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El Hatillo, la aplicación de la tecnología para los productos 'de la tierra'

  • Admiten preocupación por "factores que no puedes controlar"
Varios productos comercializados a través de El Hatillo.

Tienen 38 años, tres hijos y una empresa en ciernes. Son Ana Iglesias y Fernando Fernández, los fundadores de El Hatillo (www.elhatillo.es), una tienda online de productos gastronómicos locales. En su web uno puede encargar, entre otras muchas cosas, salchichón ibérico de Calera de León (Badajoz), cerveza artesanal elaborada en Portillo (Valladolid) y champiñones cultivados en Quintanar del Rey (Cuenca). Estos emprendedores se ofrecen como intermediarios entre los productores locales y el cliente final, a cambio de quedarse con parte del margen.

El Hatillo , que está dando sus primeros pasos como empresa -lleva menos de un año de actividad-, distribuye actualmente alimentos de 11 productores de cuatro pueblos (los tres municipios ya mencionados, además de Villacañas, en la provincia de Toledo). El objetivo de El Hatillo es expandirse por todo el país, incorporando dos nuevos pueblos cada mes.

La clave del negocio está en que los productores -que, en muchos casos, han visto sus ventas mermadas tras seis años de crisis y carecen de página web- llegan a nuevos públicos a cambio de sacrificar parte del beneficio que obtendrían vendiendo directamente. ¿Con qué márgenes se queda El Hatillo ? "Oscilan entre el 20 y el 60 por ciento", aclara Fernando Fernández.

Gestión del envío

El sistema es el siguiente: a través de www.elhatillo.es, el cliente final encarga alimentos procedentes de distintos pueblos. El Hatillo gestiona el envío en cada municipio: reúne a los productores en un punto de recogida -que suele ser el local de un productor- y les envía los embalajes para que ellos mismos empaqueten los alimentos en un único hatillo . También coordina con una empresa transportista la recogida de los paquetes en dicho punto de entrega. "Los pedidos llegan al domicilio en nuestra caja y con nuestro logo", aclara Fernández.

El matrimonio, de raíces rurales pero residente en Leganés, llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de vender productos de la tierra. Él procede de Calera de León y ella de Villacañas, y el primer paso fue, precisamente, captar a productores de dichos municipios. Una vez logrado esto, al resto de proveedores se los han ganado con una curiosa estrategia: "Visitamos a los alcaldes y ellos nos ponen en contacto con los productores locales", explican.

Hasta ahora, estos emprendedores han invertido 23.000 euros en su negocio, una cantidad que les ha permitido contratar a un desarrollador web y a otras dos personas, una en el área de comunicación y otra, a media jornada, en administración. "Todos los contratos son indefinidos", afirma orgulloso, Fernández. Necesitan empleados porque, aunque tienen alma emprendedora, la principal vocación de Fernández e Iglesias es docente. Ambos son profesores en el departamento de Informática de la Universidad Carlos III de Madrid, y su objetivo, al menos por ahora, es compaginar ambas actividades.

Riesgos

La juventud de su negocio hace que sea pronto para hablar de errores, pero estos emprendedores señalan que "la elección de la empresa transportista es muy importante". ¿Y a qué riesgos se enfrentan?, Fernando admite cierta preocupación ante "factores que no puedes controlar". Entre otras cosas, conseguir que los productores acudan puntualmente al lugar de entrega para montar el paquete con tiempo suficiente para tenerlo listo a la llegada del camión de recogida.

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