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Pop Up Forest, una startup para reforestar los bosques con drones

Pop Up Forest es una startup con impacto positivo en el medioambiente. Tras ganar el BlueBBVA Impact Challenge y pasar por un programa de aceleración, van a poder viajar a Silicon Valley para tejer relaciones con otros emprendedores del sector y buscar colaboradores dispuestos a financiar el proyecto.

Borja Peñuelas explica la situación actual del proyecto, los objetivos marcados a corto plazo, así como el trabajo desarrollado hasta el momento.

¿Qué es Pop Up Forest?

Es un proyecto con el queremos conseguir automatizar la reforestación y llegar a zonas despobladas en las que el acceso dificulta la tarea. El objetivo es ser más eficiente y, mediante la alta tecnología, abarcar áreas que no son fáciles de reforestar, como algunas del Amazonas.

¿De qué tecnologías parten para poder realizar esta tarea?

Necesitamos cierta innovación en el área de integación. Más que desarrollar nueva tecnología, lo que necesitamos es adaptarla a la funcionalidad que buscamos. El mecanismo que proponemos parte del uso de drones aéreos y terrestres. Instalamos un contenedor en un dron terrestre y este también lleva la maquinaria suficiente para hacer las perforaciones donde depositan los cepellones para el cultivo.

Pero como estos drones son lentos, para ayudarle a manejarse por el terreno y traerle nuevos cepellones desde la base utilizamos un dron aéreo. La dinámica, por tanto, es que el dron terrestre avanza y realiza el trabajo, mientras que el aéreo mapea la zona desde el aire y, según se acaban los cepellones al terrestre, lo rellena con los que tenemos en la base. Con esta dinámica puede avanzar el trabajo terrestre, se le rellena el contenedor cuando haga falta, se cambian las baterías, etc. El aéreo permite abarcar distancias grandes mientras los terrestres trabajan.

Ahora la idea del proyecto ya está más avanzada, pero ¿cómo surge?

Yo he trabajado con drones y, partiendo de esta área de estudio, le hemos querido dar la utilidad. A partir del Impact Hub comenzamos a darle vueltas para dar el mejor provecho y buscar un impacto positivo. En aquellos momentos el medio ambiente era un tema de actualidad por la cumbre del clima de París. Vimos que muchos países querían aumentar la producción de oxígeno, en vez de disminuir los niveles de emisiones. Por estos motivos nos dimos cuenta de que era necesario buscar una solución que satisfaga esta demanda y pueda reforestar de una manera más eficiente.

¿Cuál es su situación en la actualidad?

Ahora estamos en la fase de cumplir objetivos tangibles. Buscamos un dron terrestre que opere en una zona controlada, un dron aéreo capaz de transportar mercancías de forma inteligente. Nuestros pasos ahora son más concretos.

A raíz de Impact Hub han podido disfrutar de un programa de aceleración, ¿qué les ha apartado una experiencia como esta?

Sobre todo la visión empresarial y de emprendimiento. Es clave conseguir que el proyecto sea un negocio sostenible. Si no se consigue el propio proyecto la financiación el grifo se acabará cerrando.

Para una startup lo más difícil suele ser el encontrar un modelo viable de negocio, ¿qué ideas manejan respecto a generar beneficios?

Tras consultar con expertos y asociaciones de empresas que intentan ser sostenibles social, ecológica y económicamente, lo que hemos encontrado son diferentes puntos de financiación. Uno de ellos es que las empresas colaboradoras obtengan un porcentaje del valor del árbol y tras realizar varios estudios y, teniendo en cuenta valores como la madera; la prevención de la erosión: etc., nos encontramos con unas cifras económicas superiores a lo que inicialmente nos planteábamos. La financiación, por tanto, la recibiríamos en campañas de reforestación en las que se alquile o se compre nuestro material tecnológico y nosotros como empresa colaboradora seríamos partícipes del valor final de los árboles que se planten.

¿Solo se plantean la venta o alquiler del material?

Nosotros pretendemos crear el producto, ponerlo en el mercado y que le den el uso que se crea conveniente. Podría utilizarlo la propia industria, gobiernos, asociaciones ecologistas, etc. Nostros facilitamos la herramienta.

En las próximas semanas van a viajar a Silicon Valley como parte del premio obtenido en Impact Hub, ¿qué esperan encontrar en esta experiencia?

Lo que queremos es conseguir un mayor contacto con el mundo de las startups y, de una manera práctica, ver como funciona este ecosistema, cómo se introducen los contactos o se consigue financiación. Estamos organizando entrevistas con empresas del sector para conocer gente de confianza que quiera invertir y, en el mejor de los casos, conseguir una colaboración que nos permita sacar adelante un producto mínimo viable. En definitiva, pequeños avances tangibles para el desarrollo del producto.

¿Cuáles van a ser los próximos pasos?

En el caso de que consigamos que nos apoye alguna institución, el objetivo sería, como he comentado, desarrollar prototipos y aunar los diferentes objetivos. Conseguir que el dron terrestre navegue por un terreno abrupto, realizar una perforación y plantar un cepellón e ir consiguiendo esos pequeños objetivos aislados y, en una segunda etapa, poder unirlos con inteligencia para que operen de forma autónoma.

¿Qué valoración tienen de la situación actual tras estos primeros meses de trabajo?

Lo que hemos visto es que tenemos una gran cantidad de herramientas a nuestro alcance, vivimos en un tiempo en el que el acceso a la formación y la información es, prácticamente, gratuito y hemos comprado que, aprovechando estas herramientas, podemos llegar más lejos que nunca. Queremos aprovechar estas oportunidades. Sabemos que con poco se puede conseguir mucho, así que vamos a ver si conseguimos ese poco para trabajar en búsqueda del mucho.

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