
El punto de mira de la agricultura, y más concretamente de la agricultura de conservación en Europa, está puesto en un compuesto químico. Y lo está porque la Unión Europea debe tomar antes del 15 de diciembre una decisión sobre el glifosato, el herbicida más utilizado en el mundo, y cuya renovación de uso en el Continente está pendiente de decisión por parte de las autoridades europeas. En el debate están los posibles efectos nocivos para la salud, tema sobre el que no hay consenso en el seno de la Comisión Europea, organismo que debe decidir el futuro de este producto. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Agua y Medio Ambiente
A finales de octubre se reunió la Comisión permanente de Flora, Fauna y Alimentación de la CE, pero no se consiguió un acuerdo al respecto, por lo que la decisión final puede depender directamente de sus comisiones. El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Junker, ya aseguró que, de no llegar a una mayoría cualificada, daría por derogada la licencia de este compuesto químico, ideado por la multinacional Monsanto en 1974 y utilizado en la mayor parte de los herbicidas que se usan en agricultura y jardinería.
La Comisión Europea está dispuesta a renovar la licencia del glifosato por al menos otros cinco años, pero la oposición a este compuesto químico ha ido aumentando desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo declarara en 2015 como "posible cancerígeno".
Sin embargo, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) contravenía a la OMS y aseguraba unos meses después de que esta última hiciera su declaración que "es improbable que suponga un riesgo carcinógeno en humanos", a pesar de que la justicia americana desveló que Monsanto había manipulado los estudios sobre el glifosato para ocultar sus efectos nocivos. Precisamente, esos resultados fueron los utilizados por la EFSA y por la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (Echa, por sus siglas en inglés) en los informes en los que aseguraban que la sustancia química era inocua.
Crece la oposición
Entre las instituciones que se oponen a su uso está el Parlamento Europeo, que aprobó el 24 de octubre un texto en el que se oponía a la renovación de la licencia del glifosato y, por el contrario, demandaba que progresivamente se vaya retirando de los mercados y espacios comunitarios en un plazo de cinco años.
Sin embargo, este es, a día de hoy, un producto básico para la subsistencia de la agricultura de conservación. Esta forma de cultivo supone un sistema de producción agrícola sostenible que comprende un conjunto de prácticas agronómicas adaptadas a las condiciones locales de cada región y cuyas técnicas de cultivo y de manejo del suelo reducen la erosión y la degradación de los suelos y contribuyen a mantener los niveles de producción de las explotaciones.
Según Ricardo Serra, presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores en Sevilla (Asaja-Sevilla), la agricultura de conservación es "una apuesta sostenible por el medio ambiente que puede verse lastrada si finalmente la Unión Europea da la espalda al glifosato, un herbicida efectivo, contrastado e inocuo que permite el desarrollo de las técnicas de la agricultura de conservación.
Asaja-Sevilla considera que la actuación de los Estados miembros y de los órganos de decisión de la Unión Europea sobre la renovación del glifosato está siendo "disparatada", ya que lejos de atender el criterio de las agencias competentes en materia de salud de la propia UE, los políticos están adoptando sus decisiones basándose en las directrices que se les marcan desde las redes sociales.
El tiempo corre y la Unión Europea ya ha retrasado en varias ocasiones la toma de una decisión definitiva sobre el futuro del glifosato. La licencia en vigor expira el 15 de diciembre y, si no se consigue un acuerdo para renovarla, el glifosato no podrá ser comerciado en la UE. En ese caso, los Estados miembros dispondrían de un periodo de 18 meses para agotar las existencias.