
El Mobile World Congress (MWC) abrió las puertas de su edición más atípica desde que, en 2006, comenzó a celebrarse en Barcelona. No en vano, la mayor feria mundial del sector vuelve a Cataluña en un momento en que esta autonomía continúa sin Gobierno propio y aún está intervenida en virtud del artículo 155.
Sin embargo, esa excepcionalidad no ha impedido que Barcelona fuera ayer encomiada como la ciudad que "lo tiene todo para continuar siendo la capital del MWC". Son palabras del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, cuyo significado va mucho más allá de un elogio protocolario de la empresa que ejerce de anfitriona. El respaldo de Telefónica a la Ciudad Condal fue secundado por Vodafone y Orange.
Las tres telecos europeas tienen un peso fundamental en GSMA, el organismo organizador del Congreso. Si a ello se unen los apoyos de fabricantes de tanta relevancia como Sony o Samsung, puede afirmarse que la capital catalana cuenta con el aval de la industria global de las comunicaciones para continuar organizando su cita anual más importante. Las empresas valoran así el acertado mensaje que el Rey realizó el pasado fin de semana.
Felipe VI transmitió confianza, al obviar los desplantes de la alcaldesa Ada Colau y el presidente del Parlament, Roger Torrent, y centrar sus palabras en la defensa de la colaboración de las Administraciones, en beneficio de una feria cuyo impacto económico roza los 500 millones. Barcelona tiene, por tanto, respaldos incontestables a su favor para seguir siendo la ciudad del Mobile World Congress. Las instituciones catalanas, empezando por el Ayuntamiento, deben dejar de lado las ambigüedades y los desafíos y demostrar que sabrán aprovechar un capital de tanto valor.