De la estación experimental que Cajamar tiene en El Ejido ha surgido una tecnología de invernaderos de plástico hoy referencia mundial y ha sido pionera en introducir en España cultivos como la uva sin semilla.
El l éxito de la hortofruticultura de nuestro país no puede entenderse sin el papel que "Las Palmerillas" ha jugado en el desarrollo del sector, tanto en la mejora de las producciones como en el desarrollo de tecnologías que redujesen los costes a los agricultores. El centro experimental de Cajamar nació en 1975 en El Ejido (Almería) con los primeros beneficios que tuvo la entidad financiera y con la filosofía de evaluar las tecnologías que llegaban al campo y desarrollar técnicas para adaptarlas a las necesidades que había.
Y estando en Almería, era lógico que desde el principio estuviese focalizado en el sector hortofrutícola y en buscar soluciones al eterno problema de la falta de agua. "Se empezó a trabajar con los primeros sistemas de riego por goteo que llegaban a España y sobre todo en su buen uso para tener la mejor producción posible con el menor consumo. Los primeros ensayos que se hicieron en invernadero permitieron utilizar un 30 por ciento de lo que consumían con sistemas tradicionales.", explica Roberto García Torrente, director del Negocio Agroalimentario de Cajamar.
Fueron pioneros también en la investigación de semillas híbridas de hortalizas en busca de aquellas variedades que daban más producción o las más adaptadas a las preferencias de los consumidores. Otra de las líneas fue la de mejorar la estructura de los invernaderos, por aquellos tiempos muy sencillos y con muchas limitaciones. Fue el primer centro en especializarse en investigar en tecnologías de plástico y hoy es la referencia mundial al que acuden desde países como Argentina, Perú o Corea del Sur.
Junto a la horticultura bajo plástico, la otra gran línea fue la fruticultura y, en concreto, los productos tradicionales mediterráneos, como la uva de mesa y los cítricos. "En la primera fuimos pioneros en trabajar con cultivos de uvas sin semillas", explica Roberto García Torrente. Eran principios de los años 80.
En el sector de los cítricos comenzaron la búsqueda de los tipos de patrones que evitasen problemas como la enfermedad de la tristeza o en encontrar variedades que ampliasen el calendario de cultivo. Hasta se llegó a trabajar en la adaptación de cultivos tropicales a las condiciones del mediterráneo andaluz, con la introducción del mango, del aguacate y del chirimoyo, fundamentalmente. Eran los comienzos de la utilización de invernaderos y la superficie era relativamente pequeña, pero se creía que no se podía utilizar toda porque no iba a haber tanta demanda. Luego no se desarrollaron en Almería ante la alta rentabilidad de los invernaderos, aunque sí se cultivaron en la costa granadina y malagueña.
El compromiso con la cultura de la innovación llegó a Cajamar a crear otra estación experimental en los años 90, en Paiporta (Valencia), más orientado al cultivo de hortalizas al aire libre.
Ahora toda la investigación agroalimentaria de Cajamar está unificada e integra a los dos centros, en los que trabajan 50 personas entre auxiliares de campo, técnicos e investigadores. Las principales líneas de trabajo pasan por el control de plagas sin utilizar productos químicos. "Utilizamos insectos y ácaros que actúan como depredadores de las especies dañinas porque los consumidores quieres productos lo más naturales posibles y que no tengan residuos químicos, explica García Torrente.
Alimentos saludables
La otra gran línea en marcha es la de automatizar la toma de decisiones, la denominada agricultura inteligente. Lo que antes hacían los agricultores a ojo a la hora de aplicar a los cultivos de agua, abonos o temperatura, se mide ahora con sensores para aplicar la medida justa. "En la agricultura siempre se ha pensado que si se echaba un poco más de agua o de abono, le hacía bien a la planta, pero es lo contrario. Lo que queremos es que mediante sensores, medir las necesidades de la planta, las disponibilidades que hay en el suelo de esos insumos y que automáticamente se le vayan aportando", asegura el responsable de Negocio Agroalimentario de Cajamar.
Ahora mismo, en la campaña 2015-16, la entidad financiera tiene en marcha 93 proyectos, entre ellos los relacionados con la alimentación y la salud. "Antes la gente pensaba en el consumo de medicamentos para tener esa buena salud y ahora está más preocupada en obtener una buena salud a través de la alimentación". Para ello se trabaja en identificar qué componentes bioactivos hay en cada alimento, qué componentes son beneficiosos para la salud y cómo potenciar ese contenido. "Estamos intentando fomentar el cultivo de esos productos y sobre todo la transformación para ponérselos al consumidor en los formatos que ellos quieren. La granada, por ejemplo, es un cultivo muy atractivo, pero al consumidor no le gusta consumirlos como salen directamente del árbol, sino procesados en zumos, etc. Ese es el desarrollo que estamos ayudando a que se lleve a cabo".

La fuerte vinculación de Cajamar con el sector productor es la que fija la hoja de ruta de esta política de investigación. "Lo que3 intentamos es recoger sus necesidades e inquietudes y ofrecerles soluciones para mejorar sus rentabilidades", explica García Torrente.
"Nuestras estaciones experimentales están muy vinculadas al sector hortofrutícola, pero al final lo que intentamos también es ofrecer soluciones para otros sectores. Por ejemplo, ahora con el problema de precios del vacuno de leche, nos ponemos en contacto con centros de investigación españoles o europeos que estén investigando cómo mejorar las instalaciones, la eficiencia, cómo reducir los costes e intentamos que esos trabajos le lleguen a los ganaderos con los que mantenemos relaciones".
Otro proyecto en el que no trabajan directamente pero en el que sí se han involucrado, es en el problema de la bacteria Xylella fastidiosa en el olivar, que está afectando a Italia y genera gran inquietud entre los productores españoles. "Nos hemos traído al mayor experto italiano y norteamericano sobre el tema y nos hemos reunido con representantes del sector en España para conocer la situación, posibilidades de que llegue a España y cómo habr4ía que actuar si eso ocurriese". O el viñedo, afectado por la yesca, una enfermedad de la madera de la viña, y para la que se ha prohibido el único producto autorizado hasta ahora. "no hay medios para luchar, pero estamos identificando si hay grupos que están trabajando, si están consiguiendo avances, soluciones y luego facilitar que llegue de la manera más rápida al sector", asegura García Torrente.
Transferencia a los agricultores
La transferencia del conocimiento al agricultor es lo que marca el hecho diferencial de la política de investigación e innovación de Cajamar en el sector agrario. Durante el pasado año organizaron 162 jornadas de formación con la asistencia de más de 12.000 agricultores de toda España. "Lo más gratificante es cuando alguien viene y luego repite, porque es la prueba de que estamos dando solución a sus necesidades. Tenemos un índice de repetición muy grande porque nos hemos ganado la confianza de la gente", afirma Roberto García Torrente.