
El crecimiento del PIB catalán en el tercer trimestre de 2018, respecto a los meses anteriores, fue inferior a la medida española, lo que no ocurría en más de dos años. Este dato demuestra que la región corre el riesgo de perder su posición como motor de la economía española en un momento de desaceleración.
La causa del mal desempeño está en que la Administración Pública parece que solo está centrada en seguir la hoja de ruta independentista. Con ello, genera una inestabilidad política que dificulta las inversiones, lo que ha hecho perder oportunidades de negocio a la región. Ahora que surgen síntomas de agotamiento económico, la desidia que la política catalana muestra puede generar un daño aún mayor a la economía de Cataluña.