Los bancos españoles pagaron en 2017 más de 3.200 millones en impuestos, cifra al nivel de 2007. La mayor tributación es coherente con el alza de los beneficios a las entidades y con la limitación comprensible que Hacienda aplicó a los créditos fiscales acumulados en la crisis. En esos años, los bancos incurrieron en gastos, como hacer provisiones, que impactan en su balance pero no desgravan. Tributaron así más de lo que les correspondía.
A cambio, Hacienda reconoció su derecho a beneficiarse de deducciones futuras. Ese derecho sigue vigente, pero el Fisco limita al 25% las reclamaciones que se pueden hacer cada año. Es una situación asumible para las entidades, que han mejorado su situación, y que permite normalizar más ágilmente su tributación.
