
El consumo dará alas al despegue europeo, beneficiado por el empuje de la inversión. El crecimiento de la UE será más robusto que el esperado hace tan solo tres meses.
La incertidumbre se despeja. Los malos datos empiezan a quedar atrás. Europa vuelve a mirar con optimismo a su horizonte económico, de la mano de las vacunas y del estímulo comunitario. Las últimas previsiones económicas de la Comisión Europea marcan un punto de giro, tras más de un año de pandemia. El crecimiento de la UE será más robusto que el esperado hace tan solo tres meses, sobre todo gracias al impacto del fondo de recuperación. La Comisión espera que el PIB europeo coja velocidad hasta alcanzar el 4,2% y el 4,4% en 2021 y 2022.
Tras sufrir la mayor crisis en siete décadas de historia de la UE, por el parón de la actividad provocado por el virus, Europa empieza a recuperar el terreno perdido frente a sus dos grandes socios y rivales comerciales: EEUU y China.
Si durante los últimos meses el futuro estaba plagado sobre todo de nubarrones, ahora llega con oportunidades para lograr un impulso incluso más robusto, si el consumo de los europeos tras el levantamiento gradual de las restricciones es mayor que el esperado, y si el comercio mundial se dispara por encima de las buenas cifras que registra.
Todo ello ofrecerá oportunidades para las empresas españolas más allá de los Pirineos, sobre todo para aquellas en los sectores que favorezcan la transformación digital y la transición 'verde', aprovechando la ola de inversión público y privada que en Europa volverá a recuperar los niveles previos a la crisis del euro.
Fondo de recuperación
La gran palanca para el despegue europeo serán los 800.000 millones de euros del fondo de recuperación. La Comisión tiene previsto desembolsar este año y el que viene 139.000 millones de euros de las ayudas no reembolsables del Mecanismo para la Recuperación y la Resiliencia, el instrumento que movilizará la mayor parte del fondo. Tal y como señaló el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, al presentar las previsiones el 12 de mayo, el fondo "representa un impulso sin precedentes a la economía europea". Este gasto adicional añadirá un 1,2% al PIB europeo, aunque la Comisión explica que solo ha tenido en cuenta el impacto directo sobre el aumento de la demanda, mientras que ha recogido parcialmente otros efectos indirectos.
Tal y como señala el responsable de la dirección general de Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión, Martin Verwey, el fondo "se espera que tenga un impacto inmediato y directo en el PIB europeo generando demanda a través de mayor inversión pública y privada".
La caída de la inversión privada durante los meses de pandemia fue en parte compensada por la inversión pública, en claro contraste con la respuesta a la crisis financiera de 2008 marcada por la austeridad.
La palanca para el despegue europeo serán los 800.000 millones del fondo de recuperación
Tras el hundimiento de la inversión por encima del 6% en 2020, se espera que aumente un 6,2% este año y el 5,4% el que viene en la UE (excluyendo Irlanda). Gracias a este impulso, la inversión llegará a representar cerca el 3,5% del PIB europeo en 2022, por encima del 3% del PIB con el que cerró en 2019, alcanzando niveles no vistos desde 2010.
Gasto productivo
El impacto del fondo no obstante dependerá de si los países dedican la cantidad de recursos sin precedentes a "inversiones productivas". De hecho, el efecto más allá de 2026, cuando expira el fondo, dependerá de la capacidad institucional de los países para seleccionar y gestionar proyectos de calidad, según advierte el BCE.
Los planes nacionales de recuperación serán las vías para canalizar el maná europeo. Representan una radiografía de las prioridades de inversión y reforma de los Estados miembros para los próximos seis años, y de las oportunidades que ofrecen para las firmas extranjeras. Las grandes economías europeas (Alemania, Francia, Italia y España) se coordinaron para estar entre los primeros Estados miembros que enviaron sus planes de transformación a Bruselas a finales de abril.
Las dos grandes coordenadas de este impulso modernizador son la agenda digital y verde. O, como las denomina Bruselas, las transiciones gemelas. En el primer caso, Europa intenta recuperar el terreno perdido frente a EEUU y China en la carrera tecnológica. En el segundo caso, la UE aspira a consolidar su liderazgo como referente de la sostenibilidad y la lucha contra el calentamiento global, tras convertirse en la primera región que se comprometió a alcanzar la neutralidad climática (cero emisiones netas) para 2050.
Alemania y Francia, el eje político y económico de la Unión, e impulsores iniciales del fondo de recuperación, han apostado cada uno sobre todo por una de las dos dimensiones.
Los socios europeos acordaron dedicar al menos el 37% del fondo a la agenda 'verde' y al menos el 20% al pilar digital. Berlín tiene previsto dedicar a la agenda tecnológica más de la mitad de los 28.000 millones de euros de su estímulo (combinando las transferencias del fondo con recursos nacionales). En el caso de París, la mitad de los 100.000 millones de euros de su plan se destinará a la transición ecológica, siendo 41.000 millones de la hucha de la UE.
En Francia, la mayor parte de las inversiones ecológicas se dedicará a infraestructura y movilidad, unos 7.000 millones de euros. Las aerolíneas recibirán aproximadamente 1.500 millones de euros, mientras que el apoyo al sector ferroviario asciende a 4.000 millones de euros.
En Alemania, las inversiones para descarbonizar el transporte y la movilidad eléctrica ascenderán a 5.500 millones de euros, con otros 3.300 millones de euros en el desarrollo de la tecnología del hidrógeno.
Los inversores están dispuestos a financiar a empresas más débiles por mayor rendimiento
Francia también gastará 7.700 millones de euros en investigación y cohesión territorial, mientras que Alemania invertirá 3.000 millones de euros en hospitales.
Ambos países además colaborarán en un nuevo 'Proyecto Importante de Interés Común Europeo' sobre microelectrónica, financiado por Berlín por € 1.500 millones.
Consumo
Las oportunidades en Europa no solo llegarán de la mano pública, sino también de unos hogares dispuestos a gastar una vez se levanten las restricciones.
Así, los sectores beneficiarios del despegue no solo serán aquellos que puedan participar en concursos públicos de grandes infraestructuras, energía, digital o movilidad, sino también los que saquen rédito al aumento del consumo.
Porque, como explicó Gentiloni, "el consumo privado será el principal motor de crecimiento, ya que el gasto de los hogares se beneficiará de disipar la incertidumbre, y algunos hogares comienzan a gastar más y ahorrar menos una vez se alivian las restricciones."
Las empresas además están encontrando facilidad para financiarse en los mercados. Las tasas de crecimiento anual de los valores representativos de deuda y la emisión de acciones por parte de sociedades no financieras continuaron aumentando en los primeros meses de este año.
A pesar del riesgo e incertidumbre todavía existente, el apetito es grande. Los inversores están dispuestos a proporcionar financiación a empresas más débiles a cambio de mayores rendimientos y vencimientos más largos.
Uno de los principales nubarrones para la inversión, y por tanto para el crecimiento y en general la buena salud de la economía europea, será el estado en el que quedará el sector privado, sobre todo las pymes, al salir del túnel y tras retirar las ayudas extraordinarias aprobadas por las capitales para capear la embestida del virus.
El riesgo de quiebras ya ha llegado un par de veces a la reunión de los ministros de Finanzas de la UE, y otras instituciones como el BCE también han expresado su preocupación. La Comisión ha señalado el riesgo de la debilidad financiera en el presente, alejando decisiones de inversión, y en el futuro, en el caso de quiebras, dañando la productividad y el empleo. No obstante, opina que de momento resulta complicado predecir cómo quedará el ecosistema empresarial, una vez se retire la red de seguridad y se supere el COVID-19. De momento, toca celebrar que la primavera ha vuelto a las previsiones europeas.