
La banca bate récords de operaciones de venta de activos tóxicos inmobiliarios. En concreto, las transacciones ya superan los 81.000 millones.
Por si fuera poco, el sector pretende seguir con este importante ritmo durante los dos próximos años. La banca demuestra así que aprovecha el apetito inversor que el inmobiliario español tiene en los últimos años.
La imposibilidad de saber cuándo terminará el interés de los grandes fondos por nuestro ladrillo convierte en adecuada la cleridad del sector. Pero, además, debe considerarse que mantener este tipo de activos improductivos genera un coste. Tratar de evitarlo con la venta es un paso adecuado de la banca en un momento como el actual en el que el sector aún necesita recuperar la rentabilidad previa a la crisis.