Agro

Espelta, mijo y sorgo: cultivos en auge en el campo español por su rentabilidad

  • Tienen la ventaja de que ofrecen un laboreo similar al cereal tradicional
El mijo, un cultivo en auge.

Los bajos precios de los cereales han aumentado el interés de los agricultores por ver otras alternativas que les ofrezcan un mayor margen comercial o menores costes. Hay un grupo de cultivos como son la espelta, el sorgo y el mijo que, dentro de los cereales, son una alternativa a los tradicionales, porque ofrecen un mayor valor añadido, con la ventaja de que el manejo y la maquinaria son las mismas que la de los más extendidos. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Agro

La espelta (Triticum spelta) es una variedad de trigo, también conocida como escanda o trigo salvaje, que se ha popularizado debido a sus grandes cualidades nutricionales. Su valor añadido está estrechamente relacionado con la demanda creciente de este tipo de productos.

"Actualmente, los consumidores buscan gran variedad de productos que complementan su dieta de una forma diferente como germinados, panes de diferentes clases, etc.", explica Laura Cobos, ingeniera agrónoma y responsable técnica de Cultivos Alternativos de Inea, la escuela universitaria de Ingeniería Agrícola ubicada en Valladolid, que recientemente ha publicado un completo estudio, en colaboración con la Diputación, sobre 16 cultivos alternativos que pueden suponer una mejora de la rentabilidad de nuestras explotaciones.

El caso de la espelta

La espelta, respecto al trigo común, presenta mayor nivel de proteínas, minerales, vitaminas, oligoelementos y también parece ser más digestible que este. "Hay demanda, y por eso se paga más por este cereal, sobre un 15% más que un trigo normal, aunque su techo de producción no es excesivamente elevado, ya que normalmente no sobrepasa los 5.000 kilos por hectárea en regadío", comenta Laureano García, de Bercero (Valladolid). La espelta para semilla puede alcanzar de precio los 300 euros por tonelada, pero hay que tener en cuenta "que la semilla es cara y que las producciones son más bajas que los cereales tradicionales", señala García.

En ese equilibrio entre producciones y precio percibido entran otro tipo de ventajas que hacen que cada vez más agricultores se decanten por este tipo de cultivos. La espelta es un cultivo muy rústico que puede cultivarse en parcelas poco fértiles. "Sus requerimientos climáticos son similares a los del trigo, pero a la vez es capaz de soportar temperaturas más duras", apunta Laura Cobos.

Otro punto a favor es su grano, que está envuelto por un salvado muy difícil de descascarillar, lo que le confiere protección natural contra plagas e insectos. Su mayor rentabilidad viene por el precio y por el menor gasto en insumos. "Debido a su resistencia a plagas y a enfermedades, la utilización de fitosanitarios es menor, lo que se traduce en menor gasto de pases de tractor, gasoil ,etc.", explica la responsable del Inea.

El sorgo, casi un barbecho

La demanda de sorgo está creciendo, ya que es un cereal que no contiene gluten y, por tanto, sus harinas son aptas para celiacos. Es interesante porque pasa poco tiempo en la tierra y con un herbicida no muy caro puedes controlar prácticamente todo. "Se siembra en mayo y se cosecha en septiembre, por lo que deja descansar la tierra. Es casi un barbecho sin serlo", asegura José Antonio García, productor de sorgo desde hace ocho años.

Una de sus grandes ventajas es la cantidad de materia orgánica que deja en el suelo cuando se recoge. "Con la cosecha, el rastrojo que queda en el suelo devuelve cerca del 50% de los nutrientes que ha necesitado para su desarrollo, lo que se traduce en un menor gasto de abonos en la campaña siguiente", señala Laura Cobos. Tiene un manejo muy similar al del maíz a la hora de preparar el terreno para la siembra. La maquinaria utilizada es la convencional para el cereal, aunque también se pueden hacer las siembras con una sembradora de maíz.

Al principio de su desarrollo, el sorgo soporta bien las bajas temperaturas, pero los descensos en el momento de la floración pueden reducir el rendimiento del grano. Por el contrario, es un cultivo que soporta bien las altas temperaturas. Además, presenta buena resistencia a la sequía durante largos periodos de tiempo, reponiendo su crecimiento una vez que cesa ésta.

Los costes de producción rondan los 600 euros por hectárea -que incluye riegos, labores, herbicida, abono- gasto de la semilla aparte y este año se ha llegado a pagar por una calidad tipo 196 euros por tonelada, aunque las cantidades varían según las empresas. "Las producciones oscilan entre los 6.000 y los 7.000 kilos dependiendo del año y nuestros objetivos de calidad, con la ventaja de que el precio es fijo, por lo que sabes cuánto te vas a gastar y lo que vas a ganar", destaca José Antonio García.

El resistente mijo

El mijo se cultiva desde hace miles de años en muchos tipos de suelos y climas. Es a la vez tolerante a las altas temperaturas y a la sequía, pero no soporta las heladas. Requiere terrenos ricos y blandos y, debido a su sistema de raíces poco profundas, debe tener a disposición en las capas superficiales los nutrientes. No va bien en suelos con un pH superior a 7,8 y tiene mala tolerancia a la alta salinidad. No es un cultivo muy susceptible al ataque de plagas, aunque sí al de animales y pájaros, que suelen comerse el grano al estar en la fase madura, echando a perder el del cultivo.

El mijo se presenta como una alternativa de cultivo a nuestros cereales de siempre, aportando unas características nutricionales interesantes y presentándose como un alimento para celiacos, ya que sus granos no contienen gluten al igual que el sorgo. Es un alimento nutritivo de elevado contenido energético, especialmente recomendado para los niños, las personas convalecientes y los ancianos. Los costes de producción son muy similares a los del sorgo (600 euros/ha. sin contar la semilla) y el precio al que se paga es alto: 400 euros por tonelada.

Esto responde a su demanda y a que las producciones no son muy elevadas, entre los 3.000 y 4.000 kilos por hectárea. Se siembra en mayo y se recolecta en septiembre. La profundidad de siembra no debe ser mayor de 2.5-3 cm, debido al pequeño tamaño de la semilla. Uno de sus inconvenientes es que se cae mucho al segarlo, algo que se compensa con su elevado precio.

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