
Las biorrefinerías son un instrumento clave para el desarrollo de la bioeconomía y sirven como respuesta al desafío establecido por los legisladores europeos para transformar la industria y producir combustibles con un impacto ambiental reducido. Permiten transformar de manera eficiente y sostenible recursos biológicos -como residuos orgánicos y otras biomasas- en un amplio espectro de productos finales. Aunque existe un gran potencial de crecimiento, actualmente el número de biorrefinerías en Europa a escala comercial no supera el medio centenar, según datos de ainia, de las que algo menos de una veintena producen biocombustibles avanzados como etanol celulósico, Aceites Vegetales Hidrotratados (HVO) y biohidrocarburos. Suscríbete gratis a elEconomista Energía
Precisamente los HVO -también conocidos como hibrobiodiésel o diésel renovable-, se han convertido en una alternativa muy atractiva para los vehículos de motor diésel, habiéndose convertido en el tercer biocombustible en volumen producido a nivel mundial, según datos de la web BioRefineries, de ahí que varias empresas hayan desarrollado tecnologías patentadas para obtener este tipo de biocombustible y que alguna de ellas haya dado el paso de transformar su refinería convencional a una biorrefinería de HVO.
La energética italiana Eni es un claro ejemplo. Hace cinco años decidió convertir su refinería de Porto Marghera (Venecia) en una biorrefinería capaz de transformar materias primas orgánicas en biocombustibles de alta calidad, principalmente diésel verde -también nafta verde, GLP e incluso combustible para aviones-, a partir de aceite vegetal y biomasa, erigiéndose en la primera empresa a nivel mundial en llevar a cabo un proyecto de esta índole. El proyecto de reconversión le ha dado a la planta de Venecia la oportunidad de seguir en funcionamiento. La reutilización de una estructura existente en lugar de construir una nueva, ha supuesto ahorros considerables y una importante reducción de emisiones.
Esto ha sido posible gracias a la tecnología Ecofining™, un sistema desarrollado en los laboratorios de Eni en Milán, en colaboración con Honeywell UOP, que ha permitido la producción de un nuevo combustible, el Eni Diesel +, con un componente renovable del 15 por ciento, que reduce las emisiones de CO2 en un 5 por ciento en comparación con el diésel convencional y ofrece una mayor eficiencia del motor.
Desde su lanzamiento en 2016, este combustible está disponible en más de 3.500 estaciones de servicio Eni. Venecia y Turín también lo están utilizando en el transporte público y cada vez más ciudades italianas están eligiendo este nuevo combustible para alimentar autobuses de transporte local y vehículos de recolección de residuos.
Desde la reconversión de la planta, en junio de 2014, se han almacenado unas 360.000 toneladas de aceites vegetales al año, de las que más del 15 por ciento son aceites de cocina usados y el 85 por ciento restante aceites vegetales refinados. La entrada en funcionamiento, en junio del año pasado, de una planta de pretratamiento, ha permitido la importación de aceites vegetales crudos en lugar de refinados y un aumento significativo en la cantidad de aceites usados para cocinar, así como grasas animales procesadas. En 2021, la biorrefinería será capaz de procesar hasta 560.000 toneladas de materias primas al año, principalmente procedentes de los residuos de la producción de alimentos: aceites de cocina usados, aceites vegetales y grasas animales.
Actualmente, Eni también tiene en proceso de arranque una segunda biorrefinería en la región de Sicilia (Gela), también reconvertida, con una capacidad de procesamiento de unas 750.000 toneladas de aceite vegetal al año y una producción anual de 600.000 toneladas de diésel verde.
Refinerías españolas más eficientes
Las refinerías españolas también llevan varios años haciendo importantes esfuerzos económicos y tecnológicos para que sus instalaciones sean más eficientes. En 2009, Cepsa adaptó las unidades de sus refinerías para coprocesar el aceite vegetal utilizado en la producción de HVO, siendo la primera compañía española en incorporar en sus productos esta alternativa al biodiésel tradicional, "de reducido contenido en azufre y mejores propiedades que las del combustible tradicional para vehículos", explican.
Desde 2017, la compañía cuenta con una planta para la fabricación de biocombustibles, integrada con la refinería Gibraltar-San Roque, con una capacidad de producción de 200.000 toneladas de Éster Metílico de Ácido Graso (FAME) a partir de aceites vegetales de soja, colza o palma.
A través de su Centro de Investigación, Cepsa también está llevando a cabo varios proyectos de investigación para el desarrollo de nuevos biocombustibles, empleando residuos agrícolas y forestales para lograr un biocombustible que pueda ser utilizado como aditivo de diésel o en mezclas con diésel de origen mineral.
Por otro lado, gracias a la puesta en marcha del proyecto BioLAS, la compañía energética ha conseguido que el 30 por ciento de su producción de químicos provenga de fuentes bio, basada en la producción más eficiente de biosurfactantes con materiales basados en aceites y grasas vegetales. Asimismo, junto a Sinar Mas, Cepsa tiene operativas dos plantas en Indonesia destinadas a la fabricación de materias primas a partir de alcoholes vegetales para la fabricación de productos de higiene personal, cosmética y limpieza del hogar.
Repsol también ha invertido en la fabricación de HVO en los carburantes de automoción, integrando de manera eficiente su producción en los procesos de las refinerías. En 2006, la compañía que preside Antonio Brufau, inició una línea de desarrollo tecnológico que le ha permitido producir HVO en sus refinerías a partir de biomasa vegetal, con una capacidad conjunta de producción de 420.000 toneladas, cantidad que prevén aumentar en ejercicios sucesivos.
El desarrollo de todos estos proyectos ha sido posible "gracias al esfuerzo investigador y de desarrollo de tecnología llevado a cabo en el Repsol Technology Lab", señalan desde la compañía. En esta línea y mirando hacia el futuro, explican, "la normativa europea promueve la fabricación de biocombustibles avanzados que toman como materia prima residuos urbanos, agrícolas e industriales sin afectación por el uso de otros recursos naturales", de ahí que en el Repsol Technology Lab "estemos estudiando diferentes procesos industriales (hidrogenación, fermentación, pirólisis) para transformar residuos como aceites usados de fritura, grasas, residuos sólidos urbanos, plásticos o neumáticos usados en combustibles limpios".
Ya nadie pone en duda que el uso de biocombustibles proporciona una oportunidad inmediata de reducción de emisiones en el transporte, que podrá extenderse a más largo plazo con el desarrollo de las siguientes generaciones de biocombustibles avanzados.
En este sentido, Repsol incorpora biocombustibles a sus carburantes de automoción desde hace más de 20 años. Las gasolinas y gasóleos de la compañía en España en 2019 llevan, de media, un 7 por ciento de contenido energético de biocombustibles, una cifra que se incrementará hasta el 8,5 por ciento en 2020, en línea con los requisitos regulatorios en España que trasladan los compromisos acordados como país con la UE.
Por otro lado, Repsol lleva más de veinte años invirtiendo en la transformación de las plantas de MTBE -un producto de origen mineral utilizado en la formulación de gasolinas- en plantas de Bio-ETBE para poder emplear como alimentación bioetanol. Desde entonces, la compañía ha incorporado más de 4,5 millones de toneladas de Bio-ETBE en sus gasolinas.
La refinería de Castellón de BP, ejemplo mundial
La Refinería BP de Castellón no solo es pionera en el desarrollo de gasolinas más limpias y eficientes, sino también en la mezcla, producción y comercialización de biocombustibles de última generación. En 2020, según datos de la compañía, el 10% de la energía de los carburantes BP serán de origen renovable y el 16% lo serán en 2030. Además, de forma progresiva, está sustituyendo la materia prima fósil (petróleo) y energía para consumo del proceso productivo (gas natural) a materias primas renovables y biogás.
A nivel internacional, algunas refinerías de BP están co-procesando aceite vegetal renovable junto con materia prima fósil para fabricar combustibles líquidos renovables de alta calidad. La compañía también está trabajando con Fulcrum BioEnergy para transformar los residuos sólidos municipales en un combustible de transporte renovable y bajo en carbono, incluido el biocombustible para reactores. Asimismo, BP opera tres unidades de procesamiento de caña de azúcar en Brasil que en 2017 produjeron 776 millones de litros de etanol equivalente.