El cuidado del medio ambiente, la preocupación por el calentamiento global o los esfuerzos por preservar los mares están a la orden de día. Esta toma de conciencia sobre la problemática asociada a la sostenibilidad va a marcar la agenda del futuro. También en el mundo de las inversiones, que no vive ajeno a esa realidad.
Basten dos referencias internacionales para sustentar esas afirmaciones:
- Desde 2017, el grupo Climate Action 100+, formado por 370 grandes inversores que gestionan más de 35 billones de dólares, se niega a apostar por compañías que no faciliten información sobre sus emisiones.
- El índice de referencia en megatendencias -concepto que incluye, entre otras cuestiones, el cambio climático, el crecimiento demográfico o la preservación del medio ambiente- DWS Megatrends Total Return Index registra un aumento del 57% desde 2013 y sube cerca de un 20% en los últimos dos años.
Resulta evidente, desde un punto de vista meramente inversor, el gran interés que despierta el entorno ambiental, el cual engloba lo que se ha dado en llamar la economía del océano.
Qué es la economía del océano
"La economía del océano abarca las industrias marítimas (como el transporte, la pesca, el turismo, la energía eólica en alta mar, la biotecnología marina), pero también los activos naturales y los servicios ecosistémicos que proporcionan los mares (peces, rutas de navegación, absorción de CO2 y similares)", explican desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En términos de PIB, los mares representan la séptima mayor economía del planeta, sólo por detrás de EEUU, China, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido. No en vano, el Producto Interior Bruto de todas esas industrias asciende a 2,5 billones de dólares.
A pesar de esa cifra, el potencial de los activos aún por explotar en este sector es hasta diez veces mayor y la previsión, también de la OCDE, es alcanzar los 40 millones de empleos relacionados con el mar en el año 2030.
Pero hay más razones para apostar por los océanos. El agua salada ocupa el 70% de la superficie del globo y absorbe el 30% de las emisiones de dióxido de carbono. Por otro lado, los mares son el canal para el 90% del transporte mundial de mercancías y sostienen 31 millones de puestos de trabajo directos.
"Devolver al mar lo que nos ha dado"
Dado el enorme potencial de los océanos y la creciente preocupación por su cuidado, que los mercados ya tienen interiorizada, no es de extrañar que existan productos financieros adaptados a esa realidad en auge. Es el caso de Mediterranean Fund, fondo de impacto medioambiental lanzado por Banca March basado en la siguiente filosofía: "Devolver al mar lo que nos ha dado".
El océano es el valor que da sentido a ese nuevo producto financiero –de ahí que sea un fondo temático– y, por ello, Banca March dedica el 10% de la comisión de gestión a la protección de sus aguas. Enfocado a la renta variable, de perfil mundial y decidido, su horizonte temporal rebasa los tres ejercicios.
"Banca March persigue una rentabilidad responsable con impacto para todos los grupos de interés", señala al respecto Rita Rodríguez Arrojo, vicepresidenta de la entidad financiera.
La preservación de los océanos y el cuidado del agua son dos de los objetivos marcados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que mantiene la Organización de las Naciones Unidas. Su aprovechamiento económico y mantenimiento, dado su carácter imprescindible para la vida, deben ir de la mano. En ese sentido, Banca March se une a los esfuerzos de la ONU tanto en lo que se refiere a los océanos como a los recursos hídricos en general.
"A través de Mediterranean Fund, Banca March se une a los esfuerzos por la recuperación y preservación del mar Mediterráneo, que es precisamente donde se hunden sus raíces", recuerda Rita Rodríguez Arrojo al subrayar que la entidad financiera de la que es vicepresidenta nació en Palma de Mallorca en el año 1926. "Nuestro compromiso con el crecimiento conjunto, base de nuestra filosofía centenaria, nos exige una gestión que contribuya a un modelo económico más integrador y sostenible", agrega la también responsable de Transformación Digital de Banca March.
En ese sentido, un estudio reciente de la red Mediterranean Experts on Climate and Environmental Change asegura que el cambio climático provocará una subida del mar de hasta un metro en el Mediterráneo porque la zona se calienta más rápido que el resto del planeta. De consumarse, ese aumento tendría una repercusión tremenda, puesto que en las costas mediterráneas habitan más de 500 millones de personas.
No obstante, la buena noticia es que aún hay tiempo para revertir la situación. En opinión de los autores del trabajo, ese escenario podría evitarse si se redujeran las emisiones contaminantes a la atmósfera, enfriando así el calentamiento global.
Mediterranean Fund cuenta con 14 valores incluido en el DJSI
La apuesta de Mediterranean Fund por inversiones que ayuden a mejorar el medio ambiente no es nominal, dado que 14 de los 44 activos que lo integran cotizan al mismo tiempo en el Dow Jones Sustainability Index.
Dos buenos ejemplos de esa política son American Water, la mayor utility estadounidense enfocada a los recursos hídricos, o la compañía Trimble, que utiliza la geolocalización para no malgastar el agua.
Al igual que ocurre en el caso concreto del Mediterráneo y la pronosticada elevación de sus aguas, el resto del hábitat en agua salada tampoco se encuentra a salvo de numerosas y diversas amenazas. Como derivada de ese contexto, la actividad económica y las industrias relacionadas con los mares también se ven afectadas. Así, el deterioro en la salud de los mares, advierten desde la OCDE, puede poner en peligro el espectacular desarrollo de la economía del océano.
El ser humano, la gran amenaza para los océanos
Aunque es un asunto que deja mal a los humanos como especie, resulta innegable que su intervención -sea directa o indirecta- se encuentra tras esas amenazas y perjuicios para los océanos. ¿De qué manera? Pues en forma de emisiones de carbono al alza, acidificación provocada por ellas, temperaturas y niveles del mar en aumento, corrientes oceánicas que cambian, pérdida de biodiversidad y de hábitat, cambios en la composición de la fauna piscícola y en los patrones de migración, y una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos graves en los océanos.
Por si fueran pocos, a esos peligros para los océanos se añaden la contaminación de origen terrestre –en especial, la que se produce por la escorrentía agrícola–, los múltiples e invasivos productos químicos que acaban en sus aguas, la pesca sin medida ni control y los plásticos contaminantes que arrastran los ríos que acaban desembocando en el mar.
Con todo, el panorama presente y futuro pasa, en primer lugar, por proteger el mar y, en segundo y como derivada del punto anterior, por aprovechar sus recursos de una forma sostenible. En esa tarea están inmersos gobiernos, instituciones y otro tipo de organizaciones, así como, desde hace un tiempo, también el mundo de la inversión.