
Los actuales niveles de consumo de bolsas de plástico ligeras producen mucha basura dispersa que contamina el medio ambiente y agrava el problema generalizado de la presencia de residuos en las masas de agua, lo que supone una amenaza para los ecosistemas acuáticos a nivel mundial. Con esa premisa, la Comisión Europea aprobó la Directiva 2008/98 que fijaba la desaparición progresiva de las bolsas comerciales de plástico no biodegradable de un solo uso hasta su prohibición definitiva en 2018 en todos los países de la Unión. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Agua y Medio Ambiente
Un plazo de diez años parecía más que suficiente para lograr este objetivo. De hecho, buena parte de los Estados miembros, empezando por Irlanda, que fue pionero en este tema, redactaron sus leyes respectivas e impusieron diversos sistemas y plazos para cumplir con él. Pero, ahora que apenas quedan tres años para que termine el plazo, Europa se ha encontrado con un problema.
Mientras España, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido... han ido controlando el uso de las llamadas bolsas-camiseta y generando una reducción importante en su consumo, los países de reciente incorporación, fundamentalmente del este, apenas han hecho nada en este capítulo, por lo que no lograrán eliminar estas bolsas para 2018.
El Parlamento Europeo ha estado trabajando en el tema y recientemente, el 29 de abril de este año, aprobó una nueva Directiva que establece nuevos plazos y objetivos más asequibles para los 28 estados de la Unión: reducir al menos un 50% el uso de bolsas de plástico ligeras -las que tienen un espesor de menos de 50 micras- para 2017, y alcanzar el 80% para 2019, o garantizar que después de 2018 las bolsas no se entregarán gratuitamente a los consumidores.
198 bolsas por habitante
El año de referencia es 2010, ya que se dispone de un estudio que determinó cuántas bolsas se consumían en Europa por habitante y año en esa fecha: cada europeo utilizó 198 bolsas de plástico, de las que el 90% eran ligeras. Para alcanzar esas nuevas metas y que en 2019 el conjunto de la UE llegue a la reducción del 80% de ese tipo de bolsas, cada país puede tomar las medidas y articular los mecanismos que considere oportunos, desde poner tasas a prohibir la comercialización de este tipo de bolsas.
Mientras se espera que los países del Este establezcan sus calendarios y medidas, los estados más activos en este tema han seguido dando pasos. Así, por ejemplo, en Francia, la ministra de Ecología, Segolene Royale, ha propuesto que a partir de 2016 se prohíba servir bolsas de plástico de un solo uso en todos los comercios galos, salvo en las fruterías, que tendrán un año más para eliminarlas. En Reino Unido, donde las leyes de País de Gales, Escocia e Irlanda del norte imponían tasas a todo tipo de bolsas, se van a limitar estas tasas a las bolsas de plástico dejando libres a las de papel. Italia mantiene su normativa, aprobada hace cuatro años, y sus plazos para eliminar las bolsas de plástico.
Y en España estamos pendientes de que el Gobierno que salga de las urnas en las próximas elecciones generales aplique la Directiva, porque el apartado de la Ley de Residuos que fijaba 2018 como fecha tope para eliminar del mercado las bolsas de plástico de un solo uso, ha hecho su propio paréntesis. El Gobierno actual incluyó una enmienda a la ley, que ha pasado bastante inadvertida, en la que no se establece una fecha concreta, sino que se dice que nuestro país queda supeditado a los plazos que marca la Unión Europea.
Probablemente España hubiera logrado eliminar el uso de bolsas ligeras antes de fin de 2018; la sustitución de las bolsas camiseta por bolsas de papel es una realidad palpable en la mayoría de los comercios al por menor y en todos los sectores, de la moda a la pastelería. El 60% de las tiendas de moda y complementos, regalo, zapaterías, equipamiento del hogar, ópticas... ha apostado por la bolsa de papel, al igual que el 53% de las panaderías y pastelerías.
Los hipermercados han retirado las bolsas camiseta e incorporado como un producto más, que cobran a sus clientes, bolsas reutilizables de rafia o de plásticos resistentes. Pero ahora cuenta con un margen mayor para conquistar su última baza: los supermercados y las tiendas de alimentación. "Esa es la asignatura pendiente", admite Ángel Dapena Herreo, director ejecutivo de labolsadepapel, una plataforma organizada por los principales fabricantes de papel para bolsas y de bolsas de papel de España y Portugal que promueve el consumo sostenible y presenta la bolsa de papel como una alternativa. "Estamos trabajando conjuntamente con los responsables del sector de la alimentación y las grandes superficies que operan en España para que contemplen la bolsa de papel como una bolsa de utilidad, con la premisa de que no se trata de multiplicar el número de bolsas, sino de hacer un uso racional de las bolsas de la compra".
Sensación de menor resistencia
La mayor preocupación para estos distribuidores era la sensación de menor resistencia de las bolsas de papel para sustituir a las habituales de plástico, en las que la carga media que pone un comprador es de 4 kilos. "Hicimos un estudio comparativo con el Instituto Tecnológico de Investigación Itene que ha demostrado que una bolsa de papel de formato pequeño con asas -la homóloga a la bolsa de plástico tipo camiseta- soporta 12 kilos de peso y hasta ocho si se trata de productos de frutería o refrigeración, que presentan un grado de humedad. Con la ventaja de que la bolsa de papel es natural, renovable, reciclable y biodegradable, y contribuye a la lucha contra el cambio climático, por lo que cuenta con todos los atributos para posicionarse como la opción más sostenible".
Otro punto débil que se achacaba a las bolsas de papel era la creencia de que no se pueden reutilizar. Otro estudio elaborado por el Itene ha demostrado que la bolsa de papel tiene más de un uso y no sólo para guardar en ellas los residuos de papel, sino para volver a comprar con ella lo mismo que en la primera ocasión.
El papel como alternativa
En cuanto al precio, la otra gran preocupación de los comercios, una vez superada la bolsa de 50 micras, que es la que se pretende retirar del mercado, resulta que no hay tanta diferencia. "Entre las clásicas bolsas camiseta y las de papel hay una diferencia de precio importante, es verdad. Pero entre la bolsa reutilizable certificada por Aenor, que ha puesto a la venta la gran distribución -que es de plástico más grueso-, la diferencia no llega a un 10%. Casi se alcanza la equivalencia de precio", explica Ángel Dapena.
"No estamos descubriendo el Mediterráneo. En los países nórdicos todos los supermercados emplean bolsas de papel. En el Reino Unido, los supermercados e hipermercados del grupo Tesco hacen las entregas a domicilio en bolsas de papel. En Francia lo mismo. En España llevamos años viendo cómo tiendas de decoración y de bricolaje, como Habitat o Ikea, utilizan bolsas de papel de distintos tamaños y formatos, y son un buen ejemplo para demostrar que aguantan y sirven para llevar todo tipo de cosas delicadas, puntiagudas, de peso?".
Es un hecho que la Directiva europea para frenar el uso de bolsas de plástico de 50 micras de grosor, ha beneficiado a los fabricantes de papel, un sector que no ha recortado plantillas en estos años de crisis y ha crecido en equipamiento, pese a la caída del consumo de papel que ha provocado la informatización de la sociedad. Pero el objetivo de labolsadepapel con su alternativa para los distribuidores no es hacer el gran negocio, ni demonizar a las bolsas de plástico. "No queremos entrar en luchas de materiales, queremos simplemente ocupar nuestro lugar en el mercado. Estamos en el mundo de la impresión, del diseño, de papeles especializados? No es una industria de producciones masivas que pretenda sustituir a las bolsas de plástico en los grandes consumos. Queremos que cuando un consumidor requiera una bolsa se le dé una sostenible, ecológica y útil, que aguante el peso que lleve, que pueda reutilizar y que sea reciclable".
Reciclado masivo
La bolsa de papel no sólo es reciclable, y hasta siete veces, sino que, de hecho, se recicla masivamente en toda Europa: en España reciclamos ya más del 71% de las bolsas de papel que utilizamos. Aún así, si una bolsa de papel no llegase a entrar en el circuito del reciclado, se biodegradaría en un periodo de entre dos y cinco meses. Frente a eso, como indica la propia Directiva europea y denuncian las organizaciones ecologistas, las bolsas de plástico pueden persistir cientos de años en el medio ambiente, con frecuencia en forma de partículas nocivas, que constituyen una gran contaminación medioambiental y un gran riesgo para la vida marina.
"Nuestro gran discurso es la sostenibilidad y el papel es totalmente sostenible. Estamos en la economía circular y hablamos de plantaciones realizadas ex profeso por el sector, que han recuperado zonas baldías, de árboles que absorben el CO2 -un kilo de papel absorbe 1,3 kilos de CO2 equivalente-..., y de imagen de marca, porque la bolsa de papel, además de proteger el producto y transportarlo, es el envoltorio de la tienda", concluye el director de labolsadepapel.