
El inicio de la campaña electoral vino ayer acompañado de un soplo de aire fresco para el Partido Popular en la Comunidad Valenciana. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirma el desplome en la intención de voto para la formación ahora en el Gobierno, que obtendría entre 33 y 35 escaños, frente a los 55 conseguidos en las elecciones de 2011. Sin embargo, esta previsión supone una sustancial mejora respecto a la arrojada por los sondeos de Metroscopia y Sigma Dos, que situaban el peso del PPCV en el entorno de los 20-21 diputados, alejando la posibilidad del partido de formar Gobierno. El CIS alienta la esperanza de Alberto Fabra, presidente de la Generalitat, de conservar el poder en la región, aunque le abocaría a un pacto con Ciudadanos, que entraría con fuerza en Las Cortes Valencianas, con 16 escaños.
Sin embargo, la incertidumbre sobre lo que hará el partido de Albert Rivera y la extraña estrategia seguida en las últimas semanas por el Partido Popular valenciano, que no sólo ha marcado distancia, sino que ha optado por el ataque directo a Ciudadanos, mantienen abiertas todas las posibilidades.
Consciente de que tiene la llave del futuro Gobierno regional, Carolina Punset, la candidata de Ciudadanos a la Generalitat Valenciana, manifestó el miércoles, en la presentación de su programa, que no formará parte de ningún Gobierno que no esté liderado por la lista más votada, pero que tampoco dará su apoyo "de manera automática" al partido que obtenga la mayoría de votos. En concreto, puntualizó que se le exigirá que cumpla unos requisitos y "no traspase líneas rojas", en referencia a los casos de corrupción. En este sentido, criticó los escándalos protagonizados por cargos públicos del PP en los últimos años, aludiendo expresamente a la situación del todavía presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, que se mantiene en su cargo a pesar de haber sido suspendido de militancia por su presunta implicación en una trama de cobro de comisiones ilegales.
Al mismo tiempo, Punset parece cerrar la puerta a un Gobierno en coalición con el resto de fuerzas de la oposición y cuestiona la conveniencia de un tripartito 'de izquierdas', en el que estarían integrados el PSPV (con entre 22 y 23 escaños, según el CIS), Podemos (con 19) y la fuerza nacionalista Compromìs per Valencia (con entre 7 y 8 diputados), ya que cree que generaría "inestabilidad".
La falta de posicionamiento de Punset hace temer una situación similar a la que de Andalucía, donde los movimientos entre partidos se suceden desde las elecciones del 22 de marzo, sin que se haya logrado una coalición de gobierno.
Lo que parece inevitable es el fin del escenario de Gobiernos de mayoría absoluta en la región, para dar paso a una nueva etapa, basada en la negociación.