
Cerca de 260.000 personas entran cada día en una de las 2.854 farmacias abiertas en la Comunidad de Madrid en busca de un remedio o un consejo profesional. Remedios en forma de medicamentos, fórmulas magistrales, productos sanitarios o servicios que, sin duda, son muy distintos de los que procuraba la Farmacia de la Reina Madre en 1578, la botica de la calle Mayor más antigua de Madrid. Pero, tanto ayer como hoy, la cruz de la farmacia sigue proyectando una imagen de cercanía, independencia y de confianza que sus profesionales ha sabido labrarse a lo largo de su historia y que los colegios velan en interés público.
Con más de 100 años de historia, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM) es la corporación de derecho público que agrupa a todos los licenciados en Farmacia que tienen su domicilio profesional único o principal en la Comunidad de Madrid.
Es el Colegio farmacéutico que, con diferencia, cuenta con un mayor número de colegiados en España, con 12.045 profesionales, un 17,2% del total. Asimismo es la entidad profesional de ámbito regional que representa mayor número de farmacias abiertas, sólo por detrás de Andalucía y Cataluña. Y la que tiene el segundo promedio más alto de farmacéuticos por farmacia, con 2,7 profesionales por oficina.
Si no en cada esquina, casi. La red madrileña de farmacias cubre todo el territorio y ofrece cercanía. Más de 1.850 boticas están así instaladas en municipios fuera de la capital y cerca de un centenar prestan servicio como farmacias rurales en municipios con menos de 500 habitantes donde, en muchos casos, no hay ningún centro de salud pero sí una farmacia, recuerdan en el Colegio.
Son solo algunas cifras del alcance y la presencia que siempre ha tenido la farmacia en la sociedad y la sanidad españolas a lo largo de la historia.
Cabría remontarse hasta 1737 para buscar los orígenes del Colegio de Madrid, año en el que Felipe V concedió a los farmacéuticos madrileños el privilegio para preparar la Triaca Magna y aprobó los estatutos del Real Colegio de Boticarios de Madrid, que integraba a dos viejas cofradías de boticarios madrileños: la de Nuestro Señor San Lucas y Nuestra Señora de la Purificación, existente desde 1589, y la de Nuestra Señora de los Desamparados fundada en 1654. Era esta, según señala la Real Academia Nacional de Farmacia, una institución a medio camino entre las viejas estructuras sanitarias gremiales y los nuevos centros de innovación científica que desarrolló su actividad, mitad científica y mitad profesional, a lo largo ya de los siglos XVIII y XIX.
Colegiación obligatoria
Pero, para ser más exactos, el origen oficial del actual Colegio cabe datarlo en 1898, un año singular en la historia de la España que para la profesión farmacéutica y también médica supuso el inicio de la colegiación obligatoria. El Real Decreto promulgado el 12 de abril ordenaba ?la colegiación obligatoria para poder ejercer la profesión de médico o farmacéutico en toda España?, una cautela justificada para controlar el correcto ejercicio de la profesión, exigir a sus miembros un estricto código ético y para frenar el creciente intrusismo en el sector de drogueros, entre otros. Funciones todas ellas recogidas en los primeros estatutos aprobados por la primera Junta de Gobierno del Colegio Oficial Provincial de Farmacéuticos de Madrid, elegida en 1898 y presidida por Julián Madariaga Regil, vasco de Ceánuri (Vizcaya). Hoy estos fines siguen vigentes y dirigen las actuaciones de la actual corporación, que preside Luis González Díez desde 2014 y cuya Junta de Gobierno está formada por 22 miembros, con la presencia de 12 mujeres.
El papel de los colegios ha evolucionado lógicamente al ritmo que marcaba la propia sociedad, ciencia y tecnología. Su casi centenar de empleados presta hoy a los colegiados servicios de información técnica sobre medicamentos, información profesional, formación, consultoría de acceso al mercado laboral o atención jurídica, entre otros, con el fin de facilitar el desarrollo del ejercicio profesional. Solo desde la unidad de información técnica se atienden más de 200.000 consultas a lo largo del año sobre dispensación de recetas, formulación magistral, información del medicamento o profesional.
La corporación madrileña es una organización moderna y abierta a las nuevas tecnologías de la información y a las redes sociales. Todas las farmacias están conectadas en red y dispensan en formato electrónico a través del sistema de e-receta.
La entidad mantiene estrechos lazos de unión con las principales instituciones sociales, sanitarias o universitarias, fiel a su vocación de influir y participar de forma activa en los principales foros y ámbitos de la sociedad. Es una organización que no ha descuidado su vertiente empresarial y ha promovido desde sus inicios la organización del mayor Congreso y Salón de Farmacia de España. Primero con la Asociación para el Autocuidado de la Salud (Anefp) y, a partir de 2012, junto con el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona. Bajo la marca de Infarma, ambas corporaciones celebran cada año un evento capaz de reunir a más de 25.000 profesionales y más de 350 laboratorios y empresas del sector. Un puente aéreo entre Madrid y Barcelona que también se ha tendido con éxito en el área formativa a través de Ágora sanitaria, la plataforma de formación virtual líder en el sector.
Mucho han cambiado las comunicaciones, si bien la relación estrecha y directa con el paciente constituye una de las esencias de esta profesión y de una farmacia que está en evolución para adaptarse a las necesidades de una sociedad más envejecida y también más tecnológica. La presencia digital del Colegio está hoy consolidada en Internet y en las redes sociales, donde mantiene distintos canales abiertos para colegiados y ciudadanos que son referencia en el sector por número de seguidores e impacto informativo.
La farmacia madrileña, como la española, está hoy inmersa en un proceso de cambio que aspira a tener un mayor protagonismo sanitario y social, que se ha ido plasmando por el Colegio en los distintos conciertos de colaboración firmados con la administración autonómica. Se trata de una farmacia más centrada en el seguimiento farmacoterapéutico de un paciente crónico y polimedicado que en la dispensación de medicamentos, una oportunidad profesional para demostrar que su implicación en el terreno asistencial resulta de gran valor para los ciudadanos y para el propio sistema de salud, ya que permite mejorar resultados y ahorrar gastos a la administración, tal y como están demostrando los propios farmacéuticos en distintos estudios llevados a cabo en España.
Servicios profesionales
Dentro de este proceso, el Colegio ha firmado con la Consejería de Sanidad un nuevo concierto profesional y un convenio para poner en marcha distintos servicios farmacéuticos, bien potenciando la adherencia a la medicación en especial de los pacientes crónicos, mejorando el seguimiento farmacoterapéutico de pacientes polimedicados, realizando cribados para detectar a tiempo enfermedades o invirtiendo en campañas sanitarias de prevención y promoción de la salud. Actividades todas ellas que son coste efectivas para el SNS y deben ser remuneradas, a juicio de la farmacia madrileña. Se trataría de una nueva vía de ingresos para reforzar la economía de la red de farmacias que, tras la crisis, se encuentra muy debilitada por la aplicación de recortes y continuas bajadas en los precios de los medicamentos que han erosionado su margen profesional.
Otra vía de crecimiento es la prestación de servicios profesionales, área donde el Colegio de Madrid impulsa una sociedad mercantil desde 2014. Ofrece consultoría especializada en el sector sociosanitario a sus clientes y sus servicios abarcan todos los aspectos de la gestión de una farmacia, desde el diseño web para potenciar las ventas a través de este canal, a auditoría energética para abaratar la factura de la luz o consultoría laboral y contable-fiscal, hasta seguros profesionales y personales dentro de una amplia cartera de servicios.
Son nuevos ámbitos de actuación de un Colegio abierto a la sociedad, que ha sabido evolucionar para potenciar la formación de sus colegiados y prestar nuevos servicios profesionales en busca de una mayor eficiencia, sin descuidar la defensa activa de un modelo de farmacia en todos los foros e instituciones que, por sus resultados, no resiste la comparación y que se ha convertido por derecho propio en Marca España.