
El crowdfunding movió 16.000 millones de dólares en 2014 a nivel mundial, mientras en España, el mercado de financiación alternativa se triplicó en 2014. Son datos de un informe de Massolution y de como la Asociación Española de Crowdfunding. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Gestión y Desarrollo Exterior
Con estos números no es de extrañar que inversores de todo el mundo estén interesados en este nuevo modelo de negocio. Ellos son los que están al otro lado de las plataformas de financiación alternativa y se encargan de equilibrar la balanza de este nuevo mercado.
Siempre que se mide la oferta y la demanda hay que tener en cuenta el margen que ocupan los errores de mercado que muchos inversores pueden cometer, sobre todo teniendo en cuenta que es un nuevo hábitat en el mundo empresarial.
Fallos comunes
El fallo de mercado más común en las plataformas de crowdfunding es que una vez los emprendedores consiguen el dinero, no cumplen con la fecha estipulada de la salida al mercado del producto prometido. Otro problema surge cuando el producto final no tiene las características que especificaba en un principio. Este fue el sonado caso del reloj Pebble, que consiguió recaudar diez millones de dólares (9.427.000 euros), cuando sólo necesitaban 100.000 dólares (94.270 euros) y del que 85.000 personas se quejaron cuando lo recibieron por no tener las características y funciones que prometía. El mismo resultado obtuvieron quienes financiaron el reloj Kreyos.
Pero ésta es la menor de las complicaciones que pueden surgir, porque también hay casos en los que se produce un timo de forma premeditada. Es el sonado caso de The Doom That came to Atlantic City: un emprendedor propuso crear un juego electrónico y consiguió recaudar 120.000 dólares -un 350 por ciento más del objetivo que había previsto en un principio-. Una vez que el dinero estaba en su bolsillo comunicó que el proyecto no iba a seguir adelante y que además ya se había gastado el dinero. Otro ejemplo de este tipo es el de Anonabox, cuyos promotores consiguieron 545.000 euros para un supuesto router de navegación anónima y que finalmente no se llevó a cabo.
La estafa del juego de cartas Asylum fue también llamativa, pero no por el dinero que estafó -consiguió 15.000 dólares (14.143 euros) para crear un exclusivo juego de cartas-, si no porque el timador, Ed Nash, fue denunciado en Washington y el fiscal general del Estado le condenó a pagar 2.000 dólares (1.885 euros) por cada violación de la Ley de Proteccción al Consumidor y a curbir los honorarios de los abogados.
No es de extrañar que después del surgimiento de estos casos, y muchos otros, se medite cada vez más las opciones de viabilidad de los proyectos anunciados en las plataformas de crowdfunding. Y para no correr ningún riesgo, lo mejor es que antes de financiar una idea se consulte con un abogado, ya que aunque el Gobierno haya hecho un primer acercamiento a esta nueva forma de financiación, son muchas las cláusulas que aún quedan en el aire -plazos del proyecto, honorarios, etc.-.
Cuide también quien le financia
Gente que se aprovecha de los demás hay en todos sitios y por eso los inversores no son lo únicos que deben estar atentos a los timos. Encik Farhan, usuario de la plataforma Kickstarter, invirtió grandes cantidades de dinero en distintos proyectos y cuando recibía la recompensa, retiraba el dinero invertido y se quedaba con todo.
De esta forma estafó a 153 emprendedores entre los que se encuentra Alex Heberling, quien dio la voz de alarma sobre las intenciones de Encik Farhan. Pese a ello, también fueron víctimas otros inventos como Piper -una impresora con un tamaño muy reducido- o Control -un cómic-.