
Daniel Mayo llevaba tiempo queriendo romper el cascarón. Arquitecto de profesión, en tercero de carrera ganó un premio y, junto con otro compañero, decidió dar un volantazo a la vida que llevaba hasta entonces. "Quisimos romper con la teoría, hacernos mayores y construir una casa con nuestras propias manos, que fuera sostenible y que estuviera preparada ante posibles catástrofes naturales", dice. De esa experiencia que cuenta sin darle importancia, como si fuera normal pensar cosas así a los 20 años- vinieron otros premios, entre ellos, uno otorgado por la Fundación Santander.
"Patentamos un modelo de vivienda que surgió tras un encuentro con el Príncipe Carlos de Inglaterra. Mientras, generábamos ingresos gracias a los premios", explica. Quizá por eso declara con rotundidad que los frutos se recogen tras la siembra: "Está muy bien lo de pedir ayudas, pero no a cambio de nada. Tienes que ofrecer algo bueno para obtener recompensa", dice.
El tiempo ha corrido muy deprisa para Daniel. Esa patente se convirtió en empresa en enero -responde al nombre de Vivood- , y desde entonces ha seguido corriendo. "Estábamos contentos con el producto que habíamos desarrollado, pero nos dimos cuenta de que la patente podía servir para muchas más cosas. Teníamos que ser ambiciosos", dice.
Turismo y naturaleza
Se fijaron en dos de los activos con los que cuenta España: turismo y naturaleza. Y decidieron jugar con ambos conceptos para desarrollar y comercializar alojamientos turísticos como el que ven en la imagen. Y, de nuevo, otro golpe de suerte: convertirse en una de las 15 empresas seleccionadas por Juan Roig -presidente de Mercadona- para el Proyecto Lanzadera. La elección incluía una serie de cambios, como la mudanza durante un año a Valencia. "Estamos encantados", explica Mayo. Y no sólo eso. Desgrana el resto de ventajas que les ha supuesto este traslado, como contar con una oficina propia y todas las posibilidades que genera el coworking, así como la nada despreciable suma de 200.000 euros.
Desde mayo, mes en el que empezaron a generar ventas, han descubierto el filón comercial de la arquitectura para eventos. "Hemos hecho los stands de Google, Endesa y de Mutua Madrileña para el Spain Startup ¬ Investor Summit, el de Banco Sabadell para la feria de franquicias de Valencia, otro desmontable para la feria Fruit Attraction en Ifema...", dice. También ha habido buena respuesta por parte de particulares. Clientes que, como explica Daniel Mayo, tienen la suficiente liquidez -y espacio- como para poner una habitación desmontable en su jardín. "Uno nos pidió un techo solar para contemplar las estrellas al acostarse", dice.
El sistema funciona, según Mayo, porque además de montarse y desmontarse con facilidad, es sostenible y genera ahorros que no consigue la competencia. "En un camión pueden caber una o dos casas de madera. Nosotros podemos llevar hasta 19 en el mismo espacio, con lo que el dinero que se destina al transporte se optimiza", dice. Mientras las habitaciones particulares cuestan unos 5.000 euros, el precio de un stand está en los 2.500 euros. Las estrellas van aparte.