Elecciones Cataluña 2015

Las siete vidas de Mas: perfil político de un superviviente

Mas, flanqueado por sus compañeros de lista Junqueras y Bel. Imagen: EFE

Denostado por los líderes políticos y los medios de comunicación estatales, Artur Mas ha sabido sentirse cómodo sentado encima de un avispero. Su historia al frente de la Generalitat de Cataluña es más que una simple huida hacia delante: es un órdago constante en el que, contra pronóstico, ha sabido nadar mejor que nadie. EN DIRECTO | Elecciones autonómicas en Cataluña: el 27S, minuto a minuto.

Al contrario de lo que muchos han querido hacer ver desde hace años, Mas dista bastante de ser un político ingenuo. Le acusaron de serlo cuando empezó a recorrer una senda soberanista que nadie hubiera esperado y que nadie sabe a dónde conduce, pero el simple hecho de que haya sobrevivido hasta ahora avala su estrategia y, a la vez, deja unas cuantas 'migas' políticas en su trayectoria más allá del proceso independentista y de las posiciones políticas mantenidas.

El president de la Generalitat no ha dejado de conceder entrevistas por incómodas que pudieran ser, como la reciente a Ana Pastor, mientras otros líderes políticos han huido sistemáticamente de los medios. Ha salido a dar la cara en ruedas de prensa con periodistas de varios países llegando a contestar preguntas en cuatro idiomas, cuando otros no lo han hecho ni en uno. Ha evitado encabezar manifestaciones o sostener pancartas, mientras otros lo han hecho durante años. Y todo eso con partidos, instituciones, entidades financieras y medios de comunicación mayoritariamente en contra.

Mas ha sabido jugar con los símbolos, y ha creado un estado de opinión aprovechando las circunstancias. Sacó las urnas a la calle para hacer una consulta simbólica ante la negativa de Moncloa. Volvió de reunirse con Rajoy y fue aclamado en la plaza frente a la sede del Govern. Ha sacado a miles de personas a la calle en actos reivindicativos, desde cadenas humanas kilométricas a manifestaciones con centenares de miles de personas. Y ahora ha colado la idea de unas 'elecciones plebiscitarias'.

¿Eso lo ha hecho Mas solo? No, pero él ha creado el caldo de cultivo, y la mejor muestra es la Diada: de ser un acto festivo sin más a convertirse en una multitudinaria manifestación política.

¿Ha sobrevivido por esas cosas? No, o no solo. Pero esa actitud y esa habilidad política, combinada con decisiones puntuales, le ha ayudado frente a sus siete grandes problemas políticos.

Crisis económica

El problema con mayúsculas al que todos los líderes políticos se han enfrentado durante estos años ha sido la gestión de la crisis y, en particular, la gestión de sus consecuencias. Cataluña es, como el País Vasco, una región rica dentro de una España en problemas. Y es precisamente eso lo que prende la mecha: el discurso de la desigualdad entre lo que aporta Cataluña a España y lo que recibe a cambio.

¿Sirve encender la mecha soberanista para mejorar la gestión de la crisis? No, pero conjugar la idea de soberanismo con la de tener más armas para enfrentarse a ella sí. Y ahí es de donde parte todo.

Inestabilidad política

El segundo gran problema que ha enfrentado Mas en sus gobiernos ha sido la inestabilidad. No lleva ni cinco años en la Generalitat y estas serán sus terceras elecciones. Cierto es que Cataluña ha tenido en estos años, y hasta la reciente crisis de los partidos tradicionales, el Parlamento más fragmentado de toda España. Pero no es menos cierto que la progresiva escalada soberanista ha ido reconfigurando los equilibrios de fuerzas y ha tenido que ir sometiendo su gestión a comicios diversos para reafirmar su liderazgo.

¿Han servido las tres convocatorias electorales para apuntalarle en el poder? De momento, sí. Y quizá no por su propio éxito, sino por el hundimiento de muchos de los que se le oponían, particularmente en las fuerzas nacionales -los sondeos dejan a PSC y a PP como fuerzas casi anecdóticas en la Cámara-, fortaleciendo de nuevo el discurso nacionalista porque la mayor fuerza de oposición al soberanismo va a ser otro partido catalán, como es Ciudadanos.

Sorpasso de ERC

En política se suele decir que ante las copias los votantes prefieren apoyar a los originales, y en las últimas elecciones catalanas se vieron asomar las orejas al lobo. El 'original' en el marco secesionista es ERC, que casi igualó a CiU hace tres años, y por eso los analistas políticos aventuraban un sorpasso a corto plazo ante un Mas supuestamente en retroceso.

¿Ha conseguido evitarlo? No se sabe, y esa es la receta del éxito: uno de los últimos pasos de la escalada soberanista ha sido el firmar una candidatura conjunta en la que Convergència y Esquerra fueran de la mano, eliminando el eje derecha-izquierda y apostando únicamente por el eje soberanismo-unionismo. Dentro de esa arriesgada apuesta hay un pequeño as en la manga: si Junts pel Sí tiene peores resultados de los que tuvieron por separado CiU y ERC en 2012 no se podrá achacar únicamente a Mas, sino a ambas fuerzas políticas.

Corrupción

Tras décadas de hegemonía política, mediática y social de CiU, fue en los albores del proceso soberanista cuando empezaron a estallar los casos de corrupción. Primero fue Jordi Pujol y sus asuntos familiares, una auténtica bomba en la sociedad catalana al afectar al líder político más simbólico de su historia reciente.

Detrás vinieron otros turbios asuntos aireados por los medios nacionales mientras Mas enarbolaba la bandera secesionista.

¿Ha conseguido Mas sobreponerse a eso? Contra todo pronóstico, sí. Argumenta que lo de Pujol es un caso familiar (aunque se llevara por delante a Oriol Pujol, auténtico ideólogo del viraje soberanista de Convergència), y asegura que pone la mano en el fuego por los posibles imputados de su formación. De nuevo esa actitud de no esconderse le ha valido el momentáneo alivio de no verse acosado por el escándalo.

Ruptura de CiU

Lo que había sido un matrimonio perfecto durante décadas acabó saltando por los aires precisamente por la escalada soberanista. Unió, liderada por el sempiterno Josep Antoni Duran i Lleida, abandonaba la coalición aun a riesgo de abocar a los suyos a convertirse en una fuerza minoritaria.

¿Ha logrado Convergència sobreponerse por sí sola? Según los sondeos, sí. En Junts pel Sí, CDC, Esquerra e independientes políticos diversos rozan la mayoría absoluta mientras Unió podría quedarse fuera del Parlament. El electorado, imbuido en ese eje soberanismo-unionismo parece dar la espalda en estos momentos a las alternativas moderadas aunque surjan de dentro del catalanismo.

La oposición de Madrid

Uno de los choques más previsibles era con el Gobierno central, y uno de los precedentes más evidentes era el del Plan Ibarretxe. Hace más de una década el entonces lehendakari llevó una propuesta soberanista -mucho menos agresiva que la catalana actual- con el respaldo de la mayoría absoluta del Parlamento Vasco. Eso no impidió que el Congreso diera carpetazo al texto en una única sesión.

¿Va a ser distinto el caso catalán? Es difícil saberlo, pero Mas demuestra que aprendió la lección de Ibarretxe. El president ha señalado el 'problema' de los soberanistas, que es el hecho de que cualquier iniciativa tenga que ser votada a nivel nacional y no a nivel exclusivamente regional (País Vasco entonces, Cataluña ahora), y señala el referéndum escocés como ejemplo. La dicotomía entre 'país de tradición democrática que lo permite' y 'país que niega a Cataluña su derecho a decidir' refuerza su discurso y le hace sumar apoyos internos. En ese marco discursivo, las apelaciones a una hipotética 'declaración unilateral de independencia' aparecen como consecuencia 'lógica' del rechazo de Moncloa a dialogar.

Liderazgo amenazado

Al formar la lista unitaria Mas decidió no ir de 'número uno' para poner por delante a candidatas 'civiles' y alrededor a independientes venidos de formaciones como el PSC o ICV. De hecho Raül Romeva, el 'número uno', es otra muestra de habilidad política, ya que ayudará a dividir el voto del simpatizante de Iniciativa, que se integra en la lista de Catalunya Sí que es Pot, avalada por Podemos, y que podría ser de vital importancia en la legislatura que viene.

¿Puede ser Romeva un peligro para Mas? Los medios nacionales le han tachado de ser un candidato desconocido y de perfil bajo, pero ha sido durante años uno de los eurodiputados con mejor imagen y él mismo, consciente de ello, llegó a decir en una entrevista que Mas no tenía por qué ser el president. De hecho, desde Catalunya Sí que es Pot se ha dicho que no apoyarían la investidura de Mas... ¿pero y la de Romeva?

En el peor escenario para Mas, si Romeva le fagocitara, sería para un 'bien mayor' dentro de su lógica discursiva: lograr la investidura con apoyos externos que hicieran posible afrontar la recta final del procés. Pero, atendiendo a los sondeos, no hará falta tal inmolación política: Junts pel Sí roza la mayoría absoluta, y con el apoyo puntual de las CUP bastaría para apuntalar el proceso soberanista, con Mas o sin él.

Y en ese escenario postelectoral, quizá con un gobierno nuevo en Madrid a corto plazo, empiecen a verse los jaques en la partida de ajedrez que Artur Mas lleva jugando desde hace cinco años.

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