Todo a punta a que Apple obedecerá a Bruselas y pagará a Irlanda 13.000 millones por impuestos pendientes en ese país. A su vez, Dublín se muestra dispuesta a aceptar el desembolso, lo que multiplica la importancia de la decisión de Apple. No en vano, lo que Bruselas había denunciado no se reduce a la ingeniería fiscal de la firma de la manzana.
Además, la Comisión señala que Irlanda creó un régimen fiscal ad hoc para este tipo de empresas, con tipos impositivos casi inexistentes, que se puede considerar ayuda de Estado. Por tanto, el acuerdo que Apple y Dublín ultiman constituye un punto de inflexión en la lucha contra la evasión, ya que pone en evidencia la cobertura fiscal que determinados Estados miembros prestan a las multinacionales para eludir impuestos.
