Nuestro país apenas utilizará la mitad del potencial que le permite el nuevo sistema de autorizaciones para crecer en superficie plantada mientras sus dos directos competidores, Francia e Italia, han solicitado un 1 por ciento, el máximo posible.
El sector español del vino ha hecho bueno la máxima de "los experimentos con gasesosa" ante la entrada del nuevo sistema de autorizaciones para el viñedo. Nuestro país apenas utilizará la mitad de la capacidad de ampliación de su superficie que permitía la UE, frente a sus más directos competidores, Francia e Italia, que no han renunciado a aprovechar al máximo sus posibilidades.
El pasado 27 de enero el Ministerio de Agricultura despejaba la gran incógnita que durante los últimos meses ha mantenido en ebullición al potente sector del vino español: la superficie de viñedo que podrá ampliarse en 2016. Este año era el primero en el que se aplicaba el nuevo sistema de autorizaciones después de que la UE firmase el acta de defunción del histórico sistema de derechos históricos, que ha estado rigiendo en el sector durante los últimos 30 años.
Las posibilidades que abría la Unión Europea a sus estados miembros era solicitar una ampliación de hasta el 1 por ciento de la superficie de viñedo existente en cada país a fecha 31 de julio de 2015. El mismo sistema se aplicará en los dos próximos años. Pese a las pretensiones iniciales del fijar esa ampliación en el 0,6 por ciento, el Magrama lo rebajó finalmente al 0,43, lo que significa que este año se podrán plantar 4. 173 nuevas hectáreas de viñedo.
El porcentaje ni siquiera llega a la mitad de lo solicitado por los dos grandes competidores de España: Francia e Italia, segundo y tercer país en superficie después de nuestro país, que han pedido un 1 por ciento, al igual que Portugal, cuarto en extensión, que también va a máximos. Sólo Alemania se sitúa por debajo, con un 0,3. La justificación del Ministerio es que el incremento coincide con lo que ha crecido el sector en los últimos años. La UE debe dar todavía que comprobar si las limitaciones y las razones aducidas por cada Estado están justificadas.

La Confederación Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas justifica la posición de nuestro país asegurando que ante el primer año de aplicación del nuevo sistema "se imponía la prudencia" a la hora de valorar el posible impacto que pueda tener el porcentaje máximo. Sobre la posición de Francia e Italia, consideran que "las circunstancias de cada mercado en lo que se refiere a superficie de viñedo, potencial productivo y perspectivas de mercado son diferentes y por tanto, es lógico que las necesidades de nuestro país en términos de plantaciones también lo sean". Unión de Uniones ha sido la única organización agraria que ha defendido solicitar el 1 por ciento de ampliación. Su técnico coordinador de la sectorial vitivinícola, Constantino Gil Soto, asegura que con la decisión del Ministerio, se ha perdido la oportunidad de tener un instrumento de planificación para redimensionar las explotaciones y, a la vez, un crecimiento controlado de las Denominaciones.
El nuevo sistema permitía a las DO e IGP fijar limitar al crecimiento en las tres vías posibles: acotando la superficie de nuevas plantaciones, y restringiendo el trasvase de derechos de denominaciones donde no se habían generado y de plantaciones provenientes del arranque de viñedos producidas en otras zonas.
Sin embargo, sólo dos Denominaciones -Rioja y Chacolí Bizcaia- han hecho uso de esa facultad mientras otras dos -Ribera, Navarra-, lo han hecho sólo de nuevas plantaciones.
Falta de planificación
"Ha habido falta de planificación por parte de los Consejos porque el problema no son tanto las nuevas autorizaciones, sino la conversión de derechos que están en las reservas y en manos de los agricultores y, sobre todo, las replantaciones, que permiten arrancar viñedos en una Denominación y plantarlas en otra. Esas puertas de entrada de nueva masa vegetal son un riesgo y estamos todos esperando a ver qué va a pasar", asegura Gil Soto, que aventura que "esta tercera vía puede desequilibrar denominaciones que están funcionando bien". Este riesgo lo reconoce la CECRV, que afirma que "desde el principio hemos advertido que los criterios de elegibilidad y de prioridad escogidos por el Ministerio de entre todos los que proporciona la Organización Común de Mercados Agrícolas aprobada por las instituciones europeas en 2013 no permiten garantizar que no haya desequilibrios de mercado". En este sentido, añaden que "España podría haber seleccionado criterios de prioridad más enfocados a favorecer la calidad de los productos y a tener en cuenta las circunstancias productivas de cada zona". Para Gil Soto, el ejemplo paradigmático ha sido el de Francia, que con más de 300 denominaciones de origen han presentado limitaciones y restricciones 84 y 11 IGP. De esta manera, de las 8.400 hectáreas nuevas, sólo 3.200 hectáreas será para denominaciones. "El resto va a vino sin denominación de origen para vino de mesa y para destilar alcohol de uso de boca en un mercado importantísimo para los franceses como es el de los licores y espirituosos".
Gil Soto insiste que los franceses han hecho una planificación al milímetro hasta el punto de que en la zona de Champagne, las nuevas autorizaciones se limitan a 1.000 metros cuadrados. Sobre el riesgo de que Francia, primer comprador de vino español para destinarlo a vino de mesa reduzca sus compras a nuestro país, Constantino Gil no considera que exista. "Al precio al que compran es muy bajo y tiene que producir muy barato par que eso ocurra" pero para este representante de Unión de Uniones "lo que está claro es que España pierde potencial vitivinícola".
La incorporación, en entredicho
Unido a esto, desde la organización agraria Unión de Uniones de critica el criterio de preferencia establecido por el Ministerio a la hora de adjudicar las nuevas autorizaciones. "Con el nuevo sistema, los jóvenes que se van a incorporar, no tienen que tener viña. Se da esa contradicción y ocurre que un cerealista con 200 hectáreas y con menos de 41 años tiene prioridad sobre el hijo de unos viticultores que se quiere incorporar al sector y tiene ya viñas porque se las va a ceder su padre".