
Castillo de Canena y Multiscan Technologies desarrollan un proyecto tecnológico para la selección óptica de la aceituna que permite detectar índice de madurez y presencia de defectos.
En plena crisis de precios y con el eterno debate sobre el rigor de los Panel Test que categorizan los aceites de oliva virgen extra, la tecnología puede brindar una herramienta definitiva para la mejora de la calidad del que es uno de los productos estrella de nuestro sistema agroalimentario.
Se trata de Evoolution, un proyecto tecnológico desarrollado por Castillo de Canena y Multiscan Technologies que permite a las almazaras la monitorización y selección una a una de las aceitunas mediante visión artificial. El sistema de selección óptica de cada aceituna permite su clasificación por índice de madurez y por la presencia de defectos, las dos claves que determinan la calidad del aceite. "En un sector tan maduro como es el aceite de oliva caben todavía muchísimas cosas que estudiar, investigar, analizar y mejorar. Para nosotros, no es algo aislado, sino que entra dentro de una filosofía de trabajo y un credo corporativo donde apostamos por la innovación en la búsqueda de la excelencia de los zumos que producimos", afirma Francisco Vañó, presidente de Castillo de Canena.
"En estos momentos nos encontramos en un escenario de precios muy bajos y nosotros hemos pensado desde un principio que tenemos que apostar por la calidad, pero no solamente bajo el punto de vista organoléptica, en el que este proyecto está muy centrado porque es una mejora a la hora de seleccionar los frutos de una manera científica y rigurosa, sino también bajo el punto de vista de la trazabilidad, de la defensa y mejora del territorio, de cuestiones medioambientales como la medición de la huella de carbono y huella hídrica, etc. La calidad entendida desde un sentido holístico no sólo sensorial" asegura Vañó.
Durante las campañas de 2019 y 2020, dos prototipos diferentes de Evoolution han permanecido en la almazara de Castillo de Canena para su validación in situ con frutos que presentaban distintos índices de madurez y diversas afecciones. En la primera fase de validación, comprendida en el periodo entre noviembre de 2018 y enero de 2019, el objetivo era identificar los posibles defectos existentes en la aceituna que pueden afectar la calidad del aceite producido, así como la evaluación inicial de la clasificación y selección como herramienta para asegurar una óptima calidad.
Grandes volúmenes
En esta fase, se identificaron la influencia de defectos tales como aceituna helada o con falta de desarrollo, atrojada, deshidratada o afectada por hongo en la calidad final del aceite, desarrollando en un primer paso la tecnología capaz de seleccionar los frutos uno a uno en grandes volúmenes. Los estados fenológicos considerados variaron entre índices de madurez de tres a seis y el proceso de clasificación funcionó de forma satisfactoria. En esta etapa de la campaña es crítico este sistema de selección porque permite a la almazara asegurar producciones de aceites de oliva virgen extra de la más alta calidad.
En la siguiente fase de validación, comprendida en el periodo entre septiembre y diciembre de la campaña de 2019, se introdujo Evoolution en la producción temprana del aceite más premium de Castillo de Canena, donde la aceituna empleada es de producción propia exclusivamente y el proceso de elaboración está muy controlado. El objetivo de esta fase ha sido validar el rendimiento del prototipo dentro de la línea de procesado y la efectividad de la tecnología desarrollada en el primer periodo del proyecto. En esta etapa de la campaña es importante detectar y eliminar defectos puntuales tales como el picado de mosca o afecciones derivadas de los efectos climatológicos, imposibles de prever y que pueden suponer pérdidas importantes en partidas de aceituna. Además, Evoolution permite la monitorización y selección de la aceituna según siete estados fenológicos, algo muy útil en la producción de aceites premium con diferentes grados de madurez. Durante la validación, la máquina fue capaz de trabajar a rendimientos de 18-20 toneladas/hora y detectar defecto en aceitunas con picado de mosca, deshidratada y fermentada con alta efectividad, así como otros elementos no deseados tales como nudos o palos. Además, trabajó en la selección de índices de madurez de entre cero y cinco permitiendo al responsable de la almazara controlar la madurez de su producción.
En las primeras pruebas, el proyecto ha tenido una efectividad del 100%, aunque hay que tener en cuenta "que nuestras producciones son modestas, con una media de recolección diaria de 35.000 o 40.000 kilos de aceituna", asegura Vañó. La selección del fruto es muy importante, tenemos que elegir el índice cromático de madurez, eliminar las aceitunas heladas o con algún problema de salud en la epidermis. Esta doble vertiente que afecta directamente a la calidad de los frutos la hemos podido controlar. Es cierto que ha sido una prueba piloto pero el año que viene lo institucionalizaremos para que el 100% pase por esta selección".
Útil para toda la industria oleica
Para Vañó, este proyecto "supone un paso más en la búsqueda de aceites de oliva virgen extra de mayor calidad, de mayor potencia, de mayor complejidad y desde luego con elementos saludables", pero no sólo ofrece oportunidades para el segmento premium. "Esta máquina puede venir muy bien a toda la industria oleícola porque el mercado medio necesita y demanda un aceite de mayor calidad". Castillo de Canena vende miles de botellas de aceite de oliva virgen extra "pero tenemos que pensar en los que venden millones". También para ese tipo de industria esta tecnología puede interesar mucho porque todas las almazaras o cooperativas están invirtiendo más en clasificación. "En nuestro caso utilizamos nuestras propias aceitunas, pero una almazara industrial tiene 300 o 400 cosecheros y cada uno trae una aceituna que es muy dispar: frutos estresados por sol de secano, otros fruta hidratada, otros más madura o menos madura, etc.".
Retribución más equitativa
La mejora de la clasificación, explica Francisco Vañó, es una tendencia de la que están muy pendiente todas las cooperativas precisamente "para ser más equitativos a la hora de retribuir al cosechero. Si yo traigo una aceituna perfecta y el que está a mi lado la trae helada, el aceite que sale es un lampante de libro. Esa tecnología ayuda a los maestros de almazara y a los jefes de patio a clasificar de forma mucho más precisa los frutos y es, además, una forma para que no sea yo subjetivamente el que decide, sino que la propia máquina de forma objetiva y aséptica clasifique y a cada cosechero le ponga en su sitio".
Los precios en origen constituyen la otra derivada con la que este sistema de selección óptica puede contribuir a la mejora de la calidad de los aceites de oliva virgen de España. "Si al productor que apuesta por la calidad le pagan más, al año siguiente el agricultor que ha sido más dejado se va a poner las pilas", concluye Vañó. Multiscan Technologies, el socio tecnológico de Castillo de Canena en este proyecto, que ha contado con un presupuesto superior al millón de euros, el 75% financiado por el programa de Investigación e Innovación H2020 de la Comisión Europea, es un viejo conocido en soluciones de clasificación y selección de aceituna de mesa. Con más de 20 años de experiencia en el desarrollo de productos de visión artificial y rayos X para la industria agroalimentaria, cuenta con más de 1.200 equipos repartidos por los cinco continentes. El proyecto tiene una duración de dos años y consta de cuatro fases de validación. La última, previa a la industrialización, se realizará en la próxima campaña de Chile, en mayo de este año.
En la élite del aceite
Con una historia olivarera que arranca en 1780, la compañía aceitera toma el nombre del castillo familiar que se alza en la loma del municipio de Canena, en Jaén. Sus olivares están enclavados en el Valle del Alto Guadalquivir, entre las Sierras de Cazorla y Mágina, donde recolectan las aceitunas con las que elaboran el aceite virgen extra de alta calidad de variedades clásicas como Picual, Arbequina y Royal. En Castillo de Canena cuidan del ciclo natural del árbol conjugando la sabiduría tradicional con la tecnología y el respeto escrupuloso al medio ambiente. Todos los olivos son totalmente mecanizables, tienen instalados el sistema de fertirrigación por goteo y cuentan con la certificación de 'Producción Integrada' que garantiza prácticas respetuosas hacia el entorno natural y un sistema de cultivo racional.
La energía eléctrica necesaria para la explotación de la finca se obtiene de plantas fotovoltaicas, los restos de poda se recogen para utilizarlos como biomasa y existen varias estaciones de control de estrés hídrico de los árboles que optimizan el agua. Sus aceites han sido considerados en numerosas ocasiones como los mejores del mundo. El último de los numerosos reconocimientos, la máxima puntuación en la Guía Flos Olei.