Hasta al propio Joaquín Almunia, a la sazón vicepresidente de la CE, no le ha quedado más remedio que admitirlo, y con vergüenza torera confesar que el dinero que, con fórceps, ha alumbrado la Unión Europea para las pymes y los jóvenes desempleados.
Pues, sí, señor Almunia. Se puede decir más alto pero no más claro y con más verdad. Porque en el caso de las pymes, esos cien mil millones que, en el mejor de los casos, se prometen para los próximos siete años, ni siquiera llegan para cubrir los 120.000 millones en que el Banco de España confirma que ha caído el crédito a las empresas en nuestro país. Y, si encima hay que repartir entre los 28 Estados miembros -hay que incluir ya a Croacia-, ya me dirán que se puede hacer con menos del 10% de nuestras necesidades, 11.600 millones de euros, que es el máximo que nos correspondería en el reparto.
Dinero caro
Pero, no es este el único handicap que tienen estos créditos del BEI, porque aunque aquí y en Bruselas nos lo venda como la panacea, la realidad es que apenas va ser un paliativo de baja intensidad y sin efectos curativos, especialmente si, como todo apunta, a la escasez de recursos se une que será un dinero caro para los emprendedores al ser gestionado por el ICO y comercializado por los mismos bancos privados que gestionan las línea de mediación de nuestro crédito oficial. Créditos que se conceden, que son pocos, con las mismas restricciones exigidas por las entidades financieras y a un interés del 8,5%, en torno a un punto y medio por encima de la media del mercado.
Y esta financiación no va a estar muy por debajo, porque el tipo al que se ofrezca a las pymes españolas será el resultado de sumar el que marque el BEI, más el margen diferencial del ICO y el de los bancos privados. Además, el Instituto de Crédito Oficial no va vender el producto europeo más barato que el suyo propio, sobre todo a la vista de la mínima demanda que están teniendo sus líneas de mediación en el mercado. Sólo 1.539 millones de euros concedidos en el primer trimestre, con una caída interanual del 70%, son una muestra lo suficientemente relevante para dar idea del éxito obtenido.
Y si esto es lo que se vislumbra con el crédito, no es difícil adivinar qué se puede hacer con los 6.000 millones para combatir el paro juvenil. Sobre todo cuando ya no estamos para creer en los milagros.