
La junta de accionistas que ayer celebró Abertis será recordada por varios motivos. En primer lugar, se trató de la primera vez que el encuentro tenía lugar en Madrid, tras el traslado de la sede social de la empresa. Pero más importante ha sido la manera en que los pequeños accionistas hicieron oír sus quejas ante la situación en la que la concesionaria se halla desde principios de este mes.
Fue entonces cuando se supo que las dos empresas que lanzaron una oferta sobre Abertis, Atlantia y ACS, negocian un acuerdo, un proceso visto con buenos ojos por el Gobierno. El hecho de que se disipe la posibilidad de una guerra entre los oferentes abarata, sin duda, la opa, lo que frustra las expectativas de los accionistas de Abertis ante la operación y ha provocado caídas en la cotización de la concesionaria.
Ahora bien, la protesta de los pequeños accionistas no se agota en este perjuicio. Fueron numerosas las quejas que se escucharon en la junta sobre la opacidad que rodea al acuerdo que están negociando Atlantia y ACS. La indignación es comprensible, dado que existen claros indicios de que el pacto desembocará en la división de los activos de Abertis.
No en vano basta con examinar los términos de la opa de Hochtief, la filial alemana de ACS, que constituye la base sobre la que se construirá la futura oferta conjunta con Atlantia. En el documento que esta misma semana aprobó la CNMV queda claro que los planes de la constructora que preside Florentino Pérez dan prioridad a un ambicioso plan de desinversiones en Abertis.
El enfado de los accionistas, por tanto, es justo y lógico. Todo apunta a que asistirán al troceo de la concesionaria, pero además verán cómo lo protagoniza ACS, la empresa que se presentaba como garante de su españolidad y su integridad.