
"Si estás en esta llamada, es que estás despedido". Así de contundente y de surrealista fue la videollamada que hace poco más de un año protagonizó Vishal Garg, el CEO de Better, una empresa de préstamos hipotecarios digital. En ese momento acababa de despedir a 900 de sus trabajadores. Todo un símbolo para mal del trabajo en remoto y la pandemia a nivel laboral.
¿Qué ha sido de aquella empresa? Pues Better sigue activa, pero no sana. A lo largo de estos meses han ido saliendo documentación, acusaciones y algunos vídeos que fueron mostrando la figura de Garg como la de un jefe despótico que sigue despidiendo personal, y al parecer de la forma más cruel posible.
"La táctica consigue dos cosas. Una, tiene un efecto desconcertante en los empleados existentes, que nunca saben cuándo puede caer el hacha del despido, por lo que empiezan a intentar marcharse por su cuenta, lo que permite a Better evitar despedirlos y pagar las indemnizaciones correspondientes", explicaban en una investigación del medio norteamericano TechCrunch que hablaba con antiguos empleados.
La empresa, además, está litigando para intentar eludir algunas de las indemnizaciones y podría estar cerca de la bancarrota, algo que, no obstante, representantes de la empresa niegan.
¿Y los trabajadores que se quedaron?
Mientras tanto, los trabajadores que se quedaron en la empresa a pesar de todos los tejemanejes del año pasado se sienten traicionados, ya que la empresa ha activado varias herramientas legales para reducir las indemnizaciones a partir de ahora. Muchos de los que fueron despedidos a principios de este año se han quejado de las dificultades para cobrar el paro debido al mal manejo por parte de Better de la declaración de salarios.
Con respecto a la cultura interna de Better, los empleados actuales y antiguos la describen habitualmente como tóxica.
¿Y su CEO?
Con respecto a Vishal Garg, se ha alejado de la empresa, a pesar de mantener acciones. En su momento, se supo que escribió de forma anónima una publicación en la red social Blind donde acusaba a los despedidos de solo trabajar dos horas al día.
Más tarde, decidió dar un paso a un lado, y la junta directiva sucesora, realizó una auditoría una auditoría para investigar la cultura laboral interna de la empresa.