Rebecca y Catherine eran compañeras de piso y adictas a la limpieza, circunstancias que les dieron una idea: lanzar una empresa que limpiase casas después de que se celebrasen fiestas, una actividad siempre poco agradable para los anfitriones.
El precio del servicio depende del estado en el que se encuentre el lugar. Por ejemplo, limpiar una vomitona tiene un coste de 10 dólares neozelandeses (unos 6 euros al cambio). Pero no es el único servicio que ofrece 'morning-after maids' ("las doncellas de la mañana siguiente", podría traducirse), lanzada en Auckland: también se ofrecen para hacer el desayuno para los anfitriones, hacer la compra o preparar un analgésico.
"No somos un simple servicio de limpieza", explica en este sentido Catherine Ashurst, en declaraciones a The Guardian. "Paseamos el perro, charlamos con el anfitrión o cocinamos. En momentos así, es necesario hacerles sentir relajados y cómodos", sentencia.
Expansión internacional
El éxito ha sido tal que tan solo un mes después de lanzar su servicio en Facebook empezaron a recibir peticiones de todo el país, e incluso les han contactado desde Estados Unidos, interesados en franquiciar el negocio en Norteamérica.
Sin embargo, las dos emprendedoras van poco a poco, debido a su falta de experiencia empresarial. "Estamos tratando de mantener la calma y no tomar decisiones precipitadas", aseguró Catherine. De momento, están consultando con abogados y mentores cuáles son los pasos más adecuados que deben seguir. "No queremos arruinar naturaleza de la compañía por crecer demasiado rápido", asegura la emprendedora.
"Cuando la gente nos abre la puerta suele pedir disculpas", explica Catherine, que asegura que el encargo más difícil fue en una casa en la que se encontraron el suelo lleno de fango.
