
Últimamente no cesa en los oídos de los agricultores ese pitido que hace sospechar que están hablando de uno. En altísimas esferas van y vienen encorbatados señores que negocian acuerdos transoceánicos sobre el aceite, los pollos, los cerdos, la leche, las frutas, el vino... y lo hacen como si supieran más de estas cosas que nosotros mismos, sin que en sus idas y venidas ninguno de ellos haya, probablemente y salvo excepciones, ordeñado una vaca o enganchado una grada de disco en su vida.
Leíamos estos días que Canarias ha perdido 2.500 hectáreas de cultivo de tomate en los últimos 15 años debido a los acuerdos entre la UE y Marruecos. No pasa nada; puede que en unos años leamos que se han perdido olivos en Andalucía, o vacas en Galicia, o granjas de porcino en Cataluña o rebaños de ovino en las Castillas... producciones todas que representan gran parte de la economía local. Tanto la ministra de Agricultura, como el de Economía -ambos en funciones, recordemos-, pero para lo que quieren- se muestran ilusionados con el TTIP y no paran de decir lo bueno que va a ser para la industria agroalimentaria española. Una extensión fantástica de la Marca España a la que, por desgracia, los agricultores y ganaderos no podemos sumarnos porque si alguien triunfa, es la industria, no los agricultores y ganaderos, ¿cómo iba a cambiar tanto la película? Según los datos expuestos por la Comisión Europea, el comercio entre la UE y Estados Unidos representó alrededor de 616.000 millones de euros en 2015, de los que la agricultura representó 31.000.
La UE tuvo un superávit total de 123.000 millones con los EEUU para el comercio de bienes y de más de 7.000 millones en los productos agrícolas. Nosotros consideramos que esta posición debería servir para elaborar una propuesta de negociación del capítulo agrario que incidiera especialmente en garantizar un nivel adecuado de protección de los valores del modelo actual europeo y de sus explotaciones que son un patrimonio económico, social y medioambiental de nuestro medio rural. Si hasta los informes de los Estados Unidos demuestran que la UE será la gran perjudicada del acuerdo, no sé qué más necesitan los responsables de la UE y sus Estados miembros para revisar todo, y, si procede, dar marcha atrás... porque no hay prisa, o, igual, sí la hay ¿quién la tiene y por qué? Al final, entre una cosa y otra, parece que más que la base de la alimentación de los millones que somos en nuestro país y en Europa, nos hemos convertido en una pelota de ping-pong en mitad de un partido entre políticos en el que, además, nunca hemos querido jugar.