
La estabilidad política no está garantizada tras el 28-A y la inestabilidad perjudica a la economía, aunque quizás menos que ciertas opciones de Gobierno. El escenario central es una victoria del PSOE con dificultades para formar Ejecutivo. La posibilidad de un pacto a la andaluza entre PP, Cs y Vox está abierta. En todo caso, todas las opciones están sobre la mesa, pero al final puede que la elección sea entre el crecimiento o la recesión.
Independentismo
Si el futuro Gobierno necesitara a los independentistas nos encontraríamos en un escenario parecido al del final de la última legislatura. La inestabilidad política estaría garantizada y las iniciativas legislativas del Gobierno no serían apoyadas salvo por lo que fuera capaz de ceder ante el independentismo. El protagonismo del independentismo sería lesivo para la imagen internacional de España, la inversión extranjera, la estabilidad social y el desarrollo. Así, dar pábulo al independentismo y hacer concesiones en forma de indultos y competencias, no solo sería un error político, sino que podría tener nefastas consecuencias presupuestarias. La situación económica necesariamente iría a peor, afectando a las inversiones de las empresas, empeorando la confianza de los consumidores y ralentizando el empleo. Alimentar al independentismo seguiría deprimiendo la economía catalana y mantendría la fuga de empresas, afectando al turismo, sobre todo interior.
PSOE con Podemos
Un pacto PSOE-Podemos sería malo para la economía, ya que Podemos, que obtendrá menos representación, reclamará más protagonismo entrando a formar parte del Ejecutivo y radicalizando su gestión. Su influencia ha sido negativa en la última legislatura y todas las medidas que ha propuesto lesionan la economía. La exagerada subida del SMI, cocinada en Podemos y asumida por el PSOE, está siendo desastrosa para el empleo, pero la subida sería aún más drástica, con peores consecuencias. El propio PSOE ha anunciado que quiere situarlo en 1.200 euros y Podemos podría apostar aún más fuerte. Se reforzaría la deriva populista del PSOE, elevando las subidas de impuestos y el gasto público, que en un clima de desaceleración conduciría al desequilibrio presupuestario, elevando déficit y deuda, expulsando actividad privada y reduciendo la inversión pública en beneficio del llamado gasto social. Aumentarían los subsidios, subvenciones y las pensiones, lo que aún desequilibraría más la Seguridad Social, para cuya financiación se gravaría más a las empresas, con la consiguiente reducción de inversiones y empleo. Se implantarían controles de precios, por ejemplo en los alquileres, lo que frenaría el mercado inmobiliario y afectaría negativamente al alquiler. Podemos en el Gobierno conduciría a un escenario de posible recesión, algo que no importa a la extrema izquierda, pues prefieren la igualdad en la pobreza que la prosperidad general, y que probablemente el PSOE soportaría para seguir en el Gobierno. Un Podemos debilitado electoralmente, pero decisivo para el Gobierno, radicalizaría sus posiciones negociadoras de cara a formar parte del Ejecutivo y pretendería el protagonismo en la legislatura, a base de medidas que agradaran a sus votantes para mejorar en los siguientes comicios.
PSOE y Ciudadanos
Según las encuestas, el PSOE podría formar mayoría con Ciudadanos, aunque este último ha desmentido esta posibilidad para evitar fuga de votos al PP. Sería una opción de Gobierno más que razonable, ya que Cs centraría al PSOE evitando su deriva populista, que no tendría por qué manifestarse para obtener la Presidencia, objetivo prioritario de Sánchez a cualquier precio, como es sabido. Lo más importante de un pacto PSOE-Cs es lo que no haría el PSOE, más que lo que podrían hacer juntos. No se equipararía la pensión mínima al SMI, sin descalabrar la Seguridad Social. No se elevaría el SMI a 1.200 euros, evitando la caída del empleo, y no se subirían los impuestos, lo que evitaría potenciar el enfriamiento económico. Cs podría mejorar el tratamiento de los autónomos, influiría para que el gasto público se moderara y se cumpliera el déficit, y exigiría una gestión más ortodoxa, lo que redundaría en beneficios para el sector privado. También podría ser beneficioso para la unidad de mercado, ya que podría dirigir al PSOE hacia legislaciones más integradoras, sobre todo en las obligaciones de las empresas para su establecimiento y actividad. El pacto PSOE-Cs sería visto desde el exterior como estabilidad, generaría confianza y se potenciaría la inversión extranjera, sobre todo directa.
PP con Cs y Vox
Por último, cabe la posibilidad de que la suma de PP, Cs y Vox les permita formar Gobierno. Este escenario sería el más favorable para la economía española, puesto que podrían desarrollar una política más liberal y menos intervencionista, lo que favorecería la actividad empresarial, el empleo y la confianza. Se bajarían los impuestos directos, ligeramente el IRPF, que se simplificaría, eliminando probablemente para todo el territorio Sucesiones y Patrimonio. Se contendría el gasto público consuntivo y se mejoraría la inversión pública, lo que redundaría en una mejora de la actividad económica inducida desde el gasto público. Se mejoraría la unidad de mercado y se legislaría para hacer efectivo un mercado nacional único de cara a la actuación y establecimiento de las empresas. Las subidas del SMI y pensiones serían moderadas y compatibles con el crecimiento del empleo y la estabilidad presupuestaria. Se favorecería el establecimiento de autónomos y empresas, lo que redundaría en una mejora del empleo. Este escenario amigable para las empresas, atraería inversión extranjera y daría estabilidad a los mercados. El cumplimiento del déficit estaría garantizado y a pesar de las bajadas de impuestos la recaudación se incrementaría por la expansión económica.
En suma, sería la opción de Gobierno más positiva y que podría limitar e incluso hacer desaparecer los efectos de la desaceleración económica que nos afecta.