
A menudo reparamos en sus desventajas, pero el tráfico es en sí un indicador de progreso, señal de una economía sana y en crecimiento. Como señala el estudio INRIX Global Traffic Scorecard, que aumente el tráfico suele implicar que hay más gente que puede permitirse comprar un coche, entre otros indicios saludables. Pero el coste de este éxito acaba traduciéndose en atascos, tiempo perdido... y mucha contaminación.
En 2015, las actividades del transporte representaron 24,7% de las emisiones de CO2 derivadas del uso de combustibles. De esa cuota, el transporte por carretera supuso el 72,6%, y el 75,3% del consumo total de energía del sector. Además, el 70% de la energía procedente de combustibles se pierde por ineficiencias de los motores y la transmisión.
En España, el tiempo medio gastado en un atasco -en los picos de tráfico- es de 20 horas; un registro notablemente mejor que el de Alemania (30) o Noruega (28), pero a la zaga de países como Portugal (17) e Italia (15). En Madrid la figura se dispara hasta las 40 horas, aunque la comparación con Londres (73) y París (65) es halagadora.
Por todo ello, parece lógico que surjan alternativas que traten de reducir al mismo tiempo la congestión de las carreteras y la contaminación debida a los desplazamientos por carretera. En el caso de España, destaca el desembarco, en los últimos años, de servicios de préstamo o uso temporal de vehículos -car sharing- eléctricos, es decir, con cero emisiones.
Líderes del callejeo
La primera en llegar fue la empresa Car2go, propiedad de la alemana Daimler -dueña de Mercedes-Benz-. En septiembre de 2015, la compañía anunciaba su llegada a España, con una flota de 500 smart fortwo -biplazas- eléctricos que desplegó por toda la capital. Era una iniciativa novedosa, al proponer un modelo de car sharing flexible: el usuario paga únicamente por el tiempo de uso y, tras concluir su viaje, puede estacionar el coche en cualquier sitio legalmente establecido para ello, dentro de un área de cerca de 53 kilómetros cuadrados -en general, dentro del contorno de la M-30-.
Para poder usar el servicio es necesario darse de alta a través de la app -y abonar 9 euros, que proporcionan 15 euros gratis para gastar en Car2go-, y facilitar los datos básicos así como los relativos al permiso de conducción, que debe ser validado por la empresa. Una vez completado el proceso, todo se gestiona a través de la aplicación: el mapa muestra los coches más cercanos y su nivel de carga, y permite reservarlos por un tiempo de 20 minutos. Se desbloquean con una clave personal y otra de confirmación, en el propio vehículo. Los coches son automáticos y tienen todo lo básico para moverse por la ciudad -incluidos el aire acondicionado y el navegador-. Al ser eléctricos, no es preciso pagar nada por aparcar en las zonas verde y azul. Se paga por minuto, y no hay tarifas mínimas ni pagos mensuales. El servicio también está disponible para empresas, con características adaptadas.
Las ventajas son claras: al tratarse de un coche pequeño, es más fácil aparcar -aunque no es inmune a los atascos-, y para muchos ofrece la ilusión añadida del primer coche, con su consiguiente sensación de autonomía personal. Los motores eléctricos proporcionan toda la potencia de una sola vez, por lo que los Car2go pueden ser muy rápidos en los semáforos -si bien la compañía puntúa la conducción ecológica-.
Creada en 2008, Car2go es la mayor compañía de su sector. Tiene una flota de 14.000 vehículos en 26 ciudades de ocho países, y 2,9 millones de clientes. En marzo, la compañía anunciaba los 150.000 usuarios en Madrid -hoy son más de 180.000-, destacando a la capital como la ciudad europea con mayor crecimiento. El éxito no ha tardado en atraer competidores de nivel.
En diciembre del año pasado, PSA Peugeot Citroën, otro peso pesado de la automoción, movía ficha con Emov. La mayor diferencia con su rival estaba en la capacidad de los vehículos, los Citroën C-Zero, que pueden albergar a cuatro viajeros por los dos del Car2go. Emov también llegaba más lejos, cubriendo zonas de Pinar de Chamartín, Arturo Soria, Barrio de la Concepción y Herrera Oria. El pasado mes de octubre amplió aún más el perímetro, dando cabida al barrio de Hortaleza, y extendió su flota a 600 vehículos. Por lo demás, el servicio es muy similar, aunque un poco más caro que Car2go. En noviembre contaba más de 150.000 usuarios.
Renault, el tercero en discordia, está a punto de poblar las calles de Madrid. El fabricante francés ha colaborado con la española Ferrovial para concebir Zity, un modelo de préstamo temporal de coches eléctricos -en este caso, el Renault ZOE Z.E. 40, con cuatro plazas y una autonomía aparentemente mayor a la de sus competidores-. En el mes de diciembre comenzará a operar, también en Madrid.
BMW podría saltar al ring con DriveNow, su propia plataforma basada en modelos de la marca Mini y BMW eléctricos que de momento funciona sólo en cinco ciudades alemanas.
Sostenibilidad sobre dos ruedas
La barcelonesa Motit inauguró el scooter sharing en 2013, ofreciendo motos eléctricas que alcanzan los 65 km/h, bajo las mismas premisas que sus compañeros de cuatro ruedas. En 2016 llegaban a la Ciudad Condal Yugo -que cerrará 2017 con 210 vehículos y 10.000 usuarios en Barcelona y Madrid- y eCooltra, cuya carta de presentación apuntaba que cada una de sus motos compartidas podría hacer el servicio equivalente a 10 motos convencionales, con un ahorro potencial de 500 toneladas de CO2 al año.
La compañía, que funciona en Barcelona, Madrid, Lisboa y Roma, cuenta más de 100.000 usuarios en Europa, y espera cerrar el año con un parque total de 3.000 ciclomotores -suma 350 en Barcelona y 280 en Madrid-. Como en el resto de servicios de préstamo de vehículos, la tarifa incluye el seguro, y es preciso un registro y asociar el pago a una tarjeta de crédito. La reserva del vehículo dura 15 minutos, y cada moto, que no superan los 50 km/h, está equipada con dos cascos. La empresa aspira a cerrar el año con 50.000 usuarios.
Casi al mismo tiempo, su rival Muving desplegó sus servicios en Cádiz, Málaga, Barcelona y Sevilla, y en mayo desembarcó en Madrid con un parque de 135 motos, que se convirtieron en 500 en octubre. Muving presenta unas características similares a eCooltra, con la diferencia de que sus motos -Muvi, una scooter fabricada por la empresa española Gas Gas y Torrot- se aproximan en prestaciones a las de 125 centímetros cúbicos de gasolina y abarcan un perímetro mayor. Hoy presta servicio también en Zaragoza y Granada, y sólo en Madrid tiene 15.000 usuarios.
Y a estos proveedores ha de sumárseles otros competidores como Ioscoot, que opera en Madrid y Barcelona con no menos de 370 motos con GPS y conexión sin móvil, y Outo, que alquila motos eléctricas y otros vehículos en Barcelona... El coche particular parece tener los días contados en la gran ciudad.