
El transporte es un elemento esencial: es el origen de cerca del 23% de las emisiones de CO2 en todo el mundo. En Europa, representa un tercio del consumo total de energía y es causante de más de un 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). También es responsable de buena parte de la contaminación atmosférica y acústica urbana, y tiene efectos perniciosos sobre el paisaje, al dividir los espacios naturales.
Es más, esta actividad es la principal fuente de emisiones de CO2 en la Unión Europea (UE): alrededor de 1.100 millones de toneladas de CO2 en 2013 (un 31,6% del total para la Unión Europea). El tren, sin embargo, sólo supuso el 1,5% de las emisiones en este sector.
Por eso, en el caso del transporte ferroviario la realidad invita al optimismo. El sector del tren genera muy poca polución; según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la Unión Internacional de Ferrocarriles (UIC), es responsable del 3,5% de las emisiones de CO2 debidas al transporte. Y ello a pesar de que el 8% del transporte mundial se hace por ferrocarril. Este modo de transporte supone apenas el 0,82% del total de las emisiones de CO2.
Las emisiones de CO2 específicas del tren se han reducido un 63%, en el caso de viajeros, y un 48%, en las mercancías, entre 1975 y 2013. En Europa, la cuota total de emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) del transporte ferroviario es del 3%; los esfuerzos del sector han tenido como resultado una reducción del 35% desde 1990. Idéntico porcentaje de caída han registrado las partículas en suspensión generadas por el ferrocarril en dicho periodo, hasta dejarlas en el 4,5% del total.
Por todo ello, el ferrocarril se considera uno de los elementos centrales para una economía baja en carbono. Y aquí la contribución de Renfe ha sido determinante en las últimas décadas.
El desempeño de Renfe en los servicios de alta velocidad en España, que cumplen 25 años, lo pone de manifiesto. Entre 1992 y 2016, la actividad de transporte de Renfe en los servicios de alta velocidad en larga y media distancia -346 millones de viajeros- han permitido un ahorro para la sociedad estimado en 4.286 millones de euros, si se evalúa en términos económicos el impacto sobre el cambio climático, la contaminación y la tasa de accidentes que habría ocasionado el realizar este transporte por otros medios.
De la misma manera, el uso del ferrocarril ha evitado la emisión por transporte en España de más de 12,9 millones de toneladas de CO2, y un ahorro energético superior a las 2,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo.
Son datos proporcionados por Renfe de acuerdo con la metodología de sustitución modal contenida en el estudio Carbon footprint of railway infrastructure, de la UIC, y la evaluación de externalidades del estudio Costes externos del transporte en Europa, elaborado por CE Delft en 2011.
Adiós al carbono
Por otra parte, el 89% del volumen de transporte de viajeros y mercancías de Renfe se desarrolla por redes electrificadas y está, por tanto, parcialmente descarbonizado en base al actual mix eléctrico (53% sin emisiones y 33% renovables).
La empresa ya ha reducido su huella de carbono un 56% desde 1990 (año base del Protocolo de Kioto) hasta situarse en 24,2 gramos de CO2 por unidad transportada. Adicionalmente, mantiene activa una estrategia de sostenibilidad y eficiencia energética que incluye un nuevo acuerdo con Adif para profundizar en varias áreas propias del sistema ferroviario, la mejora de prácticas de consumo y el ahorro de energía o en proyectos de innovación para analizar la tracción mediante gas natural licuado o pilas de hidrógeno como potenciales sustitutos del combustible fósil.
Como elemento central del sistema de transporte, el ferrocarril es el modo más eficiente energéticamente y menos contaminante si se analiza su huella de carbono. Además de estas ventajas, el ferrocarril es el único medio de transporte que consume energías renovables en una proporción relevante. El tren eléctrico no necesita más desarrollos tecnológicos para adoptar una energía eléctrica limpia.
Comparada con 1990, la intensidad energética del sector ferroviario (energía final consumida por unidad transportada) ha decrecido un 33% en todo el mundo. Más de un tercio de la energía utilizada en los ferrocarriles es eléctrica y un cuarto de las líneas están electrificadas a nivel mundial.
En este contexto, y como parte de su estrategia de eficiencia energética y mayor sostenibilidad en el transporte, Renfe está coordinando, en colaboración con otras partes, el desarrollo de dos proyectos de innovación centrados en el análisis de las potenciales ventajas que la tracción con gas natural licuado (GNL) y con pila de combustible de hidrógeno, baterías y supercondensadores pueden aportar como alternativa a los tráficos de tracción diésel para líneas no electrificadas en España.
Renfe mantiene otras líneas de actuación en materia de energía. La empresa ha suscrito con Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) un acuerdo marco por la sostenibilidad y la eficiencia energética centrado en la gestión del suministro de energía, la eficiencia en la tracción y la gestión de la energía para usos distintos a la tracción.
Finalmente, cabe recordar que Renfe se sumó al Compromiso Ferroviario de Responsabilidad Climática 2015 auspiciado por la UIC en la pasada cumbre del clima de París (COP 21). Firmado por los principales operadores ferroviarios de todo el mundo, se centra en dos aspectos.
Por una parte, reducir el consumo de energía específico y la emisión de CO2 según el documento Retos de un ferrocarril de bajas emisiones y sus objetivos para 2030/2050 presentados en 2014 ante Naciones Unidas: 50% de reducción en consumo de energía en 2030 y 60% en 2050 (respecto a 1990) y reducción de emisiones de CO2 en un 50% en 2030 y en un 75% en 2050 (respecto a 1990).
En segundo lugar, las partes acordaron seguir estimulando el cambio modal hacia el ferrocarril en los mercados nacionales e internacionales, junto con otras partes esenciales de la cadena de transporte, y seguir difundiendo el papel de un transporte sostenible como una parte fundamental de la solución al cambio climático.