
Los inversores han castigado con fuerza la rebaja de previsiones de ingresos de Apple para el próximo trimestre. Los títulos se dejaron hasta un 10% en la sesión de ayer, lo que lleva a la firma a perder su condición de empresa más valiosa del mundo por capitalización bursátil, superada por Microsoft y Amazon.
Con su caída, Apple ha arrastrado también al resto de Wall Street. Con todo, lo peor para Apple es que el descalabro no es solo por las menores ventas del iPhone en China, como defiende la compañía. Lo demuestra el hecho de que la tecnológica se ha dejado en bolsa casi un 40% desde el 3 de octubre.
La tendencia bajista de la firma hace que pierda hasta la recomendación de compra para los analistas y refleja con claridad los profundos problemas a los que la tecnológica debe enfrentarse. El primero es la excesiva dependencia del iPhone en sus cuentas. Es cierto que Apple todavía cuenta con el activo de una marca que moviliza a las masas. Pero su postura acomodaticia, presentando continuas revisiones de su producto estrella que poco o nada aportan de nuevo, pasan factura.
Por si fuera poco, el auge de firmas chinas como Huawei o Xiaomi, capaces de lanzar terminales igual de potentes, pero a mitad de precio que el iPhone, constituye un riesgo añadido. La ventaja competitiva de la que ha gozado la compañía de la manzana durante años está, por tanto, en entredicho. Para revertir la situación, Apple necesita volver a arriesgar y sorprender a los consumidores con sus lanzamientos, como hizo en el pasado con el iPad o el propio iPhone. Es imposible que pueda recuperar su trono de firma más valiosa del mundo viviendo de las rentas de un solo producto, que hace mucho que dejó de ser innovador.