
La cadena de supermercados Walmart tiene un establecimiento fetiche que utiliza como laboratorio. Se trata de la tienda número ocho, que hace las veces de banco de pruebas en la que van implementando diferentes tecnologías. Explican desde su página web que funciona como un equipo separado del resto, dedicado a "descubrir, inventar e invertir en las ideas que transformarán el futuro del comercio". Más noticias en la revista gratuita elEconomista Factoría 4.0
La cadena fundada por Sam Walton la considera el lugar idóneo en el que ir experimentando con "ideas locas". Por ella pasaron en su día los primeros robots que la famosa cadena de supermercados acaba de repartir por medio centenar de sus establecimentos. Así, a partir de ahora quienes se acerquen por una de estas 50 tiendas elegidas tendrán que acostumbrarse a sortear no solo a los demás consumidores, sino a estos dispositivos blancos que se mueven entre las estanterías.
Aunque se han referido a ellos como robots reponedores, no es muy correcto utilizar esa definición, ya que no llega a cumplir esa función. De momento, se va desplazando de lineal a lineal revisando que los códigos de barras y los precios se corresponden con cada producto. Cuando detecta que se han agotado las existencias, entonces reclama la atención de un reponedor, que es el que va con la caja de los productos y los coloca. Detrás de esta operación de Walmart, no son pocos los que ven ciertas intenciones publicitarias para compensar el impacto de Amazon de supermercados en los que no es necesario ni siquiera pasar por caja para pagar la compra.
Frente a quienes puedan pensar que estos robots destruyen empleo, la cadena de supermercados se ha apresurado a desmentirlo. Es más, son tantos los que se preguntan por el verdadero papel de estos robots por el supermercado que cada una de estas máquinas va acompañada de un trabajador que se encarga de responder las preguntas de los compradores más curiosos. El responsable de Bossa Nova, la firma que se ha encargado de desarrollarlos, Martin Hitch, ha explicado a la revista del MIT que "los propios trabajadores defienden la labor de los robots". "Cuando lanzamos el primer robot en una de nuestras tiendas, nuestros socios fueron los primeros en entender la estrategia. La tarea de escanear los estantes es aburrida y repetitiva, todavía no conozco a nadie a quien le guste. Los trabajadores se convierten en defensores del robot de forma instantánea". Añade que los trabajadores les han puesto nombre y que los están viendo más como un apoyo a su labor que como una competencia.
Sobre la interacción entre clientes y robots, reconoce Hitch que pasaron mucho tiempo estudiando esa relación: "En una prueba, utilizamos el sistema de señalización de los vehículos como base para ayudar a las personas a comprender qué va a hacer el robot a continuación. Pusimos un modelo del robot hecho de espuma sobre un coche teledirigido de juguete y lo condujimos por la tienda. El sistema emitía señales lumínicas intermitentes similares a las de un automóvil. La gente no entendía nada. No esperaban ver automóviles circulando por una tienda; esperaban algo más sutil. Así que hoy, cuando nuestro robot se mueve, emite un sonido para no pillar a nadie por sorpresa y emite una luz para avisar de si alguien se le está acercando demasiado".