
Los organismos modificados genéticamente (OMG) van unidos a la polémica desde su aparición. Defendidos por buena parte de la comunidad científica y los agricultores al asegurar la producción de más y mejores alimentos con menos recursos, son víctimas de una agresiva campaña por parte de colectivos ecologistas que, sin embargo, no han logrado detener su expansión a lo largo y ancho del planeta desde que empezaron a comercializarse hace 23 años. Los cuatro principales cultivos biotecnológicos son la soja, el maíz, el algodón y la colza, y en menor medida la remolacha azucarera, la alfalfa o la patata, entre otros.
La superficie dedicada a estos cultivos alcanza ya los 191,7 millones de hectáreas, tras crecer 1,9 millones de hectáreas (1%) el pasado año, según un informe del Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología -ISAAA, por sus siglas en inglés-. Pese a expandirse, el ritmo de crecimiento es tres veces inferior al registrado en 2017, que fue del 2,8%, con 5,8 millones de hectáreas más, o al de 2016, en el que se incrementó un 3% más, con 5,4 millones de nuevas hectáreas.
Soledad de Juan, directora de la Fundación Antama -especializada en tecnologías aplicadas a la agricultura y la alimentación-, subraya que "aunque no sea el boom del principio, estos cultivos siguen creciendo y lo seguirán haciendo porque tienen muchísimo recorrido, entre otras cosas porque cada vez van saliendo más transgénicos con más eventos apilados y cubriendo distintas necesidades. Las primeras fueron agronómicas -lucha contra las plagas y las malas hierbas- pero ya se busca que sean más resistentes a la salinidad del suelo o a la sequía. Con los retos que plantea el cambio climático aparecen nuevas necesidades y aparecerán nuevos transgénicos", vaticina.
La realidad es que desde 1996, la superficie de cultivos biotecnológicos se ha incrementado 113 veces y ya son 17 millones en todo el mundo los que apuestan por ellos. En total, los OGM se comercializan en 70 países y en 26 de ellos se cultiva. Estados Unidos se sitúa a la cabeza seguido de Brasil, Argentina, Canadá e India.
En Europa, España, fundamentalmente, y Portugal, son los únicos países que apuestan por el maíz BT, el único cultivo que se permite en la UE junto a la patata amflora, aunque esta última está vetada por los gobiernos. La paradoja es que se permite la comercialización de algodón, soja, colza y remolacha azucarera o tabaco transgénico. Es más, en el caso de la soja somos los primeros importadores mundiales.
"Una situación muy triste"
Para De Juan, la situación en la UE "es muy triste porque sólo sembramos un maíz e importamos cada vez más grano transgénico con lo cual a nuestros agricultores no les dejamos competir en un marco global. Y España es un país agrario y exportador. O espabilamos pronto o habremos perdido definitivamente este tren y espero que seamos inteligentes y no perdamos el que viene", advierte.
España ocupa el decimoséptimo puesto a nivel mundial. El pasado año en España las previsiones apuntaban a una superficie cultivada de maíz transgénico de 115.246 hectáreas. Es el tercer año de descenso de la superficie, aunque la caída coincide con la reducción de la superficie de maíz forrajero en España. De hecho, la cuota de participación en el total del cultivo se mantiene en torno al 33%. Aragón y Cataluña son las dos Comunidades en las que, con gran diferencia, los transgénicos están más extendidos.