
Un uso más eficiente del agua, cambios en las prácticas agrícolas o la búsqueda de variedades y cultivos alternativos más resistentes a la sequía son algunos de los cambios que tendrán que acometer los productores para adaptarse al calentamiento global, según los expertos.
Los agricultores empiezan a tomar conciencia de que el cambio climático no es sólo un discurso catastrofista de los colectivos ecologistas. La grave sequía de este año o las heladas en plena primavera son buenos ejemplos de que algo está sucediendo. Los expertos consultados por elEconomista coinciden en señalar que los productores deben adaptar su toma de decisiones y sus prácticas agronómicas a la nueva realidad.
Un uso más eficiente y racional
En un escenario marcado para el aumento de la demanda de agua como consecuencia del incremento de las temperaturas, el riego se configura, según el técnico en temas medioambientales de UPA, José Manuel Delgado, como "uno de los principales instrumentos" para la adaptación de la agricultura al cambio climático. Sin embargo, advierte, la oferta del líquido elemento es cada vez más escasa por la disminución de las precipitaciones.
Paliar esas "tensiones", afirma el técnico de Asaja José Carlos Caballero, debe venir fundamentalmente por la mejora de la oferta de agua que plantee el nuevo Plan Hidrológico, aunque reconoce que también hay que actuar para reducir la demanda, algo que recae directamente en los agricultores. Para Caballero, "hay que ir a técnicas de mayor eficiencia en el aprovechamiento. Todo lo que sea evolucionar de los antiguos riegos a manta, que se siguen dando, a un riego localizado y subterráneo, bienvenido sea", afirma.
Los cambios, sin embargo, deben ser más amplios. El ingeniero agrónomo Ignacio Lorite, considera que "la implantación de sistemas de riego por goteo permite reducir la demanda, pero "igual de importante es realizar una correcta gestión. De nada sirve tener un moderno sistema de riego si el agricultor desconoce cuánta agua necesita su cultivo y cuándo aplicarla". Coincide en ese sentido José Manuel Delgado, de UPA, que afirma que "hay que estudiar exactamente el déficit hídrico de esas plantas, con tecnología de drones. En definitiva, aplicar innovación para utilizar menos agua y de forma más eficiente y más óptima en las zonas en las que más se necesitan".
Aunque, primero de todo, "hay que medir lo que gastamos. El tema de los contadores es sí o sí. Hay que tener información, una trazabilidad y saber de alguna manera lo que costamos para evitar derroches", añade Delgado. Dentro de esta trazabilidad, José Carlos Caballero afirma que "la figura de las comunidades de regantes, muy extendido en aguas superficiales, se va a imponer en las aguas subterráneas y sobre todo en las zonas donde hay problemas con los acuíferos. Las comunidades ahí pueden aportar soluciones de control, de gestión, de seguimiento y adaptación según los niveles. Es una figura a la que hay que sacarle todo el partido".
Lorite advierte, no obstante, que "el empleo de aguas subterráneas debe ser evaluado en detalle, analizando la sostenibilidad de los sistemas y la productividad ya que, por ejemplo, en casos como el maíz, "los costes asociados a su extracción pueden hacer inviable su uso".
Cultivos alternativos
El cambio climático anticipa modificaciones en las técnicas agrarias. El ingeniero agrónomo Ignacio Lorite asegura que habrá que ir a "prácticas de manejo que permitan adaptarse a las nuevas condiciones climáticas", como el adelanto en la fecha de siembra -por ejemplo, en el caso del maíz o el girasol-. "De esta forma, se consigue escapar de la época con mayores temperaturas reduciendo el consumo de agua, evitando estrés térmico y manteniendo la duración de los ciclos de los cultivos".
Caballero reconoce que habrá que intensificar una práctica que no es nueva para los agricultores, que tradicionalmente han jugado con sus estrategias derivadas de las limitaciones de agua, bien hidrológicas o agronómicas. "En verano las necesidades de riego son muy altas, mientras que si te pasas a un cereal de invierno con dos riegos tienes suficiente".
¿Habrá que ir pensando en pasarse a nuevos cultivos? Para el técnico de Asaja, de hecho, "el cambio se está produciendo ya", como la proliferación de cultivos leñosos que se produce en la zona centro y sur de España "que también tiene mucho que ver con esto, además de por razones de mercado". A nivel global, la subida de las temperaturas está haciendo incluso que se hable de plantaciones en países en los que antes era inimaginable, como el viñedo en el Reino Unido.
Ignacio Lorite, uno de los principales expertos de nuestro país en adaptación de la agricultura al cambio climático, no lo ve tan claro. "No es fácil elegir nuevos cultivos y menos en un entorno de cambio global con bajas rentabilidades. De hecho, muchos de los cultivos actuales de regadío están cercanos a no ser rentables por el incremento de los costes -principalmente de energía- y la reducción de los precios de los productos agrícolas en general". Coincide el técnico de UPA, José Manuel Delgado: "Buscar cultivos alternativos tiene el problema de que el agricultor cultiva bajo demanda en base a determinadas perspectivas de comercialización. Además, en cada zona está muy limitado por la propia climatología".
Nuevas variedades
Delgado, no obstante, apunta otra opción interesante. "A lo mejor hay que buscar variedades de cereal más tempranas adaptadas a la sequía, que resistan mejor los golpes de calor, el estrés hídrico, aunque sean menos rentables. La cuestión no es buscar variedades más rentables, porque lo que le interesa al agricultor es tener una rentabilidad general. Si tienes una productividad muy alta pero los costes -agua, fertilizantes- también lo son y está a la vez muy condicionada por unas condiciones climáticas cada vez más difíciles, a lo mejor hay que ir a variedades más resistentes aunque sean menos productivas".
En este capítulo, Ignacio Lorite apunta que "en la actualidad son muchos los trabajos en busca de variedades resistentes a la sequía. Cultivos como el trigo tienen programas de mejora buscando mayor resistencia a la sequía y con mayor eficiencia en el uso del agua. Sin embargo, los programas de mejora no son rápidos y requieren un largo proceso de estudio y evaluación". El investigador cordobés reconoce en este sentido que "la investigación agraria sufre de carencia generalizada de financiación, cuando debería ser un componente básico del sistema investigador europeo. La gestión del agua y la seguridad alimentaria son componentes críticos que afectan a toda la sociedad, pero que en los programas de investigación no son suficientemente potenciados. A pesar de todo, la investigación agraria está obteniendo resultados muy satisfactorios, aunque es verdad que la velocidad en los resultados puede ser considerada como lenta por la sociedad".
Desde UPA se apunta que "hay ya centenos híbridos que se han demostrado resistentes y que, a pesar de la bajada de la rentabilidad que tiene ahora el cereal, si se hubiesen utilizado las variedades de hace 20 ó 30 años, no hubiesen tenido ninguna producción. Se está avanzando en el tema de la investigación, pero es necesaria mucha más. Nosotros demandamos un plan de adaptación al sector agrario desde el punto de vista no sólo de las semillas de determinados cultivos, sino también de determinados plantones en olivar o en viñedo para buscar de alguna manera no sólo la opción de la calidad, sino de la viabilidad de esas plantas ante un escenario de estrés hídrico".
Caballero, de Asaja, pide ahí potenciar la investigación, "porque aunque hay muchas, tanto públicas como privadas y tanto de técnicas convencionales como de modificación genética para buscar variedades más resistentes, no se está en la fase de las aplicaciones prácticas".
Nuevas tecnologías
La reducción de insumos como fertilizantes y fitosanitarios es otra de las medidas sobre las que las instituciones han puesto el punto de vista para reducir el cambio climático. José Antonio Turrado, secretario general de Asaja Castilla y León, opina, sin embargo, que "si el objetivo principal es abolir el hambre y obtener productos sanos y duraderos, es difícil pensar que se pueda hacer con menos fitosanitarios y fertilizantes. Otra cosa es que hay que prescindir de materias activas que puedan ser sustituidas por otras más seguras, que haya que profundizar en el respeto a los plazos de espera, y que se pueda reducir la cantidad si se consigue una mejor asimilación por la planta aplicando tecnología al producto o al modo de aplicación".
Precisamente, a las nuevas tecnologías apuntan todos. "El empleo de drones, satélites y sensores para la identificación de plagas y enfermedades ya es hoy en día una herramienta que está proporcionando resultados muy satisfactorios. La nueva legislación sobre drones, los nuevos satélites y los avances en sensorización permitirán la realización de herramientas globales de asesoramiento que estarán disponibles en los próximos años y generarán un avance muy significativo en el asesoramiento al agricultor", afirma Lorite.
Otra cosa es el nivel de penetración en un sector tan envejecido como el agrario. Para el técnico de UPA, la nueva tecnología está sobre todo al alcance de las grandes explotaciones, por lo que ve necesario un abaratamiento. José Carlos Caballero, sin embargo, aunque reconoce que "puede haber un decalaje", se muestra seguro de que "si la tecnología funciona, termina llegando a todo el mundo". Ignacio Lorite cree en este sentido que "los servicios de asesoramiento al agricultor deben ser potenciados, permitiendo que técnicos cualificados acceden a todos los agricultores. Una gran parte de este trabajo podría ser realizado por el sector privado, siendo el sector público el que llegue a todos los sectores donde sea necesario".
Semilla cetificada
Los agricultores van a tener que apostar por la semilla certificada, con muy poca penetración en zonas como Castilla y León. Lorite sostiene que "su uso es imprescindible para asegurar el uso de las variedades más eficientes. Deben potenciarse de manera clara".
El secretario general de Asaja Castilla y León, José Antonio Turrado, disiente: "No creo que la semilla certificada responda mejor ante condiciones adversas. Sí podemos decir que ante una climatología favorable, den mejores producciones que compensen el mayor desembolso inicial de este insumo".