto a semanas precedentes que coincide con el auge en las encuestas de su oponente demócrata que ha tomado una delantera de más de 9 puntos en la media de las encuestas a nivel nacional que calcula el portal RealClearPolitics.